Estas últimas semanas he percibido que cuento con más gilipollas alrededor de lo que pensaba. Tendré que alejarme de estas personas o simular que son las mejores, aunque lo segundo supone un esfuerzo que no estoy dispuesta a realizar. Menos mal que sigo teniendo a César a mi lado, vino a verme hace un par de semanas y ni siquiera lo mencioné. No tiene dinero para comprar el espejo retrovisor del coche que no dejan de romperle, pero sí lo tuvo para cogerse un ave. Aunque no le merezco no pienso dejar que se aleje.
Sigo procurando no saltar allí donde no me llaman y cuando estoy fregando una sartén y me revolotea algún pensamiento angelical digo bajito aléjate de mí cobarde de mierda ¿cuántas mentiras crees que puedes echarme sin que me de cuenta?. Después de escucharme decir esto se me caen un par de lágrimas, pero ya soy capaz de decirlo con todas las letras. Sin pretenderlo ya estamos terminando el mes de marzo, por lo que este verano sí puede ser el de no querer verle.
El ministerio de educación que todavía existe, tras diversas alegaciones por mi parte y varias llamadas de teléfono desde la consejería de Córdoba reclamándome papeles, finalmente me ha negado la beca que solicité así que me ha jodido mis posibles vacaciones en Barbate y me ha quitado también las ganas de reírme de javier arenas. Siendo yerno del rey, presidente de la comunidad valenciana o máximo accionista de Banesto, puedes llenar tus bolsillos de billetes sin desmerecer, pero si eres un parásito social a secas todo el peso de la ley puede caer sobre ti cuando menos lo esperas.
Para colmo, he tenido que abandonar las clases de árabe porque mi horario de prácticas se mueve más que el euribor. Puedo leer los carteles que portan los manifestantes en las calles de Siria y, a no ser que hayan escrito Damasco o fuego o Israel, no sé lo que dicen y ahora ya sé que tardaré en saberlo. Basta que me guste una cosa para que ésta no tenga continuidad en el tiempo y lo que siento al respecto se llama hartura.
Pensar que dentro de poco estaré de nuevo en Madrid buscando compañer@s de piso de los normales que echan mentiras, me ha quitado el apetito. Y encontrar en internet estudios habitables e individuales en Lavapiés y alrededores con precios de alquiler que al principio no podré costearme, me aboca a la idea de la huelga de hambre.
Pensar que dentro de poco estaré de nuevo en Madrid buscando compañer@s de piso de los normales que echan mentiras, me ha quitado el apetito. Y encontrar en internet estudios habitables e individuales en Lavapiés y alrededores con precios de alquiler que al principio no podré costearme, me aboca a la idea de la huelga de hambre.