Llevaba varios días masticando la idea, imaginándole revolcándose con alguna amiga de novia de amigo en el sofá de su casa de Madrid. Todo parecía encajar: su compañero de piso había vuelto a la gran ciudad y eran ya 3 las noches seguidas dedicadas a la remota posibilidad de encontrarle conectado en facebook sin conseguirlo.
Veníamos de ausencias tales como nuestra conversación en V a principios de septiembre, y la mía inesperada en C a finales de ese mes en el cumpleaños de sus últimos besos. Por H o por B, las circunstancias apuntaban a que todo ello parecía no importarle. Pero cuando más desesperada me encontraba, justo cuando comentaba a Almería a través del chat acerca del párrafo anterior, su lucecita verde iluminó mi ordenador.
Según me contó, sus noches están transcurriendo en algún frío hotel de Sevilla y su inocencia sigue siendo auténticamente encantadora. Me hizo preguntas sin interrogaciones que fueron sucediéndose desde su saludo inicial con que pasa no te vi en C, pasando por su interés en saber si ya estoy trabajando, si continúo en Córdoba y si salgo o no salgo por las noches. Si le pagasen por sorprenderme sería millonario desde hace tiempo. La siempre recurrente y a ti que tal te va también se hizo presente mostrándose en un giro de conversación ideal.
No tengo la certeza de que me echase de menos en C y tampoco puedo permitirme el preguntárselo porque, de hacerlo, cabría la posibilidad de volver a sufrir todo el largo proceder de la huída ya acontecida en capítulos anteriores. Sus 5 preguntas sin interrogaciones me saben a gloria bendita y sus 2 minutos y medio de tardanza por frase aceleran mi corazón de tal modo que terminan representándose como ejemplos suficientes de este amor que no se agota.
Si de algo estoy segura es de que si Ángel se comportase como cualquier imbécil de los muchos que no me gustan, entonces me haría insinuaciones como las que escuché el viernes pasado. Nuestro mutuo postergamiento en V me había dejado una sensación divertida aunque agridulce y ahora valoro como positiva mi ausencia posterior en C y el que todo sucediese así.
Él, no sé muy bien por qué, ya está pensando en enero a lo que yo contesté literalmente que de aquí hasta entonces puedo morirme de la P de pena. Me calmó esta ansiedad poco antes de recibir una supuesta llamada de teléfono, comentándome que si viene por aquí me llamará la la la lá.
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