La letra del primer fado que escuché en directo se me ha olvidado. Ya no pienso tanto en los fados, tampoco en mi madre.
No me ocurre lo mismo con la peor pesadilla que recuerdo, cuando yo contaba con unos doce años.
En esa pesadilla ella se encontraba en un altillo que, décadas atrás, había servido como salón de baile. Se encontraba barriendo calaveras. Aún puedo ver de forma muy precisa los cráneos y el polvillo que levantaba con la escoba. Yo llegaba hasta el altillo tras recorrer pasillos interminables y perseguida por el enano del videojuego del bar con hacha incluido. Siempre he pensado que este sueño tuvo lugar porque yo, por aquel entonces, la robaba monedas para pagarme el vicio. Ella se lamentaba, barriendo, sin mirarme a la cara. La otra noche soñé también con ella, no sé dónde estábamos ni qué me decía pero ella estaba allí conmigo, estoy segura. Me desperté pensando que todo lo que ella me había dicho era muy importante pero me dormí de nuevo y lo he olvidado absolutamente todo, ni siquiera consigo verla.
Ahí sigue, barriendo.
En esa pesadilla ella se encontraba en un altillo que, décadas atrás, había servido como salón de baile. Se encontraba barriendo calaveras. Aún puedo ver de forma muy precisa los cráneos y el polvillo que levantaba con la escoba. Yo llegaba hasta el altillo tras recorrer pasillos interminables y perseguida por el enano del videojuego del bar con hacha incluido. Siempre he pensado que este sueño tuvo lugar porque yo, por aquel entonces, la robaba monedas para pagarme el vicio. Ella se lamentaba, barriendo, sin mirarme a la cara. La otra noche soñé también con ella, no sé dónde estábamos ni qué me decía pero ella estaba allí conmigo, estoy segura. Me desperté pensando que todo lo que ella me había dicho era muy importante pero me dormí de nuevo y lo he olvidado absolutamente todo, ni siquiera consigo verla.
Ahí sigue, barriendo.
Sé que pronto olvidaré que la he soñado, tal y como ha sucedido con la letra del primer fado que escuché en directo.
2 comentarios:
Perdí el derecho de acceso a la memoria histórica de mi Señora Chafandika.
Echaré de menos como borbotaba el desnudo más sincero de su boca sin vergüenza púdica ni pública, pero en maratoniana correría de letras.
A cambio de ello se ofrecen sus grandes olvidos y sus pequeños hurtos en comandita con mi Señora Ana. (Esperaré y veremos... si me roban el interés con ello)
Sus nuevos post tienen todo el aire de un fado que recuerda el barrio de Alfama donde nunca se le contó todo a la vecina, a pesar que siempre alcanzó a verlo desde su ventana.
Siempre Suyo, Z+-----
Zorro, cambié de blog pero no será tan fácil el cambiar de tragedias.
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