Yo alcancé más de trescientas cincuenta pulsaciones por minuto frente al teclado ascendente de la olivetti antes de haber cumplido los trece años y veo las cosas de una determinada manera. Él presenta una media de dos minutos y medio de tardanza por frase, para terminar elaborándolas del tipo
-no todavia no. es mas alante
-bueno hasta luego que mañna me lebanto a las 6
y las ve de otra. Lo sé porque me dedico a espiarle. Le espío de noche y le espío de día. Le vengo espiando desde hace tiempo, salteadamente, día sí día no y también hay noches que le espío tres y cuatro veces. No escribe absolutamente nada ni se dirige a nadie. Jugó algunas veces, eso sí, pero le pedí besos a cambio de jugar conmigo y ya ha dejado de jugar. Hizo también que la tierra girase en el sentido de las agujas del reloj al advertirme
-me alegro. divierte ya que yo no puedo
En definitiva, si no estuviera enamorada de él desde el preciso y primer instante en que sus ojos se clavaron en los míos, no se comprende que se me siga yendo la vida saltando a su muro. Un muro que es suyo, un muro que hay que saltar. Un muro lleno de silencios y de información, de hecho se muestra muy interesado en conocer quién se dedica a espiarle como si este sistema contemplase la posibilidad de decírselo.
Ni una sola de todas ellas, más de sesenta, me incomoda. Estoy completamente segura que ni una sola de todas ellas, más de sesenta, es capaz de decirle tanta tontería junta. Cada vez tardo menos en desvariar imaginándome situaciones con él que jamás parece que vayan a darse. He bebido más cerveza en estos últimos meses que en toda mi vida y ya me encargué de decírselo, como si le importara.
De forma casi diaria enredo con mis ganas de él y no cojo el teléfono al resto, fumo temprana y descaradamente y escucho una y otra vez, de la primera a la última, las seis nuevas canciones de Extremoduro como si me estuviesen dedicadas. Sé que no puedo continuar por mucho tiempo más viviendo de esta manera porque corro el peligro de morir de anemia, de risa o de una taquicardia. Ya veré qué puedo hacer, aparte de mojar el tanga cuando nos veamos.
2 comentarios:
Jo..
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