Tengo muchas ganas de chuparle el dedo gordo del pie izquierdo y esta idea viene precedida de una verdad absoluta: hago un pisto manchego exquisito. Me gustaría chuparle el dedo gordo del pie hasta quedarme sin saliva, hasta arrugárselo o hasta que me pidiera que le chupase otra cosa.
También quisiera decir alto y claro que yo no veo esa mierda televisiva, ni esa tampoco, pero guardo silencio y enredando con las conchas que siguen colgando de mi pulsera consigo alejarme de la silla en la que permanezco sentada. Disfrutaría pisando sus blackberrys hasta hacerlas añicos o tapando sus bocas con cinta adhesiva. Conservan el ánimo y la imbecilidad para decir una estupidez detrás de otra y me dejan muda. Una de ellas utiliza champú para caballos y me reservo el añadir que también debería comer rabo de toro o desayunar matarratas.
Es imposible guardarme tantísimas cosas dentro por lo que decido regresar a este puto blog, habiendo arrastrado antes hasta aquí todo aquello que he escrito después de dejar firmado un punto y final inexistente.
2 comentarios:
Sí, a las andadas* de que te entienda una frase de cada tres. ¡Pero qué frases, joder! Para correrse por dentro hasta explotar.
* Las mías siguen siendo, Chafan, las de los comentarios para consumo privado.
Llevo años siguiendo este blog y no entiendo nada. Por una frase, algo sin sentido.
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