28 de diciembre de 2009

Pisando fuerte

Nos encontramos en el bar de Mario, a dos calles de mi casa, porque no hay tareas mejores que hacer y porque Mario no quiere salir de la barra. Mientras la chica simpática nos está hablando, la puerta de la calle se abre a su espalda. Entran varias personas porque alcanzo a ver sus perfiles y, no sé por qué extraña fuerza de la naturaleza, Él clava sus ojos en los míos cuando aún se encuentra cruzando el umbral de la puerta. Retira la mirada enseguida, pero yo también Le he visto. Susana toca mi rodilla izquierda por debajo de la mesa y recita a Mahoma y su montaña. No transcurre un minuto de reloj y Su mano toca por dos veces mi espalda, me llama. Es Él, me está tocando.

No ha venido a verme a mi aunque lo parezca. Ha venido a meterse con su amigo Enrique porque también es mío. Ha venido a darnos literalmente la espalda a ambos mientras estamos hablando y ha venido a mirarme por debajo de Su barbilla, escondiéndome Su mentón, tras una barba de dos semanas. Ha venido a decirme que Enrique sale en busca de la Eli y que no hay que salir a ver a nadie, como hace Él. Ha venido a decirme también que le ha tocado la lotería siendo mentira y ha venido a retirarme la vista siempre que se me ocurra mirarLe.

No sé para qué se presenta. A Mahoma le pueden dar por culo si se descuida y la Eli seguro que tiene más tetas que la que esto escribe. No me dice nada de que ahí mismo, fuera, está mi coche aparcado -con coco atrás- detrás de un coche idéntico al suyo. Tampoco menciona nada acerca de mis ojeras ni de qué tal estoy si bien, mal o regular y eso que se apresura a saludarme antes de que lo haga Enrique. Me observa cuando no Le estoy mirando y me repite que estuvo dos meses sin probar alcohol para que no se me olvide. Le es más sencillo llevar la contraria al amigo que mantener cierto diálogo conmigo.

Qué gana de conflictos es ésta. Le pasa algo, le conozco para saber que no está cómodo. Esta vez no me mira la boca, lo hace desde allá arriba, altivo, extravagante. Que pueda incomodarle mi amistad con Enrique, o que pueda llegar a celarLe, me divierte aunque es triste tener conversación con alguien que Él mismo me ha dado a conocer y, sin embargo, no saber la forma de acercarme a Él cuando es cuanto quiero. Hoy no he pisado el bar en todo el día por quedarme con la ilusión de encontrármeLe dentro. Con qué poco me conformo.

Ha venido, aunque de no estar Enrique entre ellos cuatro quizá no hubiera estado aquí. En cualquier caso, si ha venido aquí, a dos calles de mi casa, puede hacerlo cuantas veces quiera, solo o acompañado. Lo díficil era que se presentara y sin embargo ahí ha estado, con esta nueva distancia la cual estira, arrogante. Quizá ni Él mismo sepa por qué ha venido pero yo le he visto, nada más llegar, adivinarme. No sabe que le escribo hasta sin ganas, sólo sabe clavarme los ojos como por arte de magia y putearme. No tiene ni idea de lo cansada que estoy ni yo de su propósito.

10 de diciembre de 2009

Querida milagros

-¿qué es lo que se siente?? en cualkier caso felicidades, bébete la tarde o un algo...y ke cumplas muchos más-

Este es mi mensaje enviado. Tardó en enviarse más de cuarenta minutos, su envío propiamente dicho estuvo ejecutándose en forma de sobre en movimiento durante tres cuartos de hora, con mis ojos incrédulos fijos en la pantalla. Cuántos, no son pocos los minutos sin verte. Absurdo el tiempo sin ti y sin tiempo contigo. Oh sí, podría enviarle mensajes fantásticos y decido enviarle esa puta mierda desganada que incluso se resiste a despegárseme.

Esperaba verLe, que saliera, y lo único que he visto son billetes saliendo de mi cartera. He vuelto a repetir por enésima vez cómo es el olor indefinible de un nevadito y he vuelto a odiar ese sitio porque no Le tengo allí a tres metros. No avanzo nada más que para llegar al canasto de las pipas y tampoco tengo ánimo de paso base ninguno. Procuro mantener todo esto en el fondo de mi bolso mientras escucho cómo la novia del Dañino me cuenta que se casa con él en mayo y que no habrá fiordos en noruega. Mientras el vodka con limón hace su trabajo yo me río unas cuantas veces y con lo simpática que soy me gano el asistir a su despedida de soltera. A todos aquellos que no me interesan lo más mínimo les encanto. A Él no sé cómo tratarlo ni qué viene a representar ya en esta nada. De un tiempo a esta parte me viene dando más tristeza que rabia y entonces me pregunto si ya me estaré acercando al único final que conozco o qué más necesito para comprobar que esto es un vacío inmenso sin probabilidades de llenarse de otra cosa que no sea aire. En este ceda al paso que me habita no sé dónde termina el respeto por las señales y dónde empieza el masoquismo, sigo sintiendo que he hecho tantas cosas acelerada que ahora no me canso cediendo, aunque no importa, dentro de nada me sentiré distinta desembragando o seré capaz de tirar del freno de mano.

-si prendiésemos fuego a la estupidez no habría quien pasara frío este invierno-

Esto es lo que yo misma me he contestado hoy en el facebook. Y no me he enviado la bulería que tengo incrustada en la cabeza porque entonces daría como miedo. La vida es un contratiempo, vaya que sí lo es, y a mi me pilla ahora mismo con agujetas de mambo en una sola de mis piernas, la derecha.

Así no se puede ir ni a echar de comer a las gallinas, aunque finalmente el empujón para salir de la capital no va a ser tal y me marcho sólo el tiempo justo y necesario. También puede ser que no vuelva a vivir aquí nunca más, ahora mismo no lo sé ni me importa ni tengo ganas de ir a ningún sitio.

-voy a vaciar el cenicero-

Obvio la parte en la que he ido y he vuelto de pillar en 4lcorcón con el depósito del coche en reserva, es mejor olvidarlo.

4 de diciembre de 2009

Y el fútbol como fuente de lucidez

Me bebo dos o tres latas de cocacola diarias pero no he vuelto a fumar hachís. Sigo sin encontrarme bien, estoy viciada.

Cualquier cosa que hago me acaba creando vicio y ese vicio me dura todo lo que yo consiento que dure hasta que cierto día opto por no viciarme, o conozco un vicio nuevo, y entonces me olvido absolutamente del vicio anterior como si nunca lo hubiese tenido y me dedico por completo al nuevo.

Este nuevo vicio de no fumar hachís me sale bastante económico porque cuatro o cinco porros diarios hay que pagarlos a razón de más de tres euros el gramo y la cocacola del día, muy al contrario, se paga a diecinueve céntimos la unidad. La diferencia es considerable.

El vicio de pensarLe todavía no se me ha quitado porque soy la persona más consentida que conozco y pensar es completamente gratis. Podría coger la costumbre de llamarle a todas las horas del día y de la noche, y así hasta que cambiase de número de teléfono o me dijese mierda con todas sus letras, pero por el momento opto por seguir en silencio que es mucho más rentable. Quizá algún día me salga caro, quién sabe.

El vicio de madrugar, el de comer con postre, el de hacer el amor, o el de salir a repartir currículum de folio y medio no los contemplo todavía. Vicios de cierto provecho no tengo ahora ninguno, es verdad. Por el momento, y mientras las cocacolas diarias sean tres y no siete, estoy medianamente conforme con mis vicios actuales. Los actuales me permiten pensar que podría ser todo mucho peor, no veo reflejo de ellos aún en mi cara o eso creo.

En unos días volveré al vicio de la marihuana y al de no hacer la cama. Dejaré los del adsl y el insomnio. Un amigo de mi hermana se quedó sin trabajo hace unos meses y ahora sin matrimonio. No tiene dónde caerse muerto y se va a caer aquí en esta habitación. Lo siento por él, a veces pienso que de aquí no hay escapatoria. Yo, por mi parte, no tardaré en coger el vicio de cagarme en dios y en la virgen porque mi padre empleará parte de sus horas de pensionista de pueblo en recordarme que no soy nadie.

Quizá allí, con el pozo bajo las baldosas, constate de una vez por todas que necesito renovarme. Quizá no. Pretendo probar el vodka con sprite, ahorrar y respirar mejor. En principio cuento con tres meses para ello. No son muy altas las aspiraciones, al menos por el momento, pero aunque no se trate de pruebas muy difíciles puede que no las lleve a cabo nunca porque me encuentre viciada con otras cosas distintas aún por determinar.