18 de febrero de 2012

Cantar pa ti es clavarme espinas

Los grandes sindicatos de este país acaban de superar en mi escalera de repugnancia a ana botella. Un par de manifestaciones más en domingo y alcanzarán a figo.

Quisiera concentrarme con facilidad en otra cosa que no sea este desamparo, pero está todo hecho una mierda y no sé de dónde sacar el ánimo.

Frente al ordenador consigo prestar atención durante más de un cuarto de hora a lo que dice Daniel Ortega, aquel a quien los grandes medios de comunicación de este país ignoraron cuando su rey mandó callar a Hugo Chávez, pero enseguida recuerdo que Ángel quedó conmigo de forma animada y aparentemente sincera para luego no presentarse. Termina de centrifugar la lavadora y mientras busco el canasto de las pinzas en la terraza pienso que Ángel seguirá todavía transportando el bolso con ropa sucia a casa de su madre. En la noche granadina, Noelia y yo cruzamos el barrio del Albaicín camino del flamenco en directo que encontramos en el interior de las cuevas del Sacromonte y al sentarme en la silla verde de nea siento que me están dedicando el soltera te va quedar y entonces me acuerdo de él y así sucesivamente.

Lo más cerca que he estado de besar a otro sucedió tras san valentín mientras realizaba mis prácticas diarias en radiología convencional. Ante la insistencia de mi compañera, él pareció interesado en mí y sumamente receptivo. Se apresuró a presentarme a la familia que le acompañaba y me piropeó varias veces. Todo hubiera sido muy bonito de no ser por su evidente síndrome de down y mi mutismo repentino. Un par de horas después robé del bolso de regalos a pacientes un corazón de terciopelo, para descanso de Coco en la limpieza de los cristales del coche, y a mis compañeras de piso posteriormente les dije que el corazón me lo había regalado este chico porque estoy aprendiendo a mentir sin que se note.

Noelia sigue siendo la amiga más confiable que tengo. Ella no sabe que estoy mal de la cabeza pero sí sabe que robo porque yo misma se lo hice saber, tanto al ofrecerle chicles de hierbabuena como al regalarle el paraguas negro de lunares rojos que extraje de mi bolso y que se ha llevado de vuelta a Saint Denis. Ni siquiera hemos mencionado a Ángel durante su estancia en Andalucía porque ella, que estudió magisterio, es maestra en hablar del pasado como quien habla de la prehistoria.

El último resfriado me ha durado más de dos semanas, algo inusual en mí. Dada mi tos nocturna y que los mocos no terminaban nunca, llegué a pensar que una neumonía acabaría conmigo y con este padecer pero por lo visto sigo viva y fumando domingo sin aditivos.

3 de febrero de 2012

Doble ración de realidad común

La mujer más guapa que he visto en toda mi vida abandonó su relación con Ángel tras enamorarse de uno de los mejores amigos de él, allá por finales del siglo XX, poco antes de que yo apareciese en escena angelical y fuésemos felices cogiditos de la mano calle arriba durante todo el verano y parte del otoño.

Este diminutivo de fulana mide metro y medio pero tiene la belleza concentrada la muy maldita, como las mejores fragancias. Ya puedo encontrármela rubia, castaña, pelirroja, con cuatro pelos, con la melena larga o un largo etc, que lo primero que veo son sus dientes derrochando felicidad por debajo de mi sobaco.

Solamente en el transcurso de mi relación con Alberto, cuando follábamos casi cada noche en el intento de que la anarquía se instaurase para siempre, se me quitaron las ganas de pisar su cabeza perpetuamente sonriente. No tengo idea de quién de las dos lo decidió antes, pero es un hecho que ambas dejamos de follar en pareja prácticamente al mismo tiempo, allá por cuando Fallujah se convirtió en cementerio.

Acabo de comprobar que la última vez que me choqué con sus dientes fue a finales de abril de 2010, en el cumpleaños de Pablo y en la puerta del baño. Recuerdo también distinguir su corta estatura una noche de este verano último pero no me revolvió lo más mínimo puesto que no la ví cerca de Ángel.

Ahora he vuelto a llorar y moquear por esta historia interminable. Hace un par de noches es ella quien etiqueta a Ángel en varias fotos que tuvieron lugar durante el transcurso de una fiesta la semana pasada. Es ella quien le acerca hacia sí y le coge del brazo, es ella quien se ríe deslumbrante, es ella quien aparentemente es su amiga y no yo, que me reflejo insignificante dentro de todo esto. En la foto de ambos en primer plano es ella quien escribe qué ojitos Ángel.....jjajajja y es él quien no responde. Es ella quien me hace ver, indirectamente a través de las fotos, cómo los amigos de él se encuentran allá atrás lejos de su perenne sonrisa y todo apunta a que estuvieron un rato juntos, dado que en otra de las fotos Ángel extrae su paquete de fortuna y se le ve relajado y bien hablando con ella.

No tengo nada que hacer frente a la mujer más guapa que he visto en toda mi vida al contar con semejante historial. Dudo, relativizo y vuelvo a dudar si a Ángel le quedará confianza en ella, si aún la quiere o de qué va todo esto. Siento que ella me supera en todo, excepto en altura y talla de sujetador. No puedo odiarla y me empequeñece a mí dada su única tara. Es probable que a lo largo de estos años ella haya enamorado a otros siete, entiendo que ella es siempre quien elige pero quién me dice a mí que no haya vuelto a elegir a Ángel.

Cuando consigo descartar toda posible relación entre ellos aparte de su aparente amistad, entonces recuerdo aquello que me dijo Ángel en 2006 tras insistir en que escupiera: yo es que no quiero pillarme los dedos con nadie. Esta metáfora del dolor me hace pensar que ella nunca ha desaparecido del todo y vuelve a introducirme en esta pena negra. En ese mismo año sucedió el gatillazo, tras el cual representé a una zorra y no a una persona, pero considero que después me he arrastrado lo bastante como para dejar en el olvido aquel episodio. También rememoro las palabras de su hermana diciéndome sin nombrarla que a ella sí la quería mucho y que, entre otras cosas, la llamaba por teléfono y mi hermano nunca llama a nadie. Si te llama o te envía algún mensaje te puedes dar con un canto en los dientes.

Es muy posible que escribir todo esto aquí no sirva para nada pero si dentro de muchos años internet sigue siendo gratis podré leerlo y comprobar lo estúpida y poca cosa que he sido siempre. Creo que todo lo vivido y esta cantidad de años muestran motivos suficientes para que desista en este empeño y, sin embargo, no lo hago. Me mira/rá con esos ojitos y me olvido de todos los males. Supongo que él debe saber qué es lo que siente y por qué no me quiere cerca, yo sólo he conseguido de su parte esa metáfora, este dolor de estómago y una retahíla de huidas que para contarlas pronto necesitaré las dos manos.