14 de noviembre de 2010

Me has hecho daño, vete

Son ya varias las noches consecutivas en las cuales le rechazo y digo cosas feas, como que ya nunca más volveremos a besarnos. Le digo que estoy cansada, que no tengo ganas, que ya nada es igual. En realidad pienso mucho y muy deprisa, como siempre. Pienso que digo estas cosas, cosas como las que nunca llegaré a decirle, y se las digo muchas noches. Él, allá donde quiera que se halle, seguramente no queda lejos de una rutina que no se rompe. Le odio un poco y pienso nuevamente. No sé para qué pienso tanto y en tantas cosas si después nos vemos y se me olvidan. Me dedico a odiarle otro poco y vuelvo a rechazarlo, llenándome de razones para no besarnos. En resumen, por no enfrentarme a este abandono en el que me tiene, le abandono yo una y otra vez utilizando un desprecio que tengo que ensayar porque no me sale.