29 de diciembre de 2008

Lo redondeo, lo miro con deseo

Aquél de mi infancia, mi primer amor, el Dañino, me enseña una foto el sábado de cuando él y yo éramos tan sólo parvulitos, de cuando él todavía se dejaba caer mocos verdes y gigantes que se le escurrían, sin orden ni acierto, haciéndole juego con el color de sus ojos.
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Éstos, -los ojos-, le sirvieron, durante un tiempo, para no hacer los deberes, para besar a toda aquella besable y para que, de cuando en cuando, yo me los encontrara pegaditos en mis cosas y enamorarme otro poco desde el lodo marrón de los míos.
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-¿tú has follado alguna vez? (...) yo es que ya lo he intentado con todas-

Cuando él me lanzó esa frase y dilapidó mi adolescencia, su abuelo materno, un buen hombre junto al cual recuerdo comer gusanitos viendo el gordo y el flaco, aún no se había ahorcado de una biga en la cochera de la casa y, evidentemente, su madre aún no se lo había encontrado colgando, faltaban todavía algunos años para ello.

Yo, me reconozco en la foto y con ella verifico que hubo otra época anterior a que yo escuchase aquello. Veo que tengo el pelo largísimo y recogido por una coleta, que hablo con Esa y por lo tanto la instantánea me coge de perfil y que llevo puestos poco más de cuatro años y lo que pudiera pasar por ser un pijama. Yo, le quería a él y a ningún otro, fue el primero y sólo hay uno y así fue durante años; el mundo se me terminaba tras verle sonarse los mocos.

Él, que siempre ignoró su daño y mi amor, me muestra la foto ahora, y lo hace divertido, del mismo modo que me mostró el año pasado las seis marchas de su deportivo. Aquella noche, antes de seguirle el rollo y subirme a su auto, le vi cómo despachaba a su novia y le vi venir sin moco de ninguna clase y de tanto estirar la noche calentándole la polla salió el sol por la mañana y tuvo que acostarse con la misma de siempre. Recuerdo que le dejé comerme la boca un par de veces porque quería ver a qué sabía. Todo lo demás que hice fue martirizarle.

No habíamos vuelto a hablar desde ese capítulo del año pasado y ahí estaba de nuevo, feliz de la vida, y me enseña la foto para ver si soy capaz de encontrarme en ella y, mientras yo sonrío preguntándole quiénes son algun@s de los que aparecen con nosotros en la imagen, afirmo que todos hemos cambiado mucho pero lo que estoy realmente pensando es que, por aquel entonces, él ya apuntaba a hijo de perra y yo a pardilla itinerante. Bastaba con echarnos un vistazo.

Horas después me encuentro, pensando en todo esto y en más, en el coche de Mario.

Nos encontramos los dos solos en plena madrugada y llevo todo el transcurso del día fumando. Ya hemos vuelto pero da igual, de no haber siquiera salido, la situación sería exactamente la misma. Hablamos de otras gentes, de unos y de otros, yo no sé para qué ni cómo. De nosotros hablamos muy poquito, yo digo cosas como que ya está lloviendo otra vez, que hace frío y que algunas gentes me dan miedo.

Aunque la noche es oscura, Mario reconoce todos y cada uno de los coches que pasan a unos trescientos metros de donde nos encontramos. Nadie parece percatarse que allí estamos puesto que sólo enciendo la luz para quemar y posteriormente liar, después la apago. Me cuenta quiénes son los conductores y sus parejas, -tod@s conocidos de ambos-. Sabemos y/o entendemos que están moviéndose por los caminos en busca de un buen paraje donde echar un polvo y lo que, de primeras, pudiera suscitarnos envidia, se convierte en una puta pena cuando vemos que algunos regresan en cuestión de veinte minutos y, sobre todo, cuando Mario me hace conocedora de algunos detalles de sus vidas. Llega a decirme que prefiere estar allí conmigo a que le jodan la suya por ahí.

Por otra parte, prácticamente toda la gente con la que me detengo a hablar me pregunta por Fran aún desconociendo que éste pasará el fin de año en mi casa. Tod@s me preguntan y a mí se me ha olvidado el día en que vuelve. Les miro a los ojos y, muy tranquilamente, les digo la verdad, que no recuerdo cuándo me dijo que regresaba ya que siempre me habla de unas cosas y de otras hasta que me pierdo.

Vergüenza, sí, ese es el resumen de este fin de semana.

26 de diciembre de 2008

Ni tú, ni yo, ni perro que nos ladre, ni el calor del sol

No hay mejor cosa que hacer, en nochebuena, que emborracharse.
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Sólo así me explico cómo aquellas pequeñas cosas que son del todo tristes me den la risa. Sólo así termino hablando con gentes que, siendo otra la fecha, no llegaría a hablarles jamás. Sólo así me olvido que, esa misma noche de hace diez años, me llevé lo que terminó siendo mi primer golpe angelical. Sólo así se hace medianamente llevadera una cena de esas características, en la que estamos todos los que somos, faltando el más importante entre nosotros. Sólo así se comprende que ahora, a posteriori, me sea imposible el poder narrar los hechos.
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Ya por la tarde supe que habría gente que faltaría por vez primera esa noche, durante el día hubo dos entierros y todo incitaba a la bebida sin remedio. El anís antes de darme frío me hizo un poquito más feliz y esto, unido al vino que tomé cenando, al cava posterior y todo el martini que se me antojó beber, hizo de mí lo que allí tuvo lugar llegando incluso a gustarme las sevillanas que escuchaba, la actitud de ese o de esa y la simpatía de esa otra.
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Como no veo la tv no sé si es, o no, una cuestión de moda pero a gente que habla conmigo le da ahora por agarrarme la cabeza, o directamente abrazarme, y darme sucesivos besos en las mejillas. Lo hacen repitiendo mi nombre mientras proceden a su besar repentino, encantad@s de la vida. Tanto ímpetu me es sorprendente, si fuese una cuestión de moda creo que me jodería y no es causa de la navidaz porque viene ocurriendo desde antes.
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No ligué absolutamente con nadie, me ocupé de beber y reirme en todo momento. Por otra parte, sigo pColor del textoensando que a la gente le pueden dar a toda por el culo, me es indiferente, ni un amago de arrebato tuve de besar yo por mi cuenta, ni uno sólo siquiera. También es cierto que, aun siendo todo esto así, acabé escuchando y presenciando tragedias y vítores de todo tipo entre besos y vasos al suelo.
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No sé qué querían de mí o qué pretendían manifestarme realmente, mientras yo, tan sólo esperaba que pasase la noche cuanto antes. Yo, también y desde hace ya tiempo, no les digo a los demás lo que realmente pienso y creo que esto es mejor así y máxime cuando voy más pedo que alfredo y podría llegar a decir cualquier cosa.
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Esta nochebuena no ha sido la mía. Tampoco lo fue aquélla, en la que recibí el primer golpe angelical a la altura de mi egopecho, aunque en un cuaderno que ya hace años que hice añicos quedó escrita. Bah, buena gana de escribir, ni siquiera fue un buen golpe pues sabía de sobra que no debía acudir adonde no se me había invitado.
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Pienso, por otro lado, que si se me diera la ocasión de vivir mi nochebuena y después contarla en un blog, sería algo que acabaría escribiendo cualquier otro conmigo muerta. No sería cosa díficil, no me entretendría en hablar con unos y con otras, sería todo muy sencillito y con poca cosa que contar, me pasaría toda la noche haciendo el amor hasta quedar exhausta.
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Puede que haya quien piense que es una buena fecha para ahorcarse.

22 de diciembre de 2008

Fun fun fún

Ni le he visto ni he sabido de él.

No es que esperara que fuese a felicitarme, cosa que no ha hecho ni me importa, pero sí esperaba encontrarme con él este sábado. Esperaba verle, volver a hablar con él y cerrar así un día eterno. No ha sido así y vuelven de nuevo a mí los pensamientos de imaginarme ya vieja y que todo seguirá estando como está, intacto y con un silencio perpetuo. Lo demás me da un poco igual: el cumpleaños, la navidad, el trabajo, fin de año y su puta madre.

No tengo vocación de nada que no sea querer acercarlo.

La gente vuelve a importarme una puta mierda, mienten y mienten y vuelven a mentir. La mayoría de las cosas que he vivido estos días me son indiferentes y termino inmersa en un vacío existencial bastante considerable. Puede llegar de pronto uno con una metralleta y matar a cuarenta y cinco, delante de mis narices o enterarme luego, y no darme pena ninguna. Tampoco es que me estorbe alguien -Bea incluso me ha hecho gracia al encontrarme con una llamada suya el domingo y no el sábado que es lo correspondiente- pero, que se mueran no me importa, creo que yo ya debí matarlos en mis adentros hace tiempo.
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Bien podría nevar e incomunicarnos todos, con una sola avalancha de guapos me conformo.
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Con lo feliz que estaba yo al haber podido olerle de nuevo, al pensar en los últimos hechos y al saber después que llamó la atención de Sandra, simpático como nunca y que la llamó por su nombre y la estuvo explicando que él y yo nos habíamos visto y que habíamos estado hablando, que la llenó a ella también de explicaciones, joder. Yo estaba feliz y todo era estupendo pero ahora, otra vez, este puto silencio que no deja de sonar en mi cabeza.
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Tengo las mismas ganas de cenar langostinos que las de recoger aceitunas.

18 de diciembre de 2008

punto de inflexión II

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Lo he dejado atrás, claramente sí. Lo he hecho.
Supongo que a esto se le llama cambiar. Porque cambiar no es la mierda esa -que cuentan- de casarse de blanco con tarta a juego y sentar la cabeza; la cabeza no se sienta, la cabeza se utiliza. Y yo ya he aprendido, entre otras cosas, a cuándo no hay que utilizarla, a controlar mi ansiedad en cierta medida, al menos en la justa.
Aún me quedan muchas cosas por dejar atrás, o todo, según se mire.
Necesitaba, creo, sí, quizás, necesitaba sentirme así tal y como me siento ahora tras los últimos acontecimientos, para dejar atrás el lado oscuro. Y lo he hecho, cómo no, con su ayuda. Lo he conseguido.

13 de diciembre de 2008

14km

Fran me recomendó esta película.

Es una historia africana y hay que verla.

A mi me tocó en casa de éste, ya me había hablado de ella y le apetecía verla conmigo, me había dicho que le impactó mucho y que se acordó de mí. El domingo por la noche no teníamos, ninguno de los dos, otra cosa mejor que hacer y yo ya me había fumado lo bastante.

Lo que Fran no sabía es que en esa película aparece Asilah, un pueblo de la costa marroquí en el que estuve tres noches y cuatro días, allá por abril de dosmilcinco, y cuyas calles -encaladas y blanquiazules todas- todavía reconozco y eso que de periquita tengo poco. Allí en Asilah conseguí probar un hachís con cierto remanente a doble cero y, allí compramos diez gramos con el correspondiente dieciseis por ciento o así de ktjdn.

Tampoco sabía Fran, y le anduve explicando, que justamente otra de las secuencias de la película/documental estaba grabada en el interior de una pensión -por llamarla de alguna manera- en la cual pasé un par de noches allá por diciembre de dosmilcuatro, dentro del zoco de Tánger. Le expliqué que la llamada al mohamed comosellame no es igual a las tres de la mañana que, por impresionante, a las cinco de la tarde.
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Recuerdo las filigranas a hierro forjado de las barandillas de esa pensión, sé que es esa porque era una de las más famosas, y aún tengo la foto de cuando allí estábamos y el barça ganaba a no se quién europeo y lo veíamos por tve1 y que salió el tonto de siempre hablando en el telediario en los deportes y que de las ciento cincuenta cabezas o así que habría en ese momento en el salón sólo yo llevaba pendientes. Las únicas tetas de la sala, las mías, y yo no sé cómo entre unos y otros amigos todos que si santacoloma que si valencia, me acabaron colocando en el centro de la estancia y ahí quedé, retratada, rodeada de bigotes y fumada que te cagas. También, en esa terraza el Alberto, hasta arriba de hierba buena, se dejó ocho euros otra noche comprándole al amigo dos candelabros de plata mala.

A Fran, que parece que quiere bajar alguna vez conmigo, no le dije que seguramente uno de los niños descalzos de los que tan pronto te hablan en perfecto cristiano como en alemán a la espera de que abras la boca y te definas, habría llevado de la mano al cámara y acompañantes hasta la terraza del amigo, y que casi que yo apostaría porque así fue. Tampoco le dije que esa misma perspectiva del barrio antiguo de la ciudad la había visto yo, mientras me bebía el té que me habían servido de gratis y seguía el timo de las alfombritas que le hacía otro amigo al Rodolfo, que entre porros y baratobarato no se enteraba de nada.

A pesar de rodar también acerca de Mali, Ibrahínes no salía ninguno.

De Marruecos, en esta película, sale sólamente el engaño, sí, y muy bien plasmado.
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Los zapatos retorcidos que devuelve el mar supongo que seguirán en su sitio y el dirham seguirá a once o así, con crisis o sin ella.
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Allí hay miles de ojos, siempre, acechando, mirándote.

Catorce y una imágenes me llevaron a aquél agujero en el suelo en el que se meaba y se cagaba todo dios y todo alá, y al que después, la señora de la fabada que trasnochaba para esos menesteres, le lanzaba un cubo de agua. Recuerdo el momento preciso en el que Noelia y yo constatamos la presencia de la señora de la fabada y cómo ella espoleó en árabe y de muy malas maneras al bigotudo que nos precedía para que éste diera paso a las damas y recuerdo también, hasta con el estómago, que a Noelia la ardían los ojos y no la salían las palabras y que la música en directo nunca se acababa.

Lloré con escenas de la película y lloré en aquel tren que nos subía desde Rabat allá por diciembre de dosmilcuatro. El arcoiris aquella tarde daba la vuelta al cielo y nunca jamás antes había visto yo el cielo tan inmensamente ardiente al anochecer y el Alberto dormía sobre la quinta mochila de nuestro vagón y yo escuchaba no se qué tragedias a Cheba Zahouania a través del discman y la guapísima del pañuelo yo no sé a dónde miraba pero el del bigote del asiento contiguo no me quitaba la vista de encima.

Ni a Fran ni a nadie le he dicho nunca por qué lloraba sin desprender mi vista de la ciudad de Tánger, aún ya quedando a lo lejos, desde el ferry, sentadita en una caja de hierro, balanceándome, en un recoveco. Ese fue, por otra parte, mi último regreso.
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Tampoco le digo a nadie que aquel otro amigo tenía razón cuando me miró a los ojos y me dijo que él y yo éramos iguales.

El olor a sardinas repercutido me lleva siempre a aquella esquina, siempre, y allí me deja mientras visualizo cómo aquel morito del tenderete vecino coge con las manos las patatas recién fritas y las vuelca sobre la hoja del periódico. Y aquél amigo de tarde entera, algunas veces por memoria, está comiéndose nuevamente con las manos la sardina estofada o lo parece y menos mal que la memoria no huele porque vomito y se la dan a probar sólo porque nos ha llevado a ese sitio, donde según nos cuentan se rodaron películas y marlon brando o no se quién dijo esto o aquéllo.
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Cuando aquel otro amigo me vio la tarjeta de bp de la gasolinera no sé por qué me dijo que él portaba en su cartera la tarjeta de carmen ordoñez, la enfarlopada o lo parece en la bañera. Me explicó que estuvo viéndose con ella durante un par de meses y que era buena persona, relató y relató su ir y venir con ella e incluso me anduvo diciendo qué productos bajaba él a comprar cuando carmen ordoñez le invitaba a protegerla el fin de semana, bajaba al hiper y a la farmacia. Se supone que yo ahora voy funcionando con la tarjeta de bp de carmen ordoñez por madrid y aquel otro amigo funciona con la mía, eso daría para una película. Y el caso es que, en nuestra vuelta a madrí, en carabanchel, la pasé para ver los puntos y tenía dos mil más que en la mía. Los canjeé y me gusta pensar que tengo el secador de pelo de la carmina ordoñez.

No falta -en la película de 14km- el local de turno, creo que lo colocan en Níger y lo hacen llamar "el fin del camino", que acaba siendo una utopía que te cagas. Mientras lo veo en silencio con Fran recuerdo que yo, por tener cara de espanyola divertida para asomarla a través de un ventanuco a la autoridad competente, conseguí que nos dejaran pasar a nosotros y a los amigos a lo menos tres sitios que ya estaban cerrados pasadas ya las tres de la mañana y las cuatro.
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Estos amigos lo parecieron de verdad y terminaron llevándonos en su fiat punto a la entrada del zoco dónde nos alojábamos pasadas ya las seis y nos invitaron a coca y no quiero gracias, y se liaron los porros de su chocolate y rulaban las cervezas una detrás de otra. Uno de ellos primero me tradujo una canción del cheb khaled y luego entre otras cosas me contó que su mujer estaba acostada porque ése era su deber, lo estuvimos discutiendo y recuerdo que luego me daba besos en el gorro rojo para hacer las paces. Estos amigos tenían dinero, todo tipo de drogas y muchas ganas de juerga, no nos dejaron pagar ni una sóla ronda. El día siguiente lo hablamos entre nosotros y nadie había pagado nada.

Pero no es nada agradable encontrarte dentro de un sitio que bien pudiera pasar por ser el palacio de las mil y una noches y que, mientras tú te entretienes en observar las columnas, te venga la furcia más próxima a darte consecutivos golpes debajo de las rodillas. Allí se viven momentos en los que, entre unas cosas y otras y la utopía flotando, te hacen sentir vacía, sobre todo en el instante preciso en el que caes en la cuenta que la noche, allí, es para las putas como yo y como ellas.

En resumen, en la película muere quien tiene que morir y ya sólo por la música merece la pena.

Los 14km están llenos de historias, esto son sólo un par de ellas.

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Fran también pretende ver conmigo desde hace algún tiempo, Un novio para yasmina. Estamos esperando que deje de descargarse porno en su emule y mi ares. Quiere verla conmigo porque sabe que mi hermano Miguel se ha casado con Al-Ain y que la está esperando.

11 de diciembre de 2008

La vida es una puta tómbola de luz y de color


-Hacerlo a la pata coja no me gusta-
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Esta y otras expresiones similares utilizaba yo cuando tenía alrededor de ocho años, y más concretamente, cuando portaba la cara que se puede apreciar, de cuando accedí al primer grado o así y yo seguía siendo todo inocencia.

Ya había adquirido yo, por entonces, la marca o señal en mi labio superior debido a un corte que me hice con una esquina del patio del colegio adjuntándome, junto al corte, un complejo súper gigante que se mantuvo muchos años conmigo y un odio inmenso, desde entonces, hacia los cazadores puesto que, ese día, el médico debería haber estado pasando consulta y no de safari para así, de ese modo, haberme podido grapar los puntos en el labio por dentro y no por fuera como hizo al día siguiente.

No sé si yo tenía esa cara ya, o parecida, cuando aquél veinte de diciembre me regalaron por mi cumpleaños un balón de color rojo y negro, de plástico, el cual me entregó mi ma'. El balón en cuestión, tal como supe poco después, valió veinte duros, pero aún así fue el mejor regalo que me han hecho en mi puta vida.

Yo tenía bastante con mi mundo imaginario, con mi amiga la hormiga, que a cuántas hormigas distintas no vería yo!, pero me emperré en que esa hormiga era mi amiga. Me debía estar leyendo la colección de Mi hermana Clara o Alí Babá o semejantes flipadas para llegar a vivir propiamente aquella fantasía, no sé, ya no recuerdo.

Lo que no mata, engorda. Se decía. En aquellos años y otros posteriores, a primeros de los noventa, mientras aquél enredaba su piernecilla izquierda entre los radios de mi bh rosa por empeñarse en montar atrás, otros mordían tres, cuatro veces, la tarta que había hecho mi ma' y lo desechaban argumentando que estaba muy fuerte.

Mi ma' reconoció más de una vez que el único pedo que se había cogido en la vida fue bebiendo sol y sombra, como en los toros. Nunca jamás en la puta vida, por años que pasen, olvidaré que una mañana primaveral de finales de los noventa, Angel mediante, me levanté con mi pedo oliendo el pañal de LaMía que esperaba a ser levantada desde la cama contigua y que acabé vomitando entre las sábanas el kilo y medio de banderillas -como en los toros- que me había comido entre cerveza ocho y cerveza diecinueve mientras estuve bebiendo con Julián en aquel bar y tampoco se me olvida que era el bar del pensionista. Muchas son las veces que me acuerdo de todo aquello cuando me veo extendiendo una fregona.

La última vez que vi toros y caballos en directo yo tenía la misma cara de niña o así y por sólo (*balón rojo) quinientas pesetas podía acceder a la plaza; por eso y por mi cara bonita. Que ya me lo dijo aquel cura que se parecía al bajito del dúo dinámico -tienes una cara muy bonita-, y recuerdo que añadió que de no ser cura sería pederasta si acaso no pudiera ejercer de las dos cosas o no sé.

Sigo queriendo saber, por otra parte, quién fue aquél/la que en mi trece cumpleaños guardó silencio y pasó desapercibido en la entrega de regalos. Descubrí el suyo media hora más tarde, una vez se hubieron ido tod@s de casa, creo que me lo dio alguien de mi familia, quizá mi hermano Pedro, y seguía envuelto, a falta de entrega. El papel que lo envolvía era de un periódico y contenía un blog para dibujo técnico y creo recordar que también unos rotuladores de colores.
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Sé que ningún año antes de ese trece se había congregado tanto personal en mi cumpleaños. Nunca antes había abierto tantos regalos, ya no recuerdo ni mi forma de abrirlos, ni el antes, ni el después, ni la mayoría de ellos, ni la mitad de invitados, pero algo debía haber en mí para que ese alguien optase por no entregarme nada. Es un sentimiento extraño el que se me queda de todo aquello, siempre he sido muy egoista pero qué debió pasar, o cómo debí comportarme para que optase por esconder el suyo, no lo recuerdo. Sí que recuerdo que yo también callé, como ese alguien, y jamás le dije a nadie en el colegio ni en parte ninguna que había encontrado un regalo sin abrir.

Tampoco creo que olvide que aquel trece cumpleaños lo viví por vez primera junto a César, Mario, Noelia y el amigo gay que toda mujer quisiera tener, siendo este último el más niño de todos los allí congregados. Y sé que allí había gente que luego me hizo, en su momento, el suficiente daño como para hacerme más fuerte.
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Y hablando de daño y la rosa y sus espinas...

-Esto es muy largo y hay prisa-

Esto, o una expresión similar, es lo que me dije a los casi, dieciocho, cuando me crucé con esa niña bonita y la robé los ojos.

Esta, la niña bonita (que tan bien representa esta imagen), no existió hasta entonces en mi vida, hasta mis casi dieciocho. No me martirizaba todavía y siempre entre los mismos cálculos, putos números, putas posibilidades.
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Entiendo que ella ya estaría desde años atrás haciendo de las suyas, echando humo, enamorando a su paso como si tal cosa, y enseñándole al mundo sus dientes. Andaría ya rondándole en la cabeza la idea de fracturarle el corazón para ponerlo en mi camino o no sé, lo que es seguro es que ya era guapa.

Joder, sigo preguntándome todavía hoy si no sería mejor quizá no haberla conocido nunca y de esa forma no llegar a sentirme nunca más como la niña gorda de la bañera ya que así me ha hecho sentir y, si me paro a pensarlo, casi que lo doy todo por estrenar, de nuevo, la camiseta que llevo ahi puesta en la foto de primaria, la cual recuerdo que era de barrio sésamo.

De Coco paso de hablar porque a Angel no le hizo ninguna gracia cuando le dije que me lo había regalado el Alberto, lo soltó de pronto, como si diera calambre. El veinte de diciembre de dosmilseis mi hermana María me regaló un Coco según ella / un Monstruo de las Galletas según yo, súper gigante, que se le saldría el culo al sentarle en una silla y que, ahora mismo, y a mis casi veintiocho, me está observando con uno sólo de sus ojos, me amenaza diciendo que haga el favor de fumarme otro porro y que deje de escribir ya aquí tanta lancha junta.
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Creo que he cambiado mucho desde primaria.
Ya no espero nada.
Ya se me olvida que el mismo día que me dejé más de treintamil pesetas en el dentista, la recepcionista muy gorda y muy mona ella, me dijo que mi señal en el labio con dos gotitas de nada de silicona se eliminaba.
Ya no voy dándome besos con lengua, en el antebrazo o al espejo, probando a ver cómo se besa, ya sé que la culpa de no besar no la tiene mi señal en el labio.
Ya sé que de mayor no soy, ni voy a ser, como Juana la del Sergio.
Ya no acepto caramelos de hombres mayores a cambio de retorcerme el moflete.
Ya veo pasar los años, a mi pesar.
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-Ya no me roban el alma las fotos ni, mucho menos, la inocencia-

Esto lo digo hoy, tal cual suena, con mis casi veintiocho y lo puedo decir cuantas veces quiera, pero paso de subir foto actual de fumada, es algo evidente.

8 de diciembre de 2008

¿y tú me preguntas qué es poesía?

Hoy le he visto. Le he visto y me ha mirado, hoy creo en Dios.
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Si no me metieran un puro por plagio diría que esto lo acuñé yo el sábado por la noche y si la belleza se paga, éste, no gana para letras. .
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No sé de dónde me viene la calma pero me mantengo todo el rato en mis cosas. Estoy yo medianamente pasable ahí, a medio reir, y con ganas de disfrutar de Fran. Parece ser que estoy guapa y tengo pipas en el bolsillo del abrigo. Entre unas cosas y otras, media hora de reloj y la distancia en el medio, yo -por mucho que me indique Mario- no veo una mierda, por lo que comienzo a olvidarme de cualquier cosa y a no desesperarme porque el que no ve, no ve y ya.
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Entonces aparece él.
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Se cruza entera la pista de baile, la cual se encuentra completamente vacía, y se la cruza diametralmente y con un pie delante y el otro detrás, él sólo y de frente. Y yo le veo acercarse, y acercarse más, y veo que es él, ahí, a metro y medio ya, y que viene, y que sigue, y que viene, y que veo que es que viene expresamente a verme, que se ha cruzado la pista para hablarme. A mí.
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Entonces se abre el cielo y yo me meto para dentro.
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Me mira con esos, sus ojos, y yo observo que porta barba crecida de unos cuatro días y una sonrisa envidiable. Se me planta ahí con ánimos de quedarse y lo primero que me dice es una gracia, contestando que anda -con los pies-, y no hablamos absolutamente nada de nosotros dos de este loquesea que nos traemos entre manos, pero permanece allí conmigo algo más de veinte minutos de reloj hablando de todo un poco. Le traen otra copa más pero de ahí no se mueve. Mucho y divertido.
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Creo que soy yo la que va enlazando unas conversaciones con otras y tras todo el recorrido de su boca a la mía llego a saber cosas que no valen para nada, cosas importantes y cosas que no tienen que ver con nosotros. Acabamos hablando tanto de tanto que me sería imposible transcribirlo.
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Sé que allí estaba yo, con mi mano en su hombro, y él mostrándome el lóbulo de la oreja al roce. Y sé que me miraba a los ojos, explicándose, y que me seguía toda la conversación interesado y que cambió de postura, ocho o nueve veces, pero que de allí no se iba, que los silencios eran mínimos y yo le veía encantado ahí explicándose.
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Por vez primera dentro de esta historia he tenido constancia, y así lo he sentido, que está interesado en mi. Lo sé, y así lo siento, y de la forma más absurda y más inesperada lo he visto y constatado con mis propios ojos, con mi propia yo ahí en ello. De hecho, nunca antes recuerdo haberle visto tanto interés en algo como tuvo ahí, todo el tiempo, charlando conmigo. Él, que está tan serio siempre, sin embargo, ahí estaba jugueteando conmigo dentro de todas y cada una de las conversaciones.
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Qué dientes más blancos y qué agradable es y qué guapo por dios santo.
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Había pensado ya en varias ocasiones en el próximo encuentro. Siempre me veía envuelta en triste y barajaba, de algún modo, distintas formas de frialdad entre los dos, de aparente frialdad, de frialdad extrema, de indiferencia, de indiferencia fingida, de mierda, de mierda media, de mierda llena, de mierda rebosante.
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Pero esto no, eh.
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Esto se sale del esquema y acabamos montando un tablero aparte y él tiene el dado. Me encanta, me encanta y me vuelve a encantar.
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Dice, ya no sé cuándo, que se va para allá a ver qué hacen aquellos y allá marcha, pero y a mí ya qué más me da si ya ha hecho la noche, allí conmigo, si yo ya sé que es cierto todo eso que me cuenta que vive hecho un abuelo y no sale de fiesta ni nada y a las dos se acuesta. Yo, ante su marcha, sencillamente floto y flotando llego hasta Fran que, antes de que llegue, ya me ve venir y lo primero que me dice es que Angel siempre me sorprende.
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Tontita perdía es poco.
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No se puede enamorar por ahí a las gentes y luego dejarlas ahi en medio de la pista de baile.
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No, eh.
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No puede ser que se haya metido coca, no, no, eso no es, coca seguro que no ha tomado, y no está nada machito, no, tampoco, y le pongo nervioso, sí, sí, soy yo la que le está poniendo nervioso, y qué divertido está y qué cercano y qué simpático.
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No sé si es que huelo a Sergi, o a qué huelo, pero esta vez ha venido a hablarme y ahí permanece y a esta distancia me huele fijo, me está oliendo, y a esta, y a esta también y qué bien huele él, y cómo puede ser que tenga tanta suerte, yo de pronto, para poder estar presenciando hechos tan estupendos.
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No puede ser ya todo más espléndido. A todo color.
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Una noche muy propensa para que, definitivamente, hubiera pasado de mi por completo. Perfectamente podría haberme ignorado, yo desde mi posición ni tan siquiera le hubiese visto y, sin embargo, él hace justo lo contrario, viene buscándome y terminamos hablando de todo un poco y más que nunca.
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Para rebajarme la euforia y en el colmo de la amistad que ya no le puedo reprochar, le he enviado un sms a las 16.04, hoy día ocho,
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-Angel, prenda, felicidades! no sé si hay que darte veintiocho besos o tirarte de las orejas o las dos cosas o ninguna. en cualquier caso, disfruta del día que para eso es tuyo-
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No me ha contestado. Supongo que, como somos amigos. no pasa nada. Luego con venirme poniendo ojitos, mentón por delante, sabe que se me olvida.

4 de diciembre de 2008

en el país de las maravillas

A veces doy pie y manos a la fantasía, como hoy.

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Me da por creerme que voy a comprarme una casa y me leo de arriba abajo el periódico su vivienda y comparo precios y después elijo el que me es más asequible y luego ya, sobre plano, miro con detenimiento dónde quedará el baño respecto a la habitación, la luminosidad del salón comedor y por último imagino y me creo las dotaciones sociales en el barrio. Me veo bajando en el ascensor, pisando la tarima flotante y sacando la basura.
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También me imagino que finalmente quedo con Sergi tal como me dijo la otra noche, pienso en que me llama y que nos vemos en los alrededores de plaza castilla y que le encuentro tan guapo como le veo siempre, que nos sentamos frente a frente en cualquier cafetería y que hablamos de cosas intrascendentes y que en un momento dado me pregunta qué podemos hacer y yo respondo diciéndole si acaso sólo yo quiero comerle la boca o si pensamos los dos lo mismo y estupendamente. No sé ni lo que me contesta pero hacía mil años que no sabía de él y ahora vamos a vernos.
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Me creo que voy a ser mucho más responsable a partir de ahora y por ello hoy me dedico casi exclusivamente, aparte de lo mencionado, a subir aquí minuciosa y pacientemente todas y cada una de las obsesiones que vienen teniendo lugar y sentido -dentro de mí- de forma demasiado frecuente para ver si así, juntándolas y dejándolas presentes, reviento ya de una vez o se hacen amigas y me dejan en paz. El caso es que no sabía que en un sólo día fuese capaz de pensar en tantas y pienso en superarlas todas.
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Me digo a mí misma muy seriamente que voy a estudiar y todo, incluso voy a pagarme un par de cursos contrareembolso y como me propongo hacer cosas de provecho me ha dado por colocar aquí un reloj que da la hora tamaño miopía para tener presente el tiempo que pierdo, detalles no más, y a la vez recordarme que he de ir de una vez a revisarme la vista.
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Pero sé, perfectamente, que por muy grande que me ponga el reloj voy a seguir haciendo lo que me venga en gana. Sé que no voy a estudiar todo lo que debiera y que detrás de todas estas obsesiones vendrán otras tantas. Sé que no me voy a comprar uno de esos pisitos en la puta vida, al igual que sé que he quedado con el Sergi para después del puente inmaculado porque ya puede estar todo lo guapo que está pero yo necesito días para encontrar ganas verdaderas de algo, días para depilarme y días para creerme que así, de pronto, le entren tantas ganas de verme..
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Y es que me paro a pensar en lo que realmente sé que voy a terminar haciendo y la fantasía se me va a tomar por culo porque pienso en los deberes y en todo lo que no he hecho. Me pasa igual que cuando tenía doce años.

1 de diciembre de 2008

Para bailar la bamba se necesita

Yo no sé si esto se mastica o se traga tal cual.

Ahora, además de botellines, a Ángel le ofrecen sexo sin compromiso. Él, con su pedo, con su chándal y con barba de unos ocho días, lo rechaza. Como gay no es y como yo me he decidido a quererle sin más, me pregunto si acaso estará pensando en hacerse maqui un día de estos y echarse al monte o cómo es la cosa. Allí estaba la Sandra para escuchar la oferta y retransmitírmelo varios días después vía msn porque para qué vamos a llamar no existiendo beneficio ninguno de por medio.

Estaba él con sus amigotes a altas horas de la madrugada vaciando cajas de cerveza como ya es costumbre y allí presente estaba la chica ofertable en cuestión rozándose con unos y con otros en plan ay qué risa qué pedo llevo y fíjate éste qué guapo. Entonces uno de los amigotes le pregunta a Ángel por qué no se lleva a la chica por ahí y se la folla -literalmente-, y para más señas le añade que se la lleve a dar una vuelta por ahí y se la meta. Él, parece ser, que todo lo que hizo fue sonreir y negarse.

Entiendo, hasta donde llega mi entender en este tipo de barbaridades, que si ni aún estando con sus amigotes de risas opta por vacilar, debe haber algo en él que se nos escapa tanto a ellos como a mí y por esto sólo le decimos burradas. Y también entiendo que si el amigote ese u otro imbécil semejante le hace esas propuestas debe ser porque actualmente Ángel no se está viendo con nadie.

Con episodios de esta índole lo que también tengo claro es que no me voy a desenredar de esta historia en la vida, o eso parece. Con lo sencillo, aunque doloroso, que sería que me llegase la Sandra un día diciendo que le ha oído o visto hacer o decir esto o lo otro, entonces yo podría resumirlo en que es un gilipollas y de ese modo se me iría a tomar por culo el querer pero no, padre, él tiene que estar ahí en su línea de no tienes de qué culparme y yo aquí echando el tiempo pensando en él en mi intento de atar cabos.
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Luego dicen por ahí que son todos iguales, me meo yo en todo eso, bah.

La misma digestión hice en su día cuando en un arrebato bastante considerable le pedí a Ana en dosmilseis que le llamase por teléfono con cualquier excusa barata y hablase con él de lo que creyese conveniente comportándose, eso sí, lo más zorra y sensual posible. El resultado fue el mismo de ahora, idéntica su forma de actuar, ni un solo vacile y todo lo que la dijo era cierto, ni siquiera hubo una sóla puta pregunta o respuesta reprochable, fue todo timidez y encanto a partes iguales.

Ahora que lo pienso a mí nadie me llama nunca investigándome de manera fraudulenta. Tampoco me llaman investigándome, a secas. Hace algún tiempo sí que me llamaba quien sea y siempre ocultando su número y yo respondía y él o ella me escuchaba en silencio y yo vacilaba como mejor me parecía y el silencio se prolongaba y ya al ratito me colgaba sin despedirse siquiera ni darme las buenas tardes, bah 2.

El caso es que es muy triste todo aunque no haya nada por lo que lamentarse. Y, sobre todo, es triste porque tanto él como yo cumpliremos años de nuevo y tararearemos villancicos si es preciso pero respecto a nosotros todo parece que seguirá como hasta ahora en este rumiar mío de obsesiones que no sé cómo lo hago pero que siempre acabo en él y en sus cosas.

Esto, por otra parte, es lo que trae diciembre junto a este puto frío.

28 de noviembre de 2008

la chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina

Sí, el título de estos recuerdos viene a ser el título de la segunda novela póstuma de Larsson, y como me ha gustado mucho lo utilizo aquí en base a el mamotreto que tengo en mente escribir, y también porque quizá me lea ese libro. Y bien, una vez dicho esto, comienzo por el principio hasta que me harte.

La erótica del poder es una cosa muy chunga, que no se me olvide nunca.

Luis Alfredo, el jefe de personal de la empresa en la que me eroticé, tenía la planta y el porte de juan josé millás pero con quince años menos. No tenía oficio porque se vive muy bien del cuento y sobre todo cobrando como un respetable blanco trabajando en negro. No tenía vergüenza porque se pensaba que no tenerla le hacía más joven y considerable a mis ojos pero tampoco tenía la suficiente inteligencia como para engañarme. Sigue teniendo dos hijos y mujer, que ya es bastante.

A falta de licenciatura en económicas mi carta de presentación llevaba un par de ojos marrones tremendamente grandes y un nombre propio que según él no podría utilizar en ningún caso al coincidir con el de otra compañera. También, con mis ojos puestos, yo portaba una simpatía y un desparpajo fuera de lo normal así como un poder de convicción y una seguridad tal al explicarme que Luis Alfredo, por todo esto junto, no me había dado tiempo de regresar a casa y ya me estaba contratando.

Me gustó el sitio, el despacho que se me asignaba, el sueldo, el horario, las posibilidades de ascenso y el nombre de África por lo que así me hice llamar durante los más de tres años que allí trabajé puesto que me negué en rotundo a llamarme con mi nombre compuesto y porque mi apellido molón a Luis Alfredo le parecía que podía llevar a equívoco.

Como dije, Luis Alfredo me llamó la atención desde un principio por su parecido físico con millás y sólo por este hecho ya me apetecía escucharle. También porque era sociólogo y esa gente me raya. Él, por su parte, durante los primeros meses pretendía agradarme y acercarme a él por encima de cualquier otra cosa por lo que esa posición me resultaba muy cómoda.

Comía con África día sí día casi también y me hablaba de unas cosas y de otras, de todas y de todos, pagando casi siempre, en su intento de abarcarme. Por entonces, tan pronto me mostraba revistas de coches de los años mil para justificarme algunas conversaciones mantenidas anteriormente, como me llevaba a la oficina su creatividad plasmada con tinta china en folios din a-4, o bien me regalaba libros sin motivo aparente y me hacía siempre ser -sin pretenderlo- el puto centro de atención de todas y cada una de las reuniones internas.

Con el desbarajuste que allí había para mi era coser y cantar el hacer propuestas de mejora en las reuniones de departamento y una vez cumplidos los primeros plazos que él mismo me fijó y en los que me dio tiempo (de sobra) a reconducir y actualizar la contabilidad atrasada de tres años en tan solo unos meses, tuvimos la primera charla en la cual cumplió con lo estipulado: mi subida salarial, la titularidad del departamento, un % variable en comisiones y el acuerdo de fijarme un auxiliar administrativo que me quitase marrones.

Quizá cuando ahi le dije que procurase que el chico fuese guapo fue cuando se dio cuenta que no me conocía en absoluto y fue entonces cuando comenzó su paranoia. No lo sé. Sé que a partir de entonces comencé a cobrar en blanco más decentemente, que comencé a darme cuenta de esa -por entonces ligera- obsesión suya para conmigo, sé que a mi me hacían todavía gracia todas las tonterías mañaneras que me relataba y que esa posición estaba de puta madre en comparación con la del resto de féminas de la oficina, Ana incluida.(*)

No tardaron en aparecer ante mi de forma evidente sus ensimismamientos conmigo, me miraba con fijación y seguimiento casi absoluto, observándome, le daba igual que estuviésemos comiendo, hablando, tomando algo o trabajando. Como yo vivo siempre en la puta parra y como por entonces me follaba al Alberto muy alegremente en lo alto de la lavadora y en la bañera, yo no me percataba de adónde me conducía todo eso y todo lo que hacía era reirme y reirme porque allí se quedaba, ensimismado, mientras yo me partía de risa con Ana.

Me hacía guiños continuamente debido a mi acento al hablar y me contaba su vida entera mientras seguía observándome y en su particular proceso de intentar llegar a conocerme con su retahila de preguntas personales y directas. Recuerdo decirle que el novio de la Marisa me ponía mucho, sobre todo los jueves, pero que no pretendía tirármelo porque yo no entendía esas relaciones de estoy contigo pero me acuesto con los que puedo. Recuerdo contarle cosas como que en madrí no se puede vivir o que a mí era difícil sorprenderme porque yo me pasaba la vida controlándolo todo.

Él, en estas conversaciones, aparentaba la edad que realmente tenía y me decía cosas como que nunca se sabe, que había parejas que llegaban a determinados acuerdos ya fueran sexuales o de otra índole y que si estaban de acuerdo las dos partes no pasaba nada, yo reía porque también mostraba mucho interés en conocer a Alberto para seguir con su abarque, me enseñaba las fotos de sus hijos y me hablaba de la lactancia y de cosas que a mi me quedaban a años luz. También me dijo, por entonces, que sólamente había puesto los cuernos a su mujer una vez, que no había vuelto a hacerlo nunca más y que por lo tanto se trataba de una mujer maravillosa.

Los días y los meses transcurrían. La auxiliar administrativo a veces me daba más trabajo que el que le quitaba a África, pero mi tanto % de comisiones seguía al alza y la chica me hacía reir y me resultaba simpática. Luis Alfredo seguía muy contento de haberme conocido y por ello me concedía caprichos que yo muy simpáticamente aceptaba. Me hizo una propuesta interesante en cuanto a nuevas comisiones, se trataba de asistir a esas juntas y entonces yo así allí exponer ante los asistentes las cuentas, balances y presupuesto que yo misma le explicaba en la oficina. Acepté y debido a las horas extras a realizar comenzamos a pasar aún más tiempo juntos.

Esas juntas y reuniones siempre se producían fuera de la oficina y fuera del horario laboral. Ello conllevaba un par de horas de preparación, tomar un algo y después tener que coger el coche. No hacía mucho tiempo que Luis Alfredo se había provisto de otro coche, éste un mercedes-benz todo-terreno ML de edición limitada y propulsores de no se qué, y me lo enseñó encantado una noche en la que incomprensiblemente acudíamos a la reunión los dos solos.

En ese trayecto supe que yo también soy una mujer maravillosa. En el asiento del copiloto, al ser tan enorme, se podía hacer vida muy tranquilamente. No tardó en mostrarme el empuje de cada marcha de velocidad, las mil y una tonterías del salpicadero y sus alrededores y cómo no, el mismo firmamento, para lo que necesitó abrir el techo dejando paso a las estrellas a ciento y pico por la m-40, ya no recuerdo si julio o diciembre. Lo que no se me olvida es que mi pierna izquierda, por lo visto, también debía ser maravillosa, o poco menos que imántica.

Recordé a Ana en el instante de retirar su mano, como si fuera su pierna y no la mía. Recordé las veinte o treinta veces que ella me había advertido que lo de Luis Alfredo conmigo era todo tan evidente que no tardaría en hacerme proposiciones indecentes. No podía reirme por lo que todo lo que hice fue tragar saliva sin bajarle los pantalones! y explicarle lo primero que me vino a la cabeza, que cierta noche yo había visto la luna tremendamente hermosa, como nunca más había vuelto a verla y que era naranja. Como esa noche no había luna no sé el qué me contestó de los sillones de cuero negro.

Mientras yo recogía los papeles de la mesa tras finalizar esa junta le escuchaba algo más allá, bajo el marco de la puerta hablando con otro de forma muy cordial y muy así, no sé qué le decía de mi tierra, que como todo el mundo ya sabe es tierra de conquistadores y le decía esto mismo y no se qué de mérida y le contó como si al hombre le importara mucho de dónde provengo o si me gusta madrí por esto o lo otro. Recuerdo que miré y que los dos movían, no sé por qué, el nudo de sus corbatas y que me dio mucho asco. Sé que miré el reloj, que eran más de las doce de la noche y que pensé en mi madre, que ese día no me había pasado a verla y que me dije a mi misma que era la última junta a la que asistía.

En el camino de vuelta rechacé al menos por tres veces el irme a dormir a su casa. Me habló de la hora del reloj, de la temperatura de mi coche cuando lo recogiese, de la dificultad que encontraría al querer aparcarlo en mi barrio a esas horas y de la novia de la curva que se te aparece y te mata. Yo sólo pensaba en fundirme esa noche con Alberto entre sábanas, en fundirme todo lo recaudado y en que la mañana siguiente me levantaría a las mil si no lo pasaba discutiendo con éste que debía estarse preguntando qué había sido de mi.

Me dijo que envidiaba a Alberto, haciendo ya paralelo con mi -por entonces- 205, me dijo nuevamente que quería conocerlo, me dijo que yo era maravillosa y que él no tanto, pero y que él se había dado cuenta enseguida de cómo era yo porque él nunca fallaba. Yo me limité a sonreir, a asentir, y gracias gracias pero no le dije nada, ni que se parece al millás siquiera. Recuerdo que esa noche se despidió utilizando el diminutivo, Afri, cosa que con todo nombre me molesta que se haga.

A partir de aquella noche sí que tuve que acompañarlo una vez al decatlón en busca de una diana para sus críos o comer con él otro día en otro sitio nuevo o llegué tarde al trabajo por empeñarse en compartir el helado conmigo pero ya no volvió a ser lo mismo nunca, ya no me hacía ni puta gracia nada y el comunicarle mi decisión, de no asistir nunca más a juntas a deshoras, precipitó todo, surgió el celo de su avaricia y el que le robase aquel mechero.

Hubo que ir a una comida de empresa que se celebró en su misma casa, allá en su chalet en la sierra. Según me disponía -literalmente- a poner mi culo en una de las sillas, concretamente entre Alberto (que estaba justo a mi izquierda) y el novio de Ana (a mi derecha), Luis Alfredo me indicó que No, que yo me sentara allá, a su lado, y que tres o cuatro de los presentes que estaban ya sentados también iban a recolocarse a su gusto inmediatamente y por sus santos cojones. Tal fue la vergüenza que pasé que me senté allí donde me había dicho, sin rechistar. Alberto todavía se estaba riendo por responder (ya por instinto) ante África.

No pareció gustarle que Alberto me llevase subida a burro entre risas ya que de esa forma no escuchábamos lo que él tuviera o tuviese que comentarnos mientras paseábamos por las calles de su pueblo ni tampoco le gustó que Alberto le metiese una paliza jugando a su pimpón mientras yo en otra sala sonreía falsamente a su mujer. Igualmente me pidió explicaciones y me puso caras al ver que habíamos llegado en el coche de Ana y que pretendíamos volvernos a madrí con otra y con su novio fumaporros. Alberto simplemente alucinaba.

Haciendo uso de mi mala memoria al poco tiempo Luis Alfredo me juró, mirándome a los ojos, que ese 15% de comisión se había fijado como máximo en su momento y que no podía del verbo poder ofrecerme más. Yo le mentí del verbo mentir y dije creerle, no quería problemas pues ya los encontraba en el hospital y no volví a hacer una sola hora extra más, estaba segura que no se había fijado tope alguno y me desmotivé por completo.

Ana, ensimismándose al verle teclear, averiguó la contraseña para su carpeta privada del pc, accedimos y pudimos leer lo hermética y lo maravillosamente ingenua que nos veía a ambas. También vi el 21% que él sí estaba cobrando pero que a mí se había negado a concederme marcándome la puta niña bonita. A raiz de aquí comencé a esquivar sus frecuentes preguntas directas tachándolas como impertinencias en varias ocasiones y también intentaba esquivarle en la hora de la comida siempre que me era posible.

Comenzó a joderme y a recortarme retribuciones, que se suponían, a partes iguales. Ana me contaba haberle oido hablar de mi supuesto 12% habiendo cobrado yo un 8% y así, me presentaba ante los demás como ejemplo y sin embargo no dejaba de recortarme. Cuando me mostraba a la defensiva porque estaba hasta la polla él luego les decía a todos, a mis espaldas, que el hecho de negarme a hacer horas conllevaba a multiplicarse en ellas a algunos de los presentes, me tachaba de egoísta y de velar por mis propios intereses y me llamaba a todas horas sacándome de quicio y de la fumada.

Mi madre se fue al cielo donde no hay hijos de puta como él, que me seguía hasta el baño para preguntarme el por qué esto o por qué lo otro, que me apelotonaba los papeles en la mesa por tener que dedicarle más de una hora de reloj al teléfono que si tal que si cual, que me observaba siempre y permanentemente y que se había escuchado el disco de bebe unas setecientas veces porque le recordaba a la forma que tengo al hablar.

Las cosas con Alberto empezaron a no marchar del todo bien y cuando a veces me entretenía más de lo habitual y tardaba en subir a su casa me empezaba a joder también con preguntas ridículas respecto a Luis Alfredo. Yo le decía al Alberto que no me sentía bien, que estaba muy harta de todo y que me iba a reventar la cabeza. Él, por su parte, me aseguraba que todo estaba bien, que echaba sólo tres partidas más y se iba a dormir conmigo y que Luis Alfredo era un hijo de puta porque él pasaba más tiempo conmigo.

Recuerdo que entonces se sucedieron mis ataques de ansiedad.

El primero de ellos me llegó estando yo sola, en el burguer, leyendo el mundo deportivo, ronaldinho le había metido un golazo al sevilla en el camp nou una noche que dieron de cena gazpacho a todos los asistentes. Debía incorporarme al trabajo en un cuarto de hora pero me veía incapaz de moverme, cogí el móvil como pude pero los dedos se me agarrotaban clavándome las uñas de forma que me era imposible lograr marcar, le pedí ayuda a la pija de la mesa izquierda que me confundió con una leprosa y se largó de allí mirándome mal. Intentaba llorar sin mucho éxito al verme allí estática y con mil y un trabajos marqué el número de Luis Alfredo que en cinco minutos me recogió junto con otra compañera.

Recuerdo después el bajarme de otro de sus coches, éste un c-5, frente al centro de salud, que salió una enfermera y me metió 0,50 de trankimazin debajo de la lengua y que me llevó Luis Alfredo dentro, sentadita en una silla de ruedas. Recuerdo recordar entonces a mi madre bajando en la silla hasta la calle tras la visita ya frecuente de la ambulancia de turno. Me metieron en una habitación y me echó un celador sobre la camilla. En diez minutos vomité el whopper y los dos últimos años de mi vida, después entró a verme Luis Alfredo y me dejó en el bolso 20 euros para mi vuelta a casa.

El segundo ataque de ansiedad me dio comiendo con Luis Alfredo y con los otros dos deficientes, los dos propietarios del negocio. Me había pedido de primero arroz a la cubana. Juan se encontraba hablando de las tetas de la pamela, vigilante de tinte y playa, y se me revolvió el estómago al comprobar, una vez más, los ojos de Luis Alfredo en el hoyito de mi cuello mientras el otro subnormal no se callaba y su cara se volvía del color de mi plato. Recuerdo que me levanté sin más y eché a andar hacia la calle pero antes de llegar a la puerta tuve que sujetarme con el pico de una silla pues creía caerme al suelo de pura debilidad. Dos pasos más y ya tenía a Luis Alfredo pidiéndome tranquilidad sosteniéndome con fuerza por un brazo.

Me eché sobre la mesa en la sala de reuniones y poco más tarde se incorporó a trabajar Ana y pasó un rato allí conmigo y comencé a encontrarme algo mejor. Después recuerdo que entró por enémisa vez Luis Alfredo y que ella nos dejó solos y recuerdo que yo llevaba puesta una falda y las uñas de mis pies, allí abajo, eran de color rojo caoba.

Cuando poco después ya todo estaba fatal dentro de mi y cuando decidí apartar al Alberto de mi vida, Luis Alfredo comenzó a hablarme del malfollar, de la pérdida de valores en la juventud, de mis muchas oportunidades y de su puta madre. Hacía montañas de arena una y otra vez con mis cosas porque yo no me molestaba en darle explicaciones de mi vida y mucho menos de mis relaciones y eso le reventaba.

Organizó un viaje de empresa al cual en principio me negué a ir sin tener pareja ya que todos y cada uno iban acompañados y después, ante su mucha insistencia, le pregunté si era posible llevarme a César. Sorprendentemente me contestó que él no iba a pagarme siete polvos con mi rollete de fin de semana en la rioja. Me cagué en su puta madre y le pregunté quién se creía que era, así mismo y literalmente.

Él fue quien, unos días después, escuchó por el móvil y de golpe y porrazo y boca de Juan (el propietario), que yo me marchaba de la empresa en 8 días y que ya le había entregado mi carta de renuncia. Había sido, tiempo atrás, capaz de llamarme durante mis vacaciones, jodiéndome alguna que otra mañana, pero para llamarme en estas otras circunstancias no tuvo cojones. Él fue quien le indicó a Juan que no me pagase ni un duro en negro, estoy segura que fue idea de él y él mismo se inventó una indisposición en mi último día para no estar presente cuando me riese de ellos en la cara.

No había transcurrido una semana y me llamó al móvil para disculparse, me habló de la amistad, de los colores, de la vida en general y de la nuestra en particular. Recuerdo que esa tarde me estuve fumando un canutito escuchándole todas esas tonterías, le pedí mi dinero y se negó a dármelo porque y que había que empezar de cero. Le mandé a la mierda puesto que se pensaba que las condiciones las seguía poniendo él, así mismo se lo dije.

En unos días ya le tenía al teléfono de nuevo pidiéndome esta vez que por favor regresara a la empresa, que no era nadie sin explotarme de nuevo. Le contesté que nos tomáramos un café o un algo para que me pagase parte de lo que me debía y para decirle lo que pensaba a la puta cara. Quedamos en vernos el día siguiente en el complejo de azca y cuando le vi aparecer, sin traje y sin corbata, supe de inmediato que acudía a comerme la cabeza o tal vez la boca.

Me habló de mucha mierda y le contesté con más de la misma y cuando llegó el momento oportuno le dije, con los mismos ojos con los que le miré al principio, que no había conocido en mi vida a nadie tan hipócrita, tan avaricioso, tan falso, tan malo y tan ya no me acuerdo pero qué agusto me quedé esa tarde. Sé que cuando me fui -y sin pagar un duro- comprobé que en aquél bolso de cuero rojo no llevaba papel y que entonces me paré en la calle infantas hasta conseguir un par de papelinas.

Podíamos habernos visto unos meses después de aquella comida pero no se presentó. Yo sí. Acudí a los juzgados de alcobendas, me presenté como testigo en el juicio que se celebró tras la denuncia de la madre de Juan hacia su marido, el deficiente propietario de la empresa. Luis Alfredo, como buen jefe de personal, decidió despedir primeramente a la hermana de Juan, hija también del deficiente propietario, la echó por puta y por mala y tras hartarse de lamentos también decidió despedir a la madre. Como los lamentos continuaron en el hogar el deficiente se compró un mercedes no sé si benz o no, se echó una novia guacamaya de veinte años menos y pidió el divorcio. Y allí estaba yo para dar por culo.

Siempre pensé que la sala de lo laboral y lo civil en los que se celebran ese tipo de eventos tendrían bastante más relevancia estéticamente hablando, pero no. Son salas como el salón comedor de tu casa, poco más, todos sentaditos en esa pequeña tribuna a dos palmos del suelo, fiscal y no se quién a la derecha, con la juez de frente escoltada por dos no sé quiénes y al otro lado la defensa con su no se quién y tú ahi abajo, en el medio, al lado de un micrófono para que la justicia te oiga alto y claro. A la izquierda tienes al criminal o deficiente en este caso. A la derecha tienes al que ya sólo se lamenta.

La fiscal antes de entrar me dio las gracias por acudir y yo recuerdo darla dos besos mientras pretendía recordar sin éxito la canción que escucha siempre el bizcochito de ally mcbeal. Dentro ya me sabía las preguntas que me iba a hacer, ellas querían demostrar entre lamentos la pura verdad, que Luis Aldredo es un ser extraño para su familia y que es él quien realmente tiene el poder dentro de la empresa, que ni ella ni su hija hacían ni el huevo y mucho menos lo cobraban.

Yo era consciente que era tarea difícil puesto que en ningún papel blanco figuraba que ese ser trabajase en parte ninguna, pero la fiscal les dijo siete u ocho veces que todo iba a salir bien y yo por mi parte me limité a asentir, sabía que esa señora era y seguirá siendo la última mierda casada o divorciada pero que también hay hijos de puta que nacieron con suerte y con ella morirán. Tan sólo en la primera parte de las preguntas, cuando me habló la fiscal, me permití el lujo de hacer un pequeño paréntesis porque sabía que había un chivato en la sala.

-¿conoce usted a Luis Alfredo De Mi Vida?-

-sí, lo conozco

-¿quién es?

-un impresentable

-limítase a contestar en el plano profesional o laboral

-sí, de acuerdo

-empecemos por el principio, srta. de apellido molón, ¿por qué se marchó usted de la empresa?

-me di de baja voluntariamente bla bla blás irrelevantes.

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(*) Ana, que también me llama África en esta vida, le sigue teniendo como superior laboralmente hablando, ahora y todavía, en noviembre de dosmilocho, y me cuenta ahora los últimos movimientos de él y a mi ya me da la risa. Nunca jamás en todo este tiempo le ha preguntado a Ana por mí aunque sabe, perfectamente y por ambas partes, que ella y yo somos amigas.

Ana ahora me dice que Luis Alfredo se ha hecho un cambio de look y yo me pregunto si realmente se parecerá al yonni deep ese que tanto le gustaba como actor, me cuenta que se ha cambiado el nombre y visto lo acontecido yo la pregunto a ella si se hace llamar Talibán o qué ha escogido, ella me indica que se hace llamar Juan y ella piensa que esto lo hace para deshacerse posteriormente del susodicho y suplantarle sin más puesto que el viejo ha de morirse hoy mejor que mañana. Me dice que ahora Luis Alfredo asiste a clases de teatro y yo no sé de dónde saca las horas del día el muy hijo de puta, y dice que se mueve por la oficina como si tuviera quince años.

Ella hoy lo califica de patético y yo, tras todo lo aprendido, lo que siento hoy es mucha repugnancia y pena profunda de la raza humana.

24 de noviembre de 2008

lo que hay que oir da que pensar

-Qué lástima
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Al Alberto no le gustaba hacérselo conmigo en la terraza no fuese a verle alguien. Alguna vez que otra -todas ellas al principio- sí que follamos encima de la lavadora, en la ducha, en la terraza sí porque sí, en el ascensor, saltando una valla, sitios que yo no sé dónde estamos, y en el sofá de la Marisa, que se pensaba que el piso era suyo.
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La Marisa (mallorquina, peluquera por cuenta ajena, champú biofruttis - envase verde, fortuna light mierda puta, pelos en la mesa), mi compañera de habitaciones. yo cobro por habitación (aunque el piso no valiera una mierda), gastaba por entonces un novio de sierra de fuentes más acá o más allá, cacereño, con unos ojos azul tajo preciosos, que no sé si era rubio o moreno porque la Marisa, peluquera por cuenta ajena, nada podía hacer con su cabeza rasurada y siempre que le ví era de noche y en manga larga y del color de sus cejas ya no me acuerdo, joder.
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El novio de la Marisa, extremeño él también, estaba bastante tremendo sobre todo los jueves. Yo llegaba y me lo encontraba sin un puto pelo en la barba como siempre y siempre limpito y oliendo bien y siempre atareado, que cuando no estaba barriendo estaba fregando y cuando no él mismo se hacía la cena y la cama, casi siempre cogía el mismo colchón porque según su enamorada es un piso de chicas y los novios duermen en un colchón aparte.
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Yo me follaba al Alberto cada vez que me convenía en el piso que compartí con la Marisa, aunque se pensara que el piso era suyo, y me lo hacía en horarios de peluquerías abiertas al público. Me lo hacía que si esto que si lo otro en la cocina, mientras el extremeño con su jersey nuevo se encontraba cortando unas berenjenas en el comedor ignorando todavía el enésimo enfado absurdo que traería la Marisa, y me lo terminaba de hacer en mi habitación de chica mala, con Alberto en mi oído repitiéndome que teníamos a alguien haciendo la cena.
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La misma tarde que Marisa me dijo que me había cogido de mi armario mi cazadora negra terminé echando el primer polvo en el sillón del comedor, algo sin mucha importancia, con Alberto y rapidito porque yo tenía que meterme como siempre bajo tierra camino del metro y él irse a estudiar oposiciones.
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Otras veces ni aún viniendo de saltar una verja y estando oscuro como estaba y la piscina vacía tuvo los huevos para meterse en el agua.
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Alberto también me hacía la cena de vez en cuando y los fines de semana me hacía siempre la comida. Al principio me despertaba con sus ojos observándome las tetas, tan verdes, después una vez me hubo aprendido se limitaba a hacerme las mismas seguidillas y a concederme los mismos caprichos porque este camino ya nos le sabemos y porque me gusta correrme sin funda y adentro.
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Cuando se animó y/o cuando se me iban los ojos y me quitaba la palabra de la boca -ey, Angel, tío, dónde vas, qué guapo- y ya sí que quería montárselo conmigo en tierra mar y aire a mi ya me daba igual quién estaba en el salón, no me apetecía siquiera el meterle mano, para qué, tampoco si hacía dos días o tres días o qué es lo que me estás contando.
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No tengo buen recuerdo de verle allí conmigo en la ducha, por ej., aunque tampoco recuerdo que allí sucediese ninguna catástrofe; no debía ser nada especial y quizá por eso no recuerdo volver a la ducha con él más veces que aquellas.
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En sitios desconocidos era mejor que no porque nunca se sabe qué o quién puede aparecer o siempre había que cerrar alguna puerta o escuchar a ver quién llamaba, se convirtió todo en un follar por follar, en un gemir por gemir, en un sí sí te digo que sí pero es que no y no digas que estás sola cuando esto está lleno de gente.
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Recuerdo ya al final que nos fuimos de vacaciones para intentar arreglar algo que ya no se sostenía por más base fundamental que se aplicara y recuerdo ahora que ni tan siquiera reparé ya en arreglarlo a polvos, tampoco sabía qué estaba yo haciendo allí.
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-Qué poco amor hicimos.
-.
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Esto mismo o similar dirá la chica culpable de que yo escriba todo esto y a la cual oigo gemir ahora, desde aquí, en el 2º algo, aquí a mi izquierda, y que parece estar en la cama con otro ser. Ella es mujer, eso seguro, y quizá piense de aquí a un tiempo lo que yo pienso, o quizá no, no lo sé, sólo sé que soy yo quien la oye gemir y que prefiero estar aquí sola y drogándome.
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Alguna vez dije por ahi no sé cuando pero lo sigo pensando que se folla bastante más de lo que se hace el amor porque si hay que follar se folla y todos los días son días de fiesta, pero el amor, no, el amor se trabaja, y a nadie le gusta trabajar.
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Y yo voy ahora de arranque, desde este punto I, y teniendo en cuenta que no follo desde mayo, que ya se han marchitado las flores y que. hablando de flores, voy allá, a intentar arrancar mi espinita, sé que me merece la pena trabajarme a Angel.
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-Me lo voy a currar.

22 de noviembre de 2008

punto de inflexión I

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Sábado, 19.25 horas.
Aún no he salido de casa ni, apenas, de la habitación.
He quedado con César para cenar por ahi, en un sitio nuevo que ha conocido en las inmediaciones de Gran Vía.
Voy a salir por todo lo dicho más que por apetencia.(*)




* f(x) = x4 + 2x no tiene puntos de inflexión porque la derivada segunda es siempre mayor o igual que cero, por tanto no hay cambio de concavidad. Sin embargo en x0 = 0 la derivada segunda se anula y la primera derivada no nula en x0 = 0 es la derivada cuarta, que es positiva. Observese que f tampoco presenta un extremo en x0.

20 de noviembre de 2008

Dulce introducción al caos

No me gusta que me espíen.

Tampoco me gustan las patatas cocidas ni los madridistas pero eso no viene ahora a cuento.

No me gusta que me espíen y lo están haciendo. Mientras yo estoy aquí, frente al teclado, ellos no dejan de observarme ni un instante, acompañando todos y cada uno de mis movimientos, sin descanso. Son ellos, los remordimientos.

Parece que no estén pero sí, sí, ahí andan.

Caminan dentro de mi cabeza con la misma inercia que bajo yo las escaleras mecánicas de Tribunal y, a pesar de mi esfuerzo en intentar perderles la pista, no hay manera. Anoche justamente les escuché decir que pretendían quedarse y no se qué de razón (que no es lo mismo que: y no se porqué razón).

La otra realidad

No quiero dejar de quererle y por eso ellos me persiguen, entiendo.

Llevo ya unos cuantos días (semana y) inculcándome que tengo que olvidarle para salir de esta parálisis pero luego no quiero hacerlo, no quiero olvidar porque tengo conciencia que no me he puesto a querer siquiera, qué es entonces lo que tengo yo que olvidar y por qué. No quiero.

Sin ser, ni oir, ni dar

Yo creo que lo que voy a hacer es quererle otro poco, sí, eso es lo que quiero.

Sigo preso, pero ahora el viento corre alrededor

Hace ya muchísimo tiempo que no le quiero a los ojos, yo creo que desde entonces o así, cuando Él me decía que yo sólo pensaba en fumar y fumar y tirarme al sol. Hoy soy más o menos lo mismo, tal y como Él dijo, soy de fumar y fumar, aunque no tengo pensado decírselo.

Y es que yo siempre termino diciéndole muchas tonterías pero quererle lo que es quererle le he querido más bien poco, yo sé querer más y mejor. Además que, de aquello hace ya tanto tiempo que ni me acuerdo, ya es hora de querer otra vez y luego, si yo le quiero mucho y él no me quiere nada, entonces ya sí tendré que olvidar y ya entenderé el que me sigan los remordimientos pero por haber querido tanto o cuánto, no antes.

No me gusta que me espíen y lo están haciendo. Son ellos, pero pienso dejarles atrás y voy a disponerme a quererle todo lo que me de la gana y otro poco más porque eso es lo que realmente quiero hacer y sé que no he hecho, cómo no me van a seguir si ellos saben de sobra lo que hay.

Se asoman y yo estoy aquí, paralizada, y ven cómo estoy y me dicen no se qué de razón y yo sé que olvidarle, así como así, no voy a conseguirlo así que a querer se ha dicho y luego ya veremos si me tengo que poner a olvidar sí o sí o ya sólo dedicarme a querer sin fin. Ninguna de las dos cosas la he llevado a cabo nunca.
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Por desobedecer, por ver al sol salir, por sacar la cabeza fuera

18 de noviembre de 2008

dolor de muelasNOLEER



PARTES IMPLICADAS EN DOCUMENTO
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Esafea: falsificó dni y eso desencadenó todo.
Chafan: víctima del sistema.


RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS, MEMORIA MEDIANTE

I. Julio 2007. Sábado. Playa nosequé en Campoamor (muy importante aquí el amor), Alicante. Quince cuarenta.
Hambre y calor. Piden una paella para cuatro en el restaurante más cercano a la arena. Frente a Chafan, César, con tres horas de sol mañanero en el cuerpo, se ríe. A la izquierda de Chafan se encuentra Ana y frente a ella su novio. Ana y Chafan colocan ambas su bolso personal en el respaldo de sus respectivas sillas de forma que los dos bolsos quedan colgando de las mismas, muy juntos.

II.
Hace más de veinte minutos que han pedido una paella para cuatro, a Chafan la da tiempo a ir al baño y a servirse la tercera copa de vino. César ansía volver a la toalla porque la tarde es espléndida. Ana no fuma y Chafan sí pero al que la acaba de robar el bolso, ya sea femenino singular o su puta madre, al parecer, el fumar o no fumar le toca la polla. Chafan se queda sin vida acreditativa, y sin los últimos quince días o así de pereza que llevaba metiditos en el bolso, al igual que sin papel, sin china y sin tabaco.

III.
Chafan encuentra un mechero mientras registran todos los contenedores de la zona. Cuando regresa y ve que sus compañer@s no han encontrado nada le grita al aire -y a los alrededores- incontinencias varias y se caga en dios.

IV.
Chafan a través del móvil de César anula primeramente su número de móvil en la compañía telefónica y después anula la tarjeta de débito del santander.queremos ser tu banco.

V.
Anulan la paella para cuatro y comparten bocadillo para dos. César paga a Chafan comida y tabaco. Mechero tiene.

VI.
Esa tarde Chafan ni fuma, ni toma el sol, ni escucha mp3, ni paga, ni lee mensajes, y duda si ha perdido el número de móvil de Angel para siempre.

VII.
Chafan comienza a sentir ligero dolor en muñeca derecha, mano con la que escribe y con la que fuma. De tenerle que retorcer a alguno la polla también lo haría con la mano derecha. Cenan los cuatro varias raciones de pescaíto frito y Chafan se lamenta de no poder echar un polvo siquiera como consolación, con los amigos no se folla.

VIII. Domingo. Hotel nosequé en Campoamor (muy importante aquí el amor), Alicante. Once cuarenta.
Chafan llama a través del móvil de César a la guardia civil, le indican que debe presentar denuncia escrita en comisaría de Denia, Alicante. Los cuatro regresan a Madrí.

IX. Alcobendas-San Sebastián de los Reyes, Madrí. Veintidós horas o más.
Chafan porta el brazo derecho con un dolor terrible, quejándose continuamente, y César -muy profesional él- diagnostica ♫ te jodes, haber estudiado cuando estabas a tiempo ♫. Tendinitis. Chafan conoce perfectamente camino a comisaría de policía ya que guardó cola tiempo atrás para conseguir pasaporte. Ana la indica antes de marcharse que cuente que ha sido un tirón, que así es aún más probable obtener indemnización y que ella misma la tramitará las gestiones con el seguro.

X. Comisaría de policía de Alcobendas, Madrí. Cero veinte.
Chafan presenta denuncia de robo de su bolso personal con forcejeo y persecución incluidos. Asegura que ese ser vestía con ropa oscura, que no medía más de un metro sesentaysiete, con pelo corto y que era muy veloz. Chafan logra a duras penas firmar con su mano derecha -con la que se escribe y se fuma- las cinco copias originales de la denuncia porque el dolor en el brazo es por momentos insoportable. Agente malo lamenta que Chafan se haya visto envuelta en esa situación, la habla de rumanos y ella piensa en los muertos en patera, la habla de secuelas físicas y ella piensa en baja médica y sofá y cenicero. La pregunta acerca de César y ella piensa en agente malo dando por culo a César y piensa que esto a César no le gustaría nada y sonríe.

XI. Alcobendas, Madrí. Una cero cinco.
Chafan y César llegan a centro de salud, Chafan se retuerce de dolor. Allí dos venezolanas y otra de segovia esperan pacientemente su turno. Chafan pregunta tres veces por el doctor mientras César la insiste en cambiar centro de salud por farmacia. Así lo hacen. César saca dinero en el cajero automático más próximo y entrega dinero a Chafan y tras comprar medicamentos para mitigar el dolor vuelan hacia el metronorte.

XII.
Esa noche no se fuma y no se duerme.

XIII. Lunes. Hospital Clínico de Madrí. Ocho treinta.
Chafan comienza desde ese entonces a mostrar su denuncia a todo aquél que se le pone por delante y la primera es la chica de recepción del hospital, después espera pacientemente su turno en urgencias. Poco después enfermera gorda la extiende el brazo y corrobora escribiendo que sí, que efectivamente duele mucho. La misma tendinitis del día anterior.

XIV.
Chafan llama desde el teléfono fijo de la casa de su hermana a la empresa para la que trabaja y explica lo ocurrido con forcejeo y brazo dañado, después baja a comprar el pan. También llama al seguro de hogar de la casa de su padre y a telefónica pidiendo copia de la última factura para rescatar el número de Angel. Bueno, y a Fran, para contárselo. Sale y regresa a casa hojeando un catálogo de móviles, se tira en el sofá y piensa en cómo lograr hacerse un porro utilizando solamente la mano izquierda.

XV.
Chafan envía fax a movistar solicitando baja en el contrato. Piensa que si la guacamaya que la coge el teléfono y que trabaja de tarde en movistar no la quiere suministrar otro móvil de forma gratuita a pesar de haber sufrido un robo entonces se cambiará a vodafone y listo. Entrega a Ana documentación del seguro de hogar de su padre y copia de denuncia del robo de enseres.

XVI. Tienda vodafone. Madrí.
Chafan se persona y trata con una comercial muy amable pero al no tener bolso donde llevar dni suyo u otro robado no consigue adquirir teléfono.

XVII.
Chafan rescata móvil antiguo tamaño walki-talki del armario de objetos obsoletos y tras adjudicarse ya no recuerda cómo una nueva tarjeta con su número de siempre recibe al menos unas cuatro llamadas de movistar pero solo consigue hablar con ellos minuto y medio de seguido, se caga en dios y en la batería. Cuando logra por fin enchufar el walki a la luz eléctrica recibe de nuevo llamada de movistar por parte de operadora eficaz y tras negarse rotundamente a gastarse dinero o puntos la operadora eficaz cede y la ofrece contraoferta a vodafone. Tras discutir modelo gratuito de móvil apalabra en conversación grabada su permanencia en la compañía y el recoger su nuevo móvil gratis en tienda más cercana.

XVIII.
Mientras ella guarda cola en un carrefur de Madrí, Esafea en Denia, Alicante, saca todo el dinero de Chafan de su cuenta del santander.queremos ser tu banco.y cada día el de más gente. Ninguno de los dos operadores imprudentes verifican con su oficina de Madrí la solicitud de Esafea, no se extraña ninguno que Esafea porte un primer apellido tan chulo y tampoco el segundo de ellos repara en que Esafea pretenda dejar en dos tacadas y cosa de 20minutos una cuenta de ahorros de Madrí con un saldo de siete euros con veinticinco por el culo te la hinco en Denia, Alicante.

XIX. Un par de días después. Catorce cuarenta.
Chafan desde casa de su hermana entra en la web, santander.cóm.o no vamos a querer ser tu banco y se encuentra que todo lo más que podrá apostar al barça esa noche son 7,25 porque en dos movimientos y una sola mañana han limpiado su cuenta. Chafan inmediatamente coge unas llaves que no son suyas y sale de la casa de su hermana, donde habita, dando un portazo.

XX. Sucursal bancaria de ahorros chafandikes. Quince cero uno.
Llega a la sucursal pero cinco minutos antes habían cerrado. Grita al aire incontinencias varias y se caga en dios y en denia. Piensa en su brazo y en el dolor y como no puede hacer cortes de manga se limita a dar patadas a la puerta. El director o similar la amenaza desde dentro con aspavientos indicando que él sí tiene móvil y que llamará a la policía. A Chafan la da la risa de la rabia porque eso mismo se dispone a hacer ella no sin antes ponerse a pitar con el peugeot a la puerta de la oficina.

XXI. Comisaría de policía de Carabanchel, Madrí.
Presenta segunda denuncia, esta vez por robo de fondos de su cuenta bancaria.

XXII. Madrí. Barrio semidesconocido aunque chafandike.
Chafan en cuanto averigua dónde se encuentra la ferretería más cercana allí acude y cambia cerradura de la puerta de la casa de su hermana y cerradura del peugeot. Comienza a hacer fotocopias de todos aquellos ticket de compra que no se sabe el qué pone que se compró y cuya fecha de pago fuese de tres meses atrás o así. Se gasta una pasta en sms pidiendo tickets a todo títere. A veces escanea en el trabajo y así se ahorra tener que ir a hacer la fotocopia. Cualquier cosa comprada parece que la vale para haberlo llevado metido en un bolso tamaño alforja.


XXIII. Sucursal bancaria.
La segunda denuncia junto con la primera se las estampa en la cara al director de su sucursal indicándole igualmente que los quince días de comprobación de los que la habla se los puede meter él por el culo, que en cuarentayocho horas ella tiene que estar de vacaciones, que en ese tiempo o bien sus fondos han regresado a su cuenta o presentará denuncia al banco y a él como director, le indica que de no ser así reclamará lo que haga falta por daños y perjuicios con llamada a telemadrí incluida.

XXIV.
En las cuarentayocho horas posteriores Chafan comprueba que por fin tiene el saldo que tenía y que apuntándose a la ocu te ponen asesor jurídico gratuito y te envían gratis una radio cd. La Sandra, que por aquél entonces era amigüita de Chafan y la llamaba y todo, la dice al teléfono que ella está dispuesta a comprarse dos botes de aftersun y que se los paguen. Chafan la dice lo menos tres veces que la fecha de compra debe ser anterior al robo.

XXV.
La vida continúa en Madrí y Chafan comprueba diariamente que su dinero no se mueve aunque a partir de este momento debe comenzar a identificarse de siete formas distintas en las sucursales del santander.queremos ser tu banco distribuidas por toda la península debido al alto nivel de seguridad de su cuenta ahora. Esafea en Denia, Alicante, con dni de Chafan [foto], se compra tres móviles a cargo de Chafan, firma guarramente la adquisición y se los lleva saliendo por la puerta y desde entonces comienza a llamar por teléfono a gentes a todas las horas del día y de la noche.

XXVI.
Chafan primeramente recibe facturas de movistar de números extraños a su nombre y en su domicilio y después comprueba que, al contrario del muro de seguridad que ella se encuentra cuando acude a una sucursal y pretende sacar dinero, los recibos que Esafea ha domiciliado a su nombre se cargan divinamente disminuyendo de nuevo su saldo bancario. Entiende que la están suplantando y los devuelve ese mes y del mismo modo también debe hacerlo el siguiente. Desde ese momento comienzan los problemas con el banco ya que tan pronto devuelven absolutamente todo (letras de préstamo incluidas) como cargan de nuevo las facturas de esos teléfonos.

XXVII.
Chafan solicita a movistar la copia del contrato de esos teléfonos ya que recibe varias amenazas por escrito por parte de la compañía marcándola unos plazos de pago o que de lo contrario la anularán su propia línea.

XXVIII. Comisaría de Tetuán, Madrí.
Chafan presenta tercera denuncia, esta vez por adquisición de teléfonos a su nombre y cargo. Como le tiene que enseñar al policía becario en qué orden se coloca una página 3/5 respecto a las demás páginas, termina echando la mañana en la plaza de la remonta ligando con otro de los malos -pero más feo y más malo- al que le cuenta de todo menos que llevaba cuatro gramos de hachís en la guantera del bolso.

XXIX.
Chafan se pelea en un par de ocasiones con movistar porque responsable retrasado la insiste en que la compañía tiene contratos firmados por ella, se intercambian amenazas varias entre ellos, uno que si juicio otra que si polígrafo. Chafan envía de nuevo fax a movistar solicitando baja amenazando con demanda. Le entrega a Ana certificado de empadronamiento en el domicilio de la casa de su padre junto con copia de todos los tickets de compra de cosas raras que ha podido conseguir reunir hasta el momento.

XXX. Ayuntamiento de Madrí, distrito periférico.
Chafan, siguiendo instrucciones de la ocu, presenta denuncia vía calidad y consumo, denunciando a movistar y al banco santander.queremos joderte la vida cargándote recibos que no son tuyos. Piensa que no dejan de joderla y que cuando no la llaman es porque la han escrito y así sucesivamente.

XXXI.
Chafan recibe indemnización del seguro de hogar de su padre, 232,26€, una mierda teniendo en cuenta que en la denuncia hizo constar la pérdida de 300 sólamente contando efectivo.
Recibe escrito de movistar lamentando molestias y jurándola que ya han rectificado y que se han dado cuenta que Esafea ni de coña podría falsificarle la firma [foto]. Como muestra de paz cristiana la hacen llegar promociones exclusivas desde entonces con cierta asiduidad.
Recibe escrito del santander notificándola que desde que empezó a insultarles a la cara pasa a ser cliente preferente, 0% comisiones con carácter retroactivo.

XXXII.
Chafan recibe llamada de la comisaría de la guardia civil de Denia, Alicante. Le hacen saber que Esafea ha sido detenida unos días atrás cometiendo otra fechoría y que mediante un registro a su domicilio le han incautado dni falsificado con datos chafandikes [foto] y también un teléfono móvil que según verifica Chafan es uno de los números que contrató a su nombre copiando guarramente en el contrato su firma imposible. El malo majete la explica que hay proceso judicial abierto y que además de ser guapa ella puede presentarse como parte de la acusación, por sufrir suplantación de identidad y que esta broma está tipificada como delito. La pide copia de todas las denuncias y ella se las hace llegar. La pregunta si quiere saber algo de la nacionalidad o identidad de la detenida pero Chafan le indica que no es necesario, la da realmente igual.

XXXIII. El otro día, noviembre 2008.
Chafan recibe llamada de juzgado 2X de Madrí, la explican que el proceso judicial se llevará a cabo en Denia, Alicante, y que ya se han abierto diligencias. Chafan piensa que Esafea será probablemente insolvente pero que ella va a acogerse gratis al fiscal de oficio personándose como acusación particular siempre y cuando esto no conlleve gasto económico alguno y lo hará así ya que piensa que si Esafea la jodió las vacaciones ella quizá pueda joderla ahora el bolsillo si es que no es otro parásito social más.

XXXIV.
Chafan recibe fax del juzgado en el que la hacen llegar copia de toda la información del caso y en el que lee por vez primera el nombre y apellidos de Esafea. Esta aparece como supuesta autora de los hechos y como espanyola de toda la vida. En el mismo fax se puede apreciar que la guardia civil presenta conjuntamente informe del banco santander.queremos pillar cacho también. El banco se presenta como acusación y presenta testimonio de estafa mediante dos videos de las cámaras de seguridad de las oficinas en Denia, Alicante donde Esafea entraba y sacaba el dinero de Chafan sin problemas.

XXXV. Hoy mismo.
Chafan envía fax presentando diligencias al juzgado 2X de plaza castilla de Madrí y hace copia de Esafea para perpetuar aquí su imagen y tacha sus datos chafandikes con ayuda del programa paint. Chafan piensa que falsifique ella a su puta madre que seguramente tendrá más dinero, y que de tener que acudir a juicio ojala fuese un viernes y así puede ir con César a gastos pagados.

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Escribo todo este mamotreto de forma tan patética porque me da mucha rabia todo lo sucedido y de este modo la rabia queda plasmada de forma literal y porque no quiero que se me olviden los pasitos que fui dando entre las leyes y trampas y es que cuando tomó cuerpo el delito yo estaba muy empalagosa y muy así y tan sólo me salió escribir esto (que vendría a ser el XXVI) en septiembre de 2007:

Imagino que cuando dices
-se me olvidó-
quieres en realidad decir
-no he hecho otra cosa que pensar en ti-

Qué feliz soy ahora mismo
en ratos como este;
imaginando.

La realidad no la quiero;
me han falsificado el dni y están haciendo de las suyas.


Le pueden dar por el culo al mundo, si Esafea dejó de serlo por unas horas es por robarme a mi
un cacho de vida y por esto voy a intentar joderla y en eso esto y punto y final.