13 de diciembre de 2008

14km

Fran me recomendó esta película.

Es una historia africana y hay que verla.

A mi me tocó en casa de éste, ya me había hablado de ella y le apetecía verla conmigo, me había dicho que le impactó mucho y que se acordó de mí. El domingo por la noche no teníamos, ninguno de los dos, otra cosa mejor que hacer y yo ya me había fumado lo bastante.

Lo que Fran no sabía es que en esa película aparece Asilah, un pueblo de la costa marroquí en el que estuve tres noches y cuatro días, allá por abril de dosmilcinco, y cuyas calles -encaladas y blanquiazules todas- todavía reconozco y eso que de periquita tengo poco. Allí en Asilah conseguí probar un hachís con cierto remanente a doble cero y, allí compramos diez gramos con el correspondiente dieciseis por ciento o así de ktjdn.

Tampoco sabía Fran, y le anduve explicando, que justamente otra de las secuencias de la película/documental estaba grabada en el interior de una pensión -por llamarla de alguna manera- en la cual pasé un par de noches allá por diciembre de dosmilcuatro, dentro del zoco de Tánger. Le expliqué que la llamada al mohamed comosellame no es igual a las tres de la mañana que, por impresionante, a las cinco de la tarde.
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Recuerdo las filigranas a hierro forjado de las barandillas de esa pensión, sé que es esa porque era una de las más famosas, y aún tengo la foto de cuando allí estábamos y el barça ganaba a no se quién europeo y lo veíamos por tve1 y que salió el tonto de siempre hablando en el telediario en los deportes y que de las ciento cincuenta cabezas o así que habría en ese momento en el salón sólo yo llevaba pendientes. Las únicas tetas de la sala, las mías, y yo no sé cómo entre unos y otros amigos todos que si santacoloma que si valencia, me acabaron colocando en el centro de la estancia y ahí quedé, retratada, rodeada de bigotes y fumada que te cagas. También, en esa terraza el Alberto, hasta arriba de hierba buena, se dejó ocho euros otra noche comprándole al amigo dos candelabros de plata mala.

A Fran, que parece que quiere bajar alguna vez conmigo, no le dije que seguramente uno de los niños descalzos de los que tan pronto te hablan en perfecto cristiano como en alemán a la espera de que abras la boca y te definas, habría llevado de la mano al cámara y acompañantes hasta la terraza del amigo, y que casi que yo apostaría porque así fue. Tampoco le dije que esa misma perspectiva del barrio antiguo de la ciudad la había visto yo, mientras me bebía el té que me habían servido de gratis y seguía el timo de las alfombritas que le hacía otro amigo al Rodolfo, que entre porros y baratobarato no se enteraba de nada.

A pesar de rodar también acerca de Mali, Ibrahínes no salía ninguno.

De Marruecos, en esta película, sale sólamente el engaño, sí, y muy bien plasmado.
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Los zapatos retorcidos que devuelve el mar supongo que seguirán en su sitio y el dirham seguirá a once o así, con crisis o sin ella.
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Allí hay miles de ojos, siempre, acechando, mirándote.

Catorce y una imágenes me llevaron a aquél agujero en el suelo en el que se meaba y se cagaba todo dios y todo alá, y al que después, la señora de la fabada que trasnochaba para esos menesteres, le lanzaba un cubo de agua. Recuerdo el momento preciso en el que Noelia y yo constatamos la presencia de la señora de la fabada y cómo ella espoleó en árabe y de muy malas maneras al bigotudo que nos precedía para que éste diera paso a las damas y recuerdo también, hasta con el estómago, que a Noelia la ardían los ojos y no la salían las palabras y que la música en directo nunca se acababa.

Lloré con escenas de la película y lloré en aquel tren que nos subía desde Rabat allá por diciembre de dosmilcuatro. El arcoiris aquella tarde daba la vuelta al cielo y nunca jamás antes había visto yo el cielo tan inmensamente ardiente al anochecer y el Alberto dormía sobre la quinta mochila de nuestro vagón y yo escuchaba no se qué tragedias a Cheba Zahouania a través del discman y la guapísima del pañuelo yo no sé a dónde miraba pero el del bigote del asiento contiguo no me quitaba la vista de encima.

Ni a Fran ni a nadie le he dicho nunca por qué lloraba sin desprender mi vista de la ciudad de Tánger, aún ya quedando a lo lejos, desde el ferry, sentadita en una caja de hierro, balanceándome, en un recoveco. Ese fue, por otra parte, mi último regreso.
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Tampoco le digo a nadie que aquel otro amigo tenía razón cuando me miró a los ojos y me dijo que él y yo éramos iguales.

El olor a sardinas repercutido me lleva siempre a aquella esquina, siempre, y allí me deja mientras visualizo cómo aquel morito del tenderete vecino coge con las manos las patatas recién fritas y las vuelca sobre la hoja del periódico. Y aquél amigo de tarde entera, algunas veces por memoria, está comiéndose nuevamente con las manos la sardina estofada o lo parece y menos mal que la memoria no huele porque vomito y se la dan a probar sólo porque nos ha llevado a ese sitio, donde según nos cuentan se rodaron películas y marlon brando o no se quién dijo esto o aquéllo.
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Cuando aquel otro amigo me vio la tarjeta de bp de la gasolinera no sé por qué me dijo que él portaba en su cartera la tarjeta de carmen ordoñez, la enfarlopada o lo parece en la bañera. Me explicó que estuvo viéndose con ella durante un par de meses y que era buena persona, relató y relató su ir y venir con ella e incluso me anduvo diciendo qué productos bajaba él a comprar cuando carmen ordoñez le invitaba a protegerla el fin de semana, bajaba al hiper y a la farmacia. Se supone que yo ahora voy funcionando con la tarjeta de bp de carmen ordoñez por madrid y aquel otro amigo funciona con la mía, eso daría para una película. Y el caso es que, en nuestra vuelta a madrí, en carabanchel, la pasé para ver los puntos y tenía dos mil más que en la mía. Los canjeé y me gusta pensar que tengo el secador de pelo de la carmina ordoñez.

No falta -en la película de 14km- el local de turno, creo que lo colocan en Níger y lo hacen llamar "el fin del camino", que acaba siendo una utopía que te cagas. Mientras lo veo en silencio con Fran recuerdo que yo, por tener cara de espanyola divertida para asomarla a través de un ventanuco a la autoridad competente, conseguí que nos dejaran pasar a nosotros y a los amigos a lo menos tres sitios que ya estaban cerrados pasadas ya las tres de la mañana y las cuatro.
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Estos amigos lo parecieron de verdad y terminaron llevándonos en su fiat punto a la entrada del zoco dónde nos alojábamos pasadas ya las seis y nos invitaron a coca y no quiero gracias, y se liaron los porros de su chocolate y rulaban las cervezas una detrás de otra. Uno de ellos primero me tradujo una canción del cheb khaled y luego entre otras cosas me contó que su mujer estaba acostada porque ése era su deber, lo estuvimos discutiendo y recuerdo que luego me daba besos en el gorro rojo para hacer las paces. Estos amigos tenían dinero, todo tipo de drogas y muchas ganas de juerga, no nos dejaron pagar ni una sóla ronda. El día siguiente lo hablamos entre nosotros y nadie había pagado nada.

Pero no es nada agradable encontrarte dentro de un sitio que bien pudiera pasar por ser el palacio de las mil y una noches y que, mientras tú te entretienes en observar las columnas, te venga la furcia más próxima a darte consecutivos golpes debajo de las rodillas. Allí se viven momentos en los que, entre unas cosas y otras y la utopía flotando, te hacen sentir vacía, sobre todo en el instante preciso en el que caes en la cuenta que la noche, allí, es para las putas como yo y como ellas.

En resumen, en la película muere quien tiene que morir y ya sólo por la música merece la pena.

Los 14km están llenos de historias, esto son sólo un par de ellas.

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Fran también pretende ver conmigo desde hace algún tiempo, Un novio para yasmina. Estamos esperando que deje de descargarse porno en su emule y mi ares. Quiere verla conmigo porque sabe que mi hermano Miguel se ha casado con Al-Ain y que la está esperando.

8 comentarios:

W. Somerset dijo...

Qué bonito, por el amor de Dios!

En mi vida he pisado esas tierras y la peli no la he visto. Pero me pongo a su caza y captura.

Domingo en la oficina de mierda. La crisis es de cobros, pero no de trabajo.

Señor De la Vega dijo...

Escritora entretenida y excelente narradora.
¡Me alegro tremendamente de no ser su vecina!
De marruecos hace unas semanas me he traído un 'ovillejo' y una duna.
Y con sus ojos he leído otro agradable encuentro con la memoria de trazos de un mundo tan cercano, que por lo visto, hemos en cierto modo compartido, estando sin quererlo a catorce kilómetros...la una de este otro, que humildamente queda complacido, Z+-----

chafandika dijo...

Zorro, no sé lo que es un ovillejo, por más que lo pienso no tengo ni idea.

Señor De la Vega dijo...

Mi nebulosa señora y espejo de mis deseos inconfesables y mundanos, (hoy hundidos en la sima de los vuersos).
Hasta hace poco yo tampoco sabía bien del 'ovillejo', pero aquí puede apreciarlo, como metáfora del Zorro
E igual que para usted ese 'metro' ovillado, hay muchas cosas que yo, aunque intuyo por el contexto en el que escribe (ktjdn), personalmente desconozco, como ese doble cero del que habla, y con el que solo me identifico como doble agente 00Z, (con licencia para versar), porque me creció la 'raya' a los pies del siete. (Pero yo tampoco esnifo y gracias, ando ya sobrao de loco.)
Suyo y a sus pies quedo, entusiasmado de aprender en su balcón crecido y exultante de buen texto.
Z+-----

chafandika dijo...

Qué chungo, zorro, yo de tener que recurrir a ello me haría en todo caso un "hobillo", sin dudar.

En cuanto al doble cero, así se le conoce al primer chocolate, tras las primeras tandas (muy primeras), pura resina.

Teseo dijo...

Lo he leído por lo menos dos veces, pero no hoy 20, ni ayer 19.
Ahora mismo no puedo ni siquiera leerlo por encima.
Me gusta como desde un simple visionado de una película/documental, por asociación de imágenes más que de ideas, nos hagas vivir tus experiencias ahí abajo, al otro lado del Mediterráneo.
Todo este rollo te lo suelto porque no quiero pasar por este post como si no lo hubiera leído.
¿Y por qué no puedo esperar a hacer un comentario decente más adelante?
La primera y última causa es que no quiero olvidarme después de que me levante de la cama, con el trajín del sábado, por muy aburrido que sean los míos, de felicitarte por tu cumpleaños.

Adelantándome con casi toda seguridad a la hora en que naciste, te digo:

¡Felicidades por tus 28 primaveras!

Saludos.

Silvia dijo...

Esa película la vi el año pasado, esta muy bien. Si te gusta puedes ver esta http://mediastorm.org/0010.htm es de un inmigrante de Camerún y además vale para practiar inglés.

felicidades, quinta!

Chafan dijo...

Muchas gracias a los dos, qué buenos los detalles!