7 de diciembre de 2013

Material defectuoso

Pasan los días como siglos y siempre estamos en guerra.
He tenido tiempo para cagarme en el amor y para bendecirlo, he llorado mucho.
He ido a ver a Ana, he ido a ver a Fran y a comprar al día y al mercadona; el hachís es de 4lcorcón.
Soy como Mahoma y la puta montaña.
Pienso que Ángel no viene a verme no porque no quiera sino porque tiene miedo.
Puedo ver su estrés tras mis recriminaciones y también cómo le dejo en una tesitura difícil.
Pienso que le acobarda la posibilidad de intimar conmigo, justifico todas y cada una de sus postergaciones.
Pienso que él cree que la fuerte aquí soy yo y no sé si me queda fuerza ninguna.
No sé si pienso así con razón o porque soy realmente estúpida, en cualquier caso no debería quererle tanto.
No somos amigos de ninguna clase.
No viene a verme y no se fía de mí, estoy jodida.
En mi propósito de acercarme a él yo misma le alejo y quizá siempre fue así o lo parece, es complicado.
Mañana es su cumpleaños y puedo elegir entre escribirle como si nada o la nada más absoluta.
Un paso insignificante para el cosmos, un paso decisivo en mi evolución.
Para él debe tener una importancia vital no conseguir mantener la erección, me estreso yo misma al pensarlo.
Recuerdo la primera vez y me escucho de nuevo, recriminándole.
Recuerdo esta segunda vez a mi boca llena de pelos intentando ayudarle, sin conseguirlo.
Fumo mucho, lloro más.
Él me posterga, yo le quiero.
Yo le quiero, no lo demuestro.
Creo que lo demuestro, no lo consigo y me alejo.
Él se acerca, yo le quiero.
Le quiero y me acerco, le alejo.
Se va, tarda en volver.
Ya ha vuelto.
Mi boca lo intenta, no le digo nada.
Cualquier día me posterga de nuevo.
Le quiero mucho, fumo más.
No sé si escribirle, me da miedo no hacerlo.