26 de mayo de 2010

punto de inflexión IV

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No tengo por qué estar triste, no, no tengo por qué estarlo.

Otras cosas, también muy importantes, sí que las tengo y pueden dejar de estar ahí si persisto del verbo persistir en no darlas su importancia, tan suya, tan importante. La posición que he elegido no es ya la que más me conviene sino la real, la que es. Creo que la forma, la puta forma, ya sí es la correcta. También creo que estos meses en el núcleo me han servido de no sé si bastante pero sí lo suficiente.

No lo he hecho todo mal, no, no lo he hecho.

A veces sí la he cagado, la cago, y la vuelvo a cagar, pero hace ya tiempo que no me equivoco tanto. Me he comprado unas gafas de sol cutres y ahora miro al mundo desde detrás del cristal de mis gafas de sol y el mundo también me mira y me acepta. No tiene mucho sentido el venir aquí a escribir un verdadero avance que no llega, pero estoy segura que estoy más cerca que antes.

Me he comprado unas gafas de sol cutres, me río con Mariangelines, qué me queda por hacer.

20 de mayo de 2010

Y desnudos al amanecer nos encontró la luna

Vengo comprobando que de no follar un@ no se muere.

Llevo sin follar dos años y un día, aproximadamente. Puede parecer una condena eterna, aunque lo cierto es que pasan las horas muy rápidamente. Pasar no pasa nunca nada interesante, pero las horas pasan echando hostias. Yo quisiera que todas esas horas pasaran encontrándome ocupada con otras cosas, pero esto es lo que hay. Pasan por mí como si nada, como pasan los polvos echados por mi memoria. Pienso mucho más en los que no echo. Pienso mucho, y de tanto pensar pienso muchas cosas, echo el tiempo pensando básicamente.

Me jode acordarme de Sabines y quedarme en blanco. Lo de siempre, maldita sea.

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí. Luego vuelvo a quererte,

18 de mayo de 2010

Y no estaba muerto, no no

Me están cambiando más cosas por dentro de las que tenía previstas. El cansancio, al fin y al cabo, parece que me da más de lo que me priva.

He vuelto a escribirle, otra vez sin gastarme un céntimo, felicitándole por el éxito colchonero. Creo que ya no va a contestarme, entretenido como está con TRUCO: VER QUIEN MIRA MIS ALBUMS DE FOTOS DE TU PERFIL. Por supuesto tampoco me ha felicitado por la culeada, ni me va a felicitar, pero no me importa lo más mínimo. Ya me cansé de la postura del ay ay ay, no tengo ni ganas de quejarme, estoy que no salgo de mi asombro. Es como si, a medida que pasaran los días, fuese pasando un quitapenas haciendo su trabajo.

Quizá sea demasiado ya lo que me ha dado, oh sí, y mi torpeza y mi obstinación son las que se han ido empeñando en pedir siempre lo siguiente. Con él creo que ya no va a volver a ocurrirme. No sé exactamente cuándo he aprendido esta lección pero espero no olvidarla, no hay que pedir, hay que dar. Podría haberme ido desprendiendo poco a poco, en lenta agonía, dando coletazos sin rumbo aquí y allá pero creo que no ha sido así, tengo la sensación de haber sentido un único golpe, no muy golpe y no muy doloroso. Creo que fue esa noche, mientras me miraba titubeante, cuando entendí que no se le pueden pedir peras al olmo porque tardarían mucho, muchísimo, en caer. De hecho, tengo las fotos de la noche justamente anterior, creo que me basta. Todo va a estar bien, no hay prisa. No hay que pedir, hay que dar.

En este verano, en este verano que creo y espero sea el último, muchas cosas tendrían que girar, o muy grandes tendría que tener los ojos y las tetas su acompañante, para hacerme cambiar de opinión. Puede hacer lo que le salga de los cojones ya que eso hago yo siempre. Lo único que siento es haberme equivocado tanto, y no haberme dado cuenta antes, entretenida como estaba con gente que nada importa.

Este verano, más que otros, quien no tenga pueblo ni playa está jodido. Más de uno, con playa o sin ella, terminará matando a su mujer en cuanto la vea comprando en manga corta o saludando al kioskero. Otros, los más, terminarán conformándose visitando el carrefur, aunque sea el Corpus Christi, para ver y contar minifaldas puertorriqueñas.

Este verano yo no creo que me desplace a ningún sitio. Ni siquiera me importa, sigo con los pensamientos incrustados a largo plazo y esto va para rato. Dar, dar, dar, dar tiempo. No espero nada en concreto, pero el ahora me sigue importando más bien poco. Tengo que tomar conciencia de que tengo una vecina con más de cien años, que todavía duerme, y come y hace kaka, y que no la van a mover de aquí por si se les muere por el camino. He de concienciarme seriamente que no tengo yo cara, ni cuerpo, de poder ir al duelo a ver a la muerta y sentarme allí en una silla. Han de seguir sucediendo cosas y yo debo estar ahí de cuerpo presente, tiene que entrarme en la cabeza.

-hola chica d mente inquieta estoy en caceres, cerca jarandilla en curso yoga thai y meditacion. En cuanto tenga corregidos cuentos t los mando

Inmediaciones de jarandilla, momento de meditacion

10 de mayo de 2010

Cáceres II, Alcalá-Meco, Puerto de Santa María

Vivo completamente fuera de la ley.

Mi ley de murphy, bien gracias, como siempre, pero hoy puedo decir más alto que nunca y más fuerte que no existe ninguna otra ley, salvo la del amor, a la cual yo respete o chupe o trague. Algunas otras, casi todas las leyes, o lelles porque algunas son para llorar, se me atragantan. El derecho laboral, sin ir más lejos, es un chiste malo y lo tenemos encima, un jodenario. A la mal llamada ley seca se la cepilló JFK antes que a la marilyn, yo no la practico. Tampoco trabajo, mientras el estatuto de los trabajadores es y seguirá siendo una condena. La ley de extranjería, para la reina sofía. La del tira y afloja me descompone la sangre, y en cuanto a la del menor quien debiera estar interno lo que hace es pasársela por el forro de los cojones.


Toda la información que se va a brindar en este texto está destinada al conocimiento general y a la información. En ningún caso sustituye el asesoramiento de la DGT. No pueden ni deben usarse estos datos para diagnosticar y/o autodiagnosticarse y/o realizar el análisis de enfermendades. No olvide consultar con su DNI ante cualquier duda que pudiera tener con relación a su estado de puntos.
Vivo completamente fuera de la ley porque me sale de los cojones y punto.

Supongo que esto ha venido sucediendo siempre, desde un principio, pues no recuerdo en mi vida una época distinta o totalmente legal. Se mire como se mire, allí donde haya una ley, allí estaré yo para saltármela. Los hechos lo confirman y, hasta el momento, no ha nacido quien me Detenga ni me Detecte consumición prohibida o hecho delictivo ninguno aunque vaya puesta hasta los ojos.

Podría repasar ahora algunos de mis precedentes históricos más reseñables que confirmarían esta escogida y perpetua ilegalidad, pero no creo que los olvide y tampoco hay necesidad aunque estaría de puta madre tocarme ahora el ombligo y descubrirme veinticinco gramos de hachís. Podría también citar distintos ejemplos, a grandes rasgos, de lo acumulado en resistencia a la ley a lo largo de los años, pero me da pereza. De todos modos, no es necesario el remontarme años atrás, ni tan siquiera meses, pues cometo infracciones e irregularidades con bastante frecuencia o semanalmente que diría aquél.


El último episodio, anoche.

Mi yo más anárquico no tuvo suficiente hace no más de quince días. Tengo un yo anárquico muy ambicioso y una técnica aún por explorar. Esa tarde improvisé y mantuve velocidad constante a control de pie en mi turismo, 90 km hora, conduciendo detrás de un camión a lo ancho y largo de la autovía de extremadura atravesando tierras manchegas mientras me dedicaba a la díficil, y no menos agradecida, tarea de hacerme un porro para después proceder a fumármelo sin llegar a tocar el freno.

El saltarme la ley me da la libertad que también podría conseguir con valentía. La diferencia es que la valentía hay que trabajársela y harta estoy de decir que yo no trabajo lo más mínimo. Una vez conseguida esa libertad, es la misma para todos y no sabe a mucho. El porro al volante, cuando ya he bailado no sé ni cuántos, o el récord primaveral de ocho minipetas en una sola noche no podían ser más que la antesala de lo siguiente.

Anoche, 3:02 de la madrugada.

Me he fumado creo que el cuarto. Distingo a lo lejos las lucecitas protegidamente engañosas azul y granas del coche de los malos. No hacen ruido, hacía un rato que escuchaba a una lechuza pero ya ni eso. Miro el reloj del salpicadero. Miro a mi alrededor desde el interior de mi turismo en penumbra y busco a Venus en lo más alto. Me encuentro con ella y conmigo misma. Estoy en el interior de un parque rural, tengo un merendero para ocho a mi izquierda y un contenedor, tengo más de doscientos metros de caminito de tierra por delante, entre otros tantos merenderos, si pretendo salir del parque dando la espalda al coche de los malos. Lanzo una transversal imaginaria, no hay espacio, van a verme. Veo cómo siguen caminito arriba por el sendero que, a su regreso, puede llegar a ser mi propia ubicación. Tengo muy pocos segundos para decidir el qué hacer. Ellos son los malos, y yo soy una y buena fumada. Algo me relampaguea la rodilla izquierda. Enciendo el cuadro de mandos de mi vehículo y mientras me concentro en sus lucecitas que ya no veo desde mi ubicación, enciendo el motor y me pongo en marcha con el cinturón puesto. No he recorrido ni cien metros y me doy cuenta que la hierba que guardo en la cajita del smint de fresa no hace ni hará ruido ninguno pero puede oler perfectamente. Extiendo mi mano derecha hasta el bolso que reposa en el asiento de mi no acompañante. Abro la cremallera y agarro el monedero, el móvil, el abanico regalo de la boda a la que no asisto de la ya mujer del Dañino, la cámara de fotos, las gafas que no me pongo, pero ni rastro de la cajita de no chicles. Cuando quiero percatarme tengo a los malos cortándome el sendero de salida y relampagueándome con luces cortas y largas. Son malos. Me he fumado creo que el cuarto, tengo que sonreir como si se me fuese la vida. Se acercan a mi con sus linternas y sus trajes verde malo, se me sale el corazón del pecho pero a quién le importa. Mi ventanilla está suficientemente bajada y en ráfagas de segundo me convierto en una auténtica obra de arte, trato de la creatividad y todo empieza sin telón ni hostias.


-Hola buenas (sonrisa), me he dado cuenta de lo tarde que es gracias a vosotros (ambos) (sonrisa), ya ves, (sonrisa mirando el reloj) las 3 de la mañana, qué barbaridad (saco pecho estirando el cinturón de seguridad y mi jersey de cuello en pico)
-¿qué hace usted por aquí a estas horas?
-pues nada (sonrisa) estaba escribiendo, subí hace un par de horas y no me di cuenta de cómo pasa el tiempo (sonrisa, guardo varios cuadernos dentro del bolso)
-¿es usted de aquí?
-sí, claro, (sonrisa), de toda la vida, yo soy autóctona. He estado en el bar de Mario (sonrisa de mentira) hasta que cerraron (sonrisa, ví la verja echada hace un par de horas) y me subí a hablar por el móvil (sonrisa púa de Fran) y anduve aquí un rato escribiendo
-¿me permite comprobar su documentación?
-(sonrisa) uy, sí, sí, yo te lo enseño todo (sonrisa intercambiable)
-¿podríamos =)&$!(/= su maletero?
-(sonrisa) sí, sisi, lo que queráis (sonrisa)


Dos posteriores minutos de reloj interminables.
Se acerca de nuevo el más valiente de ellos a mi ventanilla enfocando esta vez con su linterna todo el interior del coche parándose en el punto exacto entre mis dos piernas, antaño con botella de sidra a medio beber, entre las que llevo un mechero para él invisible.


-le decía si podría usted bajarse y abrirnos su maletero (sonrisa)
-aahhhhh, (sonrisa) sí, sí, perdona, no entendí bien, pensé que queríais hacerlo vosotros (sonrisa) ¿me tengo que poner el chaleco antes de salir? ahjajajjajaj, perdón es un chiste malo (sonrisa intercambiable)


Me bajo y, antes que nada, me freno en seco frente a ellos (sonrisa) mientras me ajusto los ceñidos pantalones. Sigo el rastro de sus linternas y procedo a abrirles el maletero. Dos triángulos reglamentarios, juego de luces y bombona de no te secarás jamás de agua. Ni rastro de abuelo desnudo amarrado. Como no veo que pongan mucho ímpetu en la inspección del interior del maletero les pido que hagan el favor (sonrisa) y procedo a colocar lo transportado con la ayuda de ambas linternas. Prefiero que me miren el culo a que me registren el bolso.


-pues nada, ya está
-nada, pues eso era todo. Puede usted marcharse, gracias y buenas noches
-nada, ya te digo que gracias a vosotros (sonrisa) ¿vais para el pueblo?
-sí, sísí, entraremos ahora. En tu carnet pone que eres de aquí, ¿no? nos iremos viendo (sonrisa)
-vale, sí, nos vemos entonces (sonrisa) yo os sigo porque me voy a dormir. Que se de bien


Anoche terminé durmiendo a pierna suelta porque aprendí algo.

Yo ya sabía que termina la libertad de uno justo donde empieza la de otro, también sé que la marihuana es ilegal porque el provecho no está en la farmacia sino en la terraza de mi casa. También aprendí hace tiempo que llevamos las camisetas de algodón y no de cáñamo irrompible del che guevara y/o los back street boys y el caprabo porque así se le antojó a JFK o sucesivos. Hace ya muchísimos años que juana y sergio dejaron de ser los enamorados y que ya no hago ondas vitales al mapa mundi de plástico, pero mi técnica a día de anoche sigue siendo la hostia.

Es asombroso el manejo que sigo teniendo ante la extrema dificultad.

5 de mayo de 2010

Hijo de puta hay que decirlo más

Soy de efectos retardados.

Por ejemplo, alguien me suelta una hostia y tarda en dolerme porque antes me da tiempo a devolvérsela y a cagarme en sus muertos. Estos efectos me hacen darme cuenta ahora, y no antes, que para julio de dosmilonce no contaré con suficiente efectivo como para conseguir pagarme el curso siguiente completo al contado y poder acogerme así al ahorro de dos mensualidades, tal y como podré hacer este verano. Del mismo modo, estoy siendo consciente que mi turismo está gastando más que yo y que, como le ocurra algo y no pueda moverse, no podré hacerme cargo ni de él ni de mi misma. He caído en la cuenta de que, quiera o no quiera, antes de junio de dosmildoce tendré que volver a trabajar en cualquier porquería porque voy viendo y comprobando que las bolsas de trabajo sanitarias, en este país que es espanya, son como un puto juego de chinos y no conozco a Nadie en ningún sitio.

Está la cosa jodida, en efecto.

En cualquier caso, y pase lo que pase, sé que mi suspicacia y este par de tetas sabrán reconducir cualquier situación que se presente. Yo es que soy muy suspicaz, sí, me lo ha dicho un pajarito. En resumen, me contó que la suspicacia se reserva para la gente como yo y muy pocos más. Poco a poco la misma realidad va derivando, todo surge, y sigue habiendo movimiento por mucho trabajo que a mí me cueste levantarme. Ahora ya sé que Ángel también sale perdiendo siendo ésta la situación que tenemos, ahora ya sé claramente el propósito del pájaro de Luis Alfredo, y ahora ya sé cómo pasar ante las situaciones sin pena ni gloria, como quien sólo está dando una vuelta. Me amoldo a todo como si fuese el puto comodín del público, el mismo que este imbécil parece ofrecerme.

-q tal tus gestiones en madrid. el otro día no intenté nada pues xa mi es +important tu amistad y compañia, no quise asociar quedar con rollo. Q no significa q no m atraigas fisicamente y q si otro dia surgiese m encantara dar y recibir placer. voy a mandart 1 cuento. Espero tu, como siempre, sincera critica

He tardado unas tres horas en contestar.

Le he dicho que él muy suspicaz no parece ser porque no quise rollo ni lo pretendo, aunque ahora ya sé que sería mucho más efectivo el soltarle una hostia. En cualquier caso, el haberle dicho claramente que le falta suspicacia, la misma que cree haberme descubierto, le ha debido sentar como una patada en el estómago. También le he recordado mi correo para ver qué se cuenta, aunque creo que no me equivoco al afirmar que nunca jamás escribirá nada que merezca la pena leerse. Esto debería habérselo dicho mirándole a los ojos la otra noche, justo después de ver cómo me pagaba mi hamburguesa y la cocacola.