27 de agosto de 2015

Cuando no estoy contigo domestico las horas

El malagueño vino a conocerme este domingo a la hora de misa, tuve que madrugar para salir a su encuentro. Le recogí en la renfe y le metí en mi casa. Después, un cigarrillo y un amago de ansiedad hicieron que le llevase hasta mi cama y le metiese entre mis piernas. Follamos y nos echamos la siesta. Después de la siesta, follamos y regresamos al salón a las ocho de la tarde.

Me habló durante dos horas de su última relación y pagó la cena a domicilio. Al terminar me preguntó si quería ir a dar una vuelta, así que volvimos a la habitación y follamos. Pensé que no podríamos superarnos, pero lo hicimos. No le saqué de casa y apenas dormimos, le devolví a la renfe a las nueve y media de la mañana del lunes antes de irme al trabajo.

Continué mojando tangas hasta el lunes por la noche y no conseguí comer algo hasta bien entrado el martes. Me preguntó por mi escaso apetito el lunes a mediodía, pero me dio miedo leerlo y me eché la siesta.

Me hace gracia, zezea y parece bueno. No es feo ni guapo, pero folla estupendamente. Dice que fue genial conocerme y que quiere volver. Realmente quiere volver a mi cama y no me extraña, pero yo no sé si quiero que vuelva. A mí lo que realmente me contenta es recordar la sonrisa de Ángel, tan reciente, una y otra vez en mi cabeza. Y ahí estamos.

18 de agosto de 2015

A ver qué me dice después

Pues ahí estamos.

Su error fue preguntar qué es lo que había hecho, inquietud de culpable. Le pregunté cómo es posible que no quiera novia y a la vez ponga tanto empeño en conseguir una para su amigo. Creo que no contestó, se limitó a reír como lo venía haciendo y siguió sonriendo ante mi discurso para acabar contándome que le dijo a la Sandra que ahí estamos.

En esta ocasión no dirigió las manos en ningún sentido, por lo que no sé si ahí estamos bien o mal.

Pero ahí estamos, como dos idiotas, a cuál más sonriente o quién más estúpido. En el medio de la plaza, solitos con el resto de personas a cincuenta metros. Estamos muy entretenidos, él me toca, yo le toco, nos tocamos. No nos pondremos de acuerdo nunca y a lo largo de la noche, con tanta copa, tanto cigarro y tanta risa, me pregunta un par de veces si ya no estoy enfadada, acompañando la pregunta con esos abrazos al hombro que trae preparados; no nos pondremos de acuerdo nunca, pero me está tocando.

Ahí estamos, hay cinco hombres dentro del bar y a dos me los he follado. Sólo dejo que se me arrime él, al otro le ignoro. Estamos ahí porque le he dicho que me pague un vino allí dentro y está tan encantado de hacerlo que repite. No se separará de mí ni un momento, por más que le entretenga gente saludando.

Ahí estamos después, en las afueras porque me meo y no puede llevarme más lejos. Ahí estoy yo, en la bifurcación en tres carriles, eligiendo el camino de tierra. Allí él, en mitad de la bifurcación, ahora observando que no venga nadie y ahora viendome el culo. No tarda en ponerse a mear él también, allá en la calle asfaltada y dándome la espalda. Cuando regreso bajo la farola, me comenta sonriendo que seguro que me he manchado y yo contesto igual de idiota sonriente que no acostumbro a mancharme y ahí estoy, pidiéndole otro cigarro. Para darmelo primero me hace entrega de mi bolso que lleva colgado y de la última copa que me ha pagado. Quizá mientras meaba la sostuvo con la boca.

Y ahí estamos de nuevo en la plaza, contentos el uno con el otro, estúpidos sonrientes. Sonreimos hablando por hablar hasta que le indico que deben estar esperándome en el coche, contestando serio que si quiero me acompaña. Al llegar ahí estamos los cuatro hablando, sin prestar atención al reloj, no parece querer irse nunca ni yo quiero que se vaya.

16 de agosto de 2015

Puede que me deje llevar

Me tiene loca perdida, no le comprendo.

El viernes, tras el repaso futbolístico recibido en San Mamés, no salí de casa. El sábado no pude resistirme y me presenté allí, a pesar de haberme propuesto no verle hasta septiembre. Poco antes de las 6 de la mañana acudió a saludarme, interrumpiendo mi conversación con Pocholo. No se separó de mí hasta más allá de las ocho. Supongo que no se me acercó antes porque no le dio la gana, me tiene loca perdida y no le comprendo.

Me dio de fumar, me dio de beber y me dio cuatro besos: dos al llegar y otros dos antes de irme. Como no sé de dónde apareció, tan sonriente, no sé si vio desde la lejanía los abrazos al hombro que me da Pocholo con frecuencia. Él, mientras me daba de beber me dio también un par de abrazos de éstos, parecidos a los que recibí horas antes de Pocholo, pero los suyos bastante más inesperados. Le dije que me tiene contenta y me dio muchas explicaciones, no le comprendo.

Le vi los ojos cansados y más verdes que nunca. Él me vio el culo mientras me bajaba los pantalones para mear en aquel camino a las afueras hasta el que me llevó al alba. Le vi muchas ganas de pagarlo todo y procuré que también invitase a Bea que pedía perdón por interrumpirnos. Le vi más cercano, me tiene loca perdida.

Me contó que su hermana le dice que es raro y que ella es quien mejor le conoce. Dijo que la Sandra le preguntó por nosotros meses atrás y que él contestó

-ahí estamos

También me hizo rabiar y reír, como siempre, le encanta hacerlo. Me repitió que pienso mucho las cosas y le intenté hacer ver que me es necesario. Me dio opción a besarle más de tres veces, de tan cerquita que le tenía, pero no lo hice por no entender nada. Me sentí protegida y estupenda a su lado durante las conversaciones que mantuvo con unos y otras, me tiene loca perdida.

Me propuso acompañarme hasta el coche para mi inevitable partida con César y Bea y acepté. Llevábamos media hora sonriendo como dos idiotas amaneciendo con musica de fondo y era lo mejor. No sólo me acompañó sino que llegamos hasta ellos y ante mi sorpresa, permaneció hablando muy animado con los tres durante largo rato hasta despedirnos. No le comprendo.

2 de agosto de 2015

Por los tres clavos que te clavaron

El amigo gay que toda mujer quisiera tener a veces me pregunta por Ángel. También lo hacen la Sandra y Bea. Me preguntan ahora, siendo evidente que nos queremos menos que nunca.

Anoche nuestro amigo común no me preguntó por él, pero le mencionó tres veces. La primera para contarme que ahora él ejerce de concejal sin gobierno por culpa suya. La segunda para decirme que intentó comprar su voto por cien euros, sin conseguirlo, como si yo no supiera que Ángel fue derechito a votar a la Cospedal. Me dolió el alma al escuchar su nombre, a esa hija de puta la mencioné yo. De la tercera ya no me acuerdo, pero sé que la hubo porque respondí

-ya que le gustan tanto las escopetas quiza debería pegarse un tiro.

Me ayudé de la mano derecha y muy delicadamente dejé caer mi dedo índice sobre el esfenoides de nuestro amigo común, simulando el último disparo. En ese momento les habría matado a todos. Creo que se hizo silencio, me sorprendí a mí misma cuando ya estaba hecho. No volvió a mencionarlo.

Anoche nuestro amigo común se folló a la chica que me acompañó al concierto de Extremoduro. Tras el concierto, mi noche se redujo a la escucha de episodios trágicos entre nuestro amigo común y ella, uno detrás de otro. Y el año anterior al concierto, en ese mismo sitio, follamos los cuatro, cada oveja con su pareja. No sé si por lo primero o por lo último, esta chica anoche me saludó, me plantó dos besos muy sonriente y me preguntó que tal diciéndome que ella estaba muy bien. Inmediatamente después, esta chica le preguntó al amigo gay que toda mujer quisiera tener

-¿Dónde está Chafan?

La mujer del ya marido, nuestro amigo en común y el amigo gay que toda mujer quisiera tener se rieron mucho tras la respuesta de este último, señalandome. Esta chica, siendo la que más se reía, me plantó otros dos besos más, chupandome la energía con su medio abrazo y me dijo que me veía muy cambiada y no me había reconocido. No pregunté si el cambio era a mejor porque su opinión me importa una mierda. Se hizo silencio y tuve que sonreír al no poder matarla. Nuestro amigo en común, que la noche que follamos los cuatro en ese mismo sitio delante de Ángel la estuvo criticando previamente, debía tener más ganas de follar que yo porque no se despegaba de su lado y ella no dejaba de reír.

Anoche me hice una foto con nuestro amigo común poniendo cara de otra. El disparo de la foto fue suyo y de frente, mientras esta chica pensaba que la foto estaba siendo para ella y otros dos a los que se la estuvo chupando. La energía es esencial para la vida y cualquiera puede chupartela.