29 de julio de 2011

Vuelvo a las andadas

Tengo muchas ganas de chuparle el dedo gordo del pie izquierdo y esta idea viene precedida de una verdad absoluta: hago un pisto manchego exquisito. Me gustaría chuparle el dedo gordo del pie hasta quedarme sin saliva, hasta arrugárselo o hasta que me pidiera que le chupase otra cosa.

También quisiera decir alto y claro que yo no veo esa mierda televisiva, ni esa tampoco, pero guardo silencio y enredando con las conchas que siguen colgando de mi pulsera consigo alejarme de la silla en la que permanezco sentada. Disfrutaría pisando sus blackberrys hasta hacerlas añicos o tapando sus bocas con cinta adhesiva. Conservan el ánimo y la imbecilidad para decir una estupidez detrás de otra y me dejan muda. Una de ellas utiliza champú para caballos y me reservo el añadir que también debería comer rabo de toro o desayunar matarratas.

Es imposible guardarme tantísimas cosas dentro por lo que decido regresar a este puto blog, habiendo arrastrado antes hasta aquí todo aquello que he escrito después de dejar firmado un punto y final inexistente.

15 de julio de 2011

mecorroLEER

Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,

una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,

que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.

Wislawa Szymborska. Amor a primera vista, de "Fin y principio" 1993
Versión de Abel A. Murcia