24 de octubre de 2015

Sabor de aire recién batido

Nueve más dos, once y me llevo una porque se ha quedado dormido.

Ni en los mejores sueños consideré tenerle tan cerca y tan pendiente de mí. A partir de ahora dejaré de contar ya que la cantidad no importa mientras el nivel de calidad continúe siendo óptimo. Me escribe para preguntar qué tal me ha ido el día y me explica después por qué califica el suyo de duro. No ha vuelto a pedirme más fotos, ya dijo que me veía perfecta en la última que recibió.

Le interesa saber qué hago, qué he hecho y hasta lo que estoy leyendo. Él me cuenta lo que hace y lo que tiene pensado hacer, incluso se permite transparencias sobre el teclado

-elige tu. que ya no se que mas decir

Intercambiamos buenos deseos, queriendonos sin mencionar el verbo. Vamos tan despacio que tengo tiempo de saborear estos acercamientos y tienen sabor dulce, como el puerto de Indias que he tenido que explicarle.

21 de octubre de 2015

La sangre de las venas, hervir, me noté

Estoy tan feliz que me da miedo.

Yo comencé la conversación del lunes y él comenzó la del martes. En estas conversaciones dice que quiere ir poco a poco y que soy la única persona a la que escribe. Yo estoy dispuesta a creer todo lo que me diga porque en cualquier caso me hace llegar, sin haberlo pedido, una foto suya en ropa interior y otra completamente desnudo. También dice que nunca ha enviado fotos así a nadie y que ha dado el paso conmigo, prefiero pensar y pienso que no miente.

Desconozco los motivos de este tremendo cambio en su comportamiento, pero ya le he dicho que disfruto por verle así y que no hay cosa que más quiera que entenderme con él. Si alguien me hubiera dicho el mes pasado que, en cuestión de un mes, iba ya a acumular nueve extensas e interesantes conversaciones con él no lo hubiera creído. Parece dispuesto a traer su desnudo a mi casa cuando termine el trabajo que ahora está haciendo, todo en él son buenos propósitos. Sigo sin hablarle del querer por si optase por huir y no escribirme nunca más.

16 de octubre de 2015

Abre tus ojos, mira hacia arriba

Con la de esta noche son siete las conversaciones, cuatro de ellas abiertas por él mismo que incluyen las dos acontecidas esta semana.

Me ha escrito expresamente preguntando por mi viaje del sábado a Barcelona. Después me ha enviado orgulloso la imagen del ciervo que ha matado. Al parecer acaba de llegar a casa, después irá a ducharse y quitarse la sangre no sin antes despedirse de mí con buenos deseos.

Las diversas preguntas que me ha hecho hoy, sumadas a las que me ha realizado en anteriores ocasiones, demuestran que de alguna forma y como poco de vez en cuando aparezco en sus pensamientos. Tengo mucha suerte, hasta ahora se trataba de un deseo inalcanzable. Se cayó del cielo para mí, todavía no me creo lo que estoy viviendo.

Llevo años arrastrando intentos y fracasos de entendimiento con él y ahora en tan sólo unos días postergo, del verbo postergar, nuestro encuentro un par de semanas. Quizá lo hago debido a esta necesidad de control, no estoy segura. Me resulta maravilloso lo cerquita que se ha colocado y lo mucho que me viene cuidando desde aquellos abrazos impetuosos que decidió darme en verano.

Y ahí estamos, hablando dos veces por semana. Se está bien ahí, yo creo que él también está a gusto.

15 de octubre de 2015

Ya rayah

بهجة
✔ من فضلك، يأسر، إغراء، فتن، سبى، فتن، إغواء، مثل
المتضادات: الاشمئزاز، بالملل
✔الترفيه، وتنغمس

-Asi tengo algo para deleitarme

Pidiéndome por enésima vez una foto, lo dijo con todas las letras y fue como música celestial en mis oídos.

13 de octubre de 2015

Vente a la sombra, vente amor

Me ha escrito Ángel otra vez, soy feliz cuando le leo. Esta noche no duermo.

Hemos quedado en vernos en el puente de todos los santos, me ha pedido que se lo recuerde. Pedía verme este fin de semana, pero esto no puede ser. También me ha pedido una foto desnuda, creo que se ha desatado.

Según cuenta estamos hablando metiditos en la cama, ambos desnudos porque él no usa pijama ni nada de eso. Esto no hay quien se lo crea, pero eso dice.

Me ha escrito para decirme que quite mi foto pública de Coco y coloque una en la que yo aparezca y si es de cuerpo entero, mejor. Esto último le resulta de gran importancia hasta que le digo que mejor le envío una vestida de cuerpo y otra desnuda para que juegue a las siete diferencias. Se lo toma en serio e incluso alcanza a decir que no le conozco si pienso que me está tomando por tonta. Y lo dice con una relatividad que asusta. Ha dicho muchas cosas y me ha pedido perdón dos veces.

Me ha escrito casi por arte de magia lamiendo mis heridas y subiéndome la autoestima. Ha retirado las sábanas para incorporarse y después me ha enviado su foto de pelo en pecho y barba porque es muy bago. Con él la sorpresa está garantizada. Yo le he enviado el mismito selfi que recibió Abdul el año pasado, en el que colgando los ojos muestro la escotadura esternal porque insistía en verme y yo no tenía pelos para posar hoy.

Le he dicho que no me da la gana de enviarle una foto desnuda, que se lo pida a una rubia y a ser posible que se tape los pezones con el pelo. También le he dicho que si quiere fotos íntimas que venga él a hacermelas. Él responde que, si quedamos, no se va a entretener con la cámara porque es mejor tenerme en directo. Le digo verdades como puños y él no sabe lo que dice. No pretende ofenderme,  pero quiere la foto por lo que yo diga o lo que yo quiera: a toda costa. Me insiste tanto que le trato mal y por ello me pregunta si acaso ha dicho algo malo porque me encuentra a la defensiva.

Dice que es simple, pero es medio tonto. Dice que entiende, pero no entiende nada. Él mismo se hace un lío y termino consiguiendo mi objetivo -ponerle fecha al asunto- jugando con este afán suyo de verme desnuda. A las dos y media de la madrugada considera que ya está bien y dice que seguiremos la conversación mañana.

Lo dicho: cualquier día me meto en el asombro y no me vuelven a ver.

9 de octubre de 2015

Los domingos por el fútbol me abandonas

Sé que estuvo el sábado en una feria de caza y no porque me lo haya dicho él, sino porque el Rufo se lo dijo a Bea. Él no me dijo nada porque no le dio la gana, tiempo tuvo.

No sé si es que está tonto perdío o lo estoy yo de tanto pensarle. Estos quebraderos de cabeza no son normales: he llegado a dar por muerta a su abuela con el pensamiento. Debería pensar más en la mía, quizá era la que me llamaba por mi nombre allá con él en el siglo pasado y que yo sola escuchaba mientras nos revolcábamos.

Después de llorar un poco el lunes por no entender su silencio, el martes le escribí para no perder la costumbre.

-Vuelves otra vez a lo de no contestar y no sé que pensar.. espero que te encuentres bien..

Respondió al cabo de unos minutos, diciendo que más tarde me contestaría ya que estaba trabajando en algo nuevo. Guardé silencio y una hora más tarde volvió a escribirme, diciendo que ya podía hablar porque acababa de llegar a casa. Me puso al día de sus quehaceres y yo le perdoné. Le comenté que, como no recibí respuesta, me rayé pensando.

- Tu siempre te rayas

Aparte de decirme verdades como esa, me hizo diversas preguntas y estuvimos hablando de mis expectativas de octubre. Enredó conmigo cuanto quiso hasta que finalmente dijo que iba siendo hora de irse a la cama y le despedí con un beso.

Esta vez nada dijo de venir a verme, se muestra muy atareado hechando una mano a su padre y trabajando a horas indeseables por su cuenta.

3 de octubre de 2015

Sonriendo has dicho mi nombre

Se dirigió a mí nuevamente por su cuenta este jueves a las doce de la noche. Yo también lo había hecho este martes. Jueves o martes, cualquier cosa y no eso que esperamos, ayer, todavía y siempre. Los días que le estorbaban al poeta nosotros nos los tiramos a la cara, empujando al miércoles y tiñendo de color el viernes. Una semana redonda, como la que él esperaba obtener en la quiniela la semana pasada.

Le contesté pasados diez minutos y tras lavarme los dientes. Aún no ha contestado, aunque le hice una pregunta. Habiendo transcurrido nueve horas desde su última conexión llegué a pensar en la muerte de su abuela, llegué a verme a mí misma asomandome al abismo de la indiferencia y todo el horizonte oscuro tenebroso que daba miedo imaginarlo. Cuando cumplidas doce horas comprobé que no me respondía, aun siguiendo vivo, le imaginé harto de botellines y le perdoné una y mil veces porque hay que perdonar al prójimo y hay que ser buenos.

Se dirigió a mí por su cuenta para ponerme al corriente: no tiene oficio ni beneficio. Pero ahora se resiste a continuar conversando. Esto no hay quien lo comprenda, debe ser tan simple que no lo entiendo. Los borrachos verán a dios dos veces y yo no soy capaz de ver esto.