Sé que estuvo el sábado en una feria de caza y no porque me lo haya dicho él, sino porque el Rufo se lo dijo a Bea. Él no me dijo nada porque no le dio la gana, tiempo tuvo.
No sé si es que está tonto perdío o lo estoy yo de tanto pensarle. Estos quebraderos de cabeza no son normales: he llegado a dar por muerta a su abuela con el pensamiento. Debería pensar más en la mía, quizá era la que me llamaba por mi nombre allá con él en el siglo pasado y que yo sola escuchaba mientras nos revolcábamos.
Después de llorar un poco el lunes por no entender su silencio, el martes le escribí para no perder la costumbre.
-Vuelves otra vez a lo de no contestar y no sé que pensar.. espero que te encuentres bien..
Respondió al cabo de unos minutos, diciendo que más tarde me contestaría ya que estaba trabajando en algo nuevo. Guardé silencio y una hora más tarde volvió a escribirme, diciendo que ya podía hablar porque acababa de llegar a casa. Me puso al día de sus quehaceres y yo le perdoné. Le comenté que, como no recibí respuesta, me rayé pensando.
- Tu siempre te rayas
Aparte de decirme verdades como esa, me hizo diversas preguntas y estuvimos hablando de mis expectativas de octubre. Enredó conmigo cuanto quiso hasta que finalmente dijo que iba siendo hora de irse a la cama y le despedí con un beso.
Esta vez nada dijo de venir a verme, se muestra muy atareado hechando una mano a su padre y trabajando a horas indeseables por su cuenta.
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