30 de junio de 2010

Punto de inflexión 5

el punto y final.














LA REALIDAD

♫...rebusco en la memoria el rincón donde perdí la razón
y la encuentro donde se me perdió cuando dijiste que no...







Llegada a este punto preciso, el punto de inflexión cinco, dejaré de escribir en este puto diario sintiéndome satisfecha de lo que he conseguido y sabiendo lo que tengo que hacer. He llegado a este punto cinco con c de casualidad y haciendo círculos concéntricos. Si no lo hubiera dejado todo escrito, ni yo, ni tú, ni él, ni nadie saldría de esta situación.

Una vez conseguida la melodía estoy segura que ya todo queda más cerca.

Ahora cada uno, a su REALIDAD, a su estribillo.












La LEY INNATA del adiós.

28 de junio de 2010

Me quedo contigo, si me das a elegir

Estoy contenta, he vuelto a constatar que me quiere aunque sea un poco.

No tengo queja aunque no me es suficiente, sigo inmersa en una búsqueda de la felicidad permanente que quizá nunca llegue a realizarse. Era consciente que era más que posible que nos encontrásemos este fin de semana y tenía preparadas para él unas cuantas frases que, de decírselas, dejarían constancia de mi amor eterno pero sólo me atreví a comentarle que está muy guapo siempre.

Extrañas fuerzas de la naturaleza le colocaron en mi mapa de visión entre los más de cien metros de distancia y de gente que nos separaban. Sabía que me había visto antes de que Mario me lo confirmase. Era viernes de aparente luna llena, Belén me había dicho al menos tres veces que me encontraba muy guapa y el sombrero cordobés de lentejuelas que llevaba sobre mi cabeza, tras regatearle tres euros al subsahariano, hacían de mi una personita aparentemente feliz y más negra imposible.

Se entremezclaban la risa y el alcohol en mi garganta mientras Belén me taladraba los ojos a golpes de flash y mi estómago me recordaba lo poco que había cenado y que de risas uno no se alimenta. Le distinguí algo más cerca, nítido e impasible, hablando con una con otra y con esa quién es. Me dije a mí misma que tocaba beber, reir y bailar y cuando todo mi interés estaba en que cuando yo regresara del baño Mario y el resto no se hubieran movido del sitio en el que nos encontrábamos por favor que no veo, éste me dijo muy tajante que mejor me estuviese quieta porque Ángel se disponía a venir a hablarme. Tragué el vodka que se empeñaba en salir ahora por abajo ahora por la garganta y, sin ver nada más allá de mi pena negra, le contesté sonriendo que no todos los días son fiesta.

Inmediatamente después, volvió a aparecer en mi mapa de visión por el lado derecho y directamente tocándome el brazo. Si existiera un dios entonces sabría de mis ganas de morirme y perpetuarme para siempre en ese preciso momento. No hubo un dios que me hiciera escuchar la música de fondo, ni suenan nunca sus besos cuando los da en las mejillas, ni tampoco se escuchaba mi corazón aunque me gritase por dentro. Venía más sereno que yo pero aparentemente igual de divertido y simpático. Me encantó, como no podía ser de otra manera.

Lo primero que me dijo es que me había visto hacía un rato y que se había dicho a sí mismo que iba a saludar a Chafan. Entre tanta evidencia, se le pasó el decirme lo morena que estoy. Me llenó de nuevo de explicaciones laborales que sólo importan a su jefe y a su cartilla de ahorros y, sin preguntarle siquiera, me advirtió que por realizar horas extras no había visto la maraVilla del partido de Iniesta. Quizá debiera haberle dicho que se va a hacer rico entre los mensajes que no contesta, las llamadas que no hace y lo que trabaja pero opté por apurar mi copa y meterme con él en una conversación de peluquerías de más de cuarto de hora.

Cuando quiere sabe cómo y qué ha de preguntar, por lo que se encargó de conocer mi actualidad sorprendiéndome gratamente con más de una pregunta y diciéndome, entre otras cosas y en el colmo del regocijo, que él no sabría si fiarse de mi poniéndose en mis manos en lo que será mi futuro profesional. Por si se le ocurría decirme, como antaño, que se me transparentaba el sujetador tenía pensado contestarle que entre todos los presentes sólo él me había visto las tetas por lo que para el resto poco podía transparentarse. No hubo tal comentario. Se reía mucho y con mucho ímpetu de forma que a veces incluso se inclinaba hacia atrás de la risa que le daba sin que yo hubiera dicho nada extraordinario. Se le veía encantado. Y yo, que cuando quiero soy lo más agradable que ha parido madre, le pregunté incluso por su hermana.

En la conversación de los cortes de pelo, con sus respectivas formas sitios y precios, salió de mi boca el único piropo masculino que escuché esa noche y no sé ni cómo entramos en la conversación peluda ni por qué ninguno de los dos era capaz de salir pero terminamos saliendo forzosamente. La amiga de Belén, conductora y dueña de la situación, vino tocándome en la espalda para decirme firmemente que nos íbamos y nos íbamos ya mismo. Sabe dios que me entraron ganas de escupirla en la cara. Me dio escaso tiempo para preguntar a Ángel si estaría allí mañana, para que contestase que sí, para decirle hasta luego sujetándome el sombrero, y para salir corriendo detrás de Mario con mi tanga mojado.

aplíquese el para para para para qué quererte tanto si después, después, si después te vas de fito y los fitipaldis

El día siguiente, sábado, una tormenta a las ocho de la tarde auguraba cambios y ocultaba la luna para no volver a mostrarla en toda la noche. Si Ángel estuvo allí sólo dios debe saberlo, pero sí pude ver cómo su hermana me pisaba el pie derecho en plena madrugada, sin querer o a propósito, para después darme dos besos y contarme lo que ya me había contado su hermano la noche anterior.

Esa noche opté por conducir yo, transportando a Bea, mi hermano Pedro y su amigo Elfeo por lo que no probé ni gota de alcohol y, en un momento de la noche, mientras Elfeo amigo de mi hermano y su simpatía me hablaban de unas cosas y de otras pude comprobar cómo Rufo el eterno amigo de Ángel, a su espalda, no nos quitaba la vista de encima dios sabe por qué.

Bea, a la cual sentencié hace tiempo tras varios desaires, llegó a decirme que ella sigue viéndose como cuando tenía 19 años y yo la respondí que llevo en los 15 toda la vida. Beber, reir y bailar. Bailar, reir y beber y que sea lo que dios quiera.

Dios quiere y sabe muchas cosas pero Bea, a la cual estoy pensando restar sentencia, fue quien sorprendentemente acabaría mostrándome esa noche dentro de su borrachera una serie de pareceres globales e intercambiables que terminaron dándome la fuerza que necesitaba ya que una mísera tortilla francesa y un gazpacho no me son suficientes.

Rayada, sí, pero contenta.

24 de junio de 2010

Sin la menor indulgencia

Estoy apostando por utilizar la falsedad que me rodea ya que se cotiza al alza.

A mi regreso de una semana de vacaciones que no me he ganado vuelvo más negra que la camisa de juanes, de noche sólo se me ven los dientes y a Mario y a mí un día de estos nos montan en una patera y nos empujan para allá de vuelta. Estas y otras ocurrentes gilipolleces similares que aún están por llegar las hago públicas a diestro y siniestro y no sé muy bien por qué lo hago. No se alejan mucho de la realidad que mi cuerpo ya bronceado representa pero después de soltarlas dudo si lo hago por amor al arte, para llamar la atención, o simplemente por la búsqueda de una risa profunda que se me resiste. Quizá, es muy posible, por todo ello junto pero qué importa.

Mi hermano Juan dice que mis gafas de sol cutres están torcidas. Aún siendo así, no me importa, se ve bien el mundo con ellas puestas. Un mundo en el que, todo indica, tendré que aprender a vivir sin él; menuda mierda de mundo, desde luego que sí, pero en apariencia es un mundo simpático. La apariencia, aunque esté muy bien decir que no, es muy importante. Si uno parece gilipollas, será mucho más probable que le tomen como tal. Yo soy muy simpática cuando quiero y cuando no quiero me tuerzo, qué importa.

Tras un período de tiempo con lágrimas secas lloré de nuevo y abundantemente la otra noche. Lloré como si fuese la última vez que se me fuese a permitir hacerlo. Y mientras extraía los mocos lagrimales y me los llevaba a la boca extraje también un pensamiento; tragaré todo lo tragable sin torcerme del camino con mis gafas cutres puestas, o de noche enseñándole los dientes, porque le quiero conmigo y punto.

Puede que el hombre de mi vida después resulte ser un tuerto de Pontevedra que todavía no me ha echado el ojo pero eso ahora qué importa. Puede también que la próxima vez que me enamore lo haga de un gay. Sería algo muy extraño, sí, sobre todo porque en enamoramientos sigo cotizando 29 a 2, pero también es verdad que enamorándome de un gay tendría pluriempleo; podría entonces trabajar como la mujer barbuda y como la del más difícil todavía. Incluso ahora mismo veo simpático el trabajar los fines de semana en bollería, nada importa.

Hablando de ocurrentes gilipolleces, el amigo gay que toda mujer quisiera tener ya no me ajunta. Fue todo muy extraño, la verdad es que sí, porque poco antes de disponerme a disfrutar de esta semana de vacaciones que no me he ganado ví cómo le había perdido virtualmente hablando. Públicamente ya no me daba ni los buenos días, habiéndome negado el saludo varias veces de forma evidente aún cruzándose conmigo por la carretera y por esas calles. Dudo si su comportamiento es porque la inteligencia se le resiste, porque es así de gilipollas como parece, porque le da la gana, o porque en septiembre robó los bafles de sonido de César entregándole las llaves del local a otro en plan yo no he sido y yo resulto ser la única persona capaz de torcerle los mocos. La verdad es que poco me importa.

La verdad no tiene por qué ser única, aunque hay una evidencia perdida que ni compro ni vendo por más que llore; le quiero.

Apostaría mi mano derecha a sabiendas que no la pierdo al afirmar que aquell@s que se alejan de mi camino no saben lo que se pierden. Lástima que sí perdí la apuesta que terminé haciendo. Aposté mi fortuna, 3,55€, escogiendo a Costa de Marfil como finalista y campeona del waka waka porque esto es África, la chica morena del mostrador del fondo. Aposté por ennegrecer mi cuenta corriente, aunque mi hermano Juan al verme tan negra no tardó en decirme que el marfileño Touré Yaya va a cambiar los euros por libras a razón de 35,00** millones € según le había escuchado al gilipollas De la Morena en la Ser. Este De la Morena es el mismo que va publicando a diestro y siniestro ser el descubridor de nuestro más que ilustre Andrés Iniesta, el cual procede de un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme porque ya estamos otra vez me cago en su puta madre.

Consuelo, sí, eso es lo que necesito.

3 de junio de 2010

Alabaré Alabaré

El Corpus Christi hizo acto de su divina presencia hoy en Orellana la Vieja (Badajoz), al parecer se estuvo bañando en la primera playa de costa dulce que ha obtenido bandera azul en Espanya. También se dio una vuelta por Catalunya, amb una mica mès que un par de huevos. Hoy dicen que tuvo un día de lo más entretenido.

El no follar no conlleva el no poder pasearse por dónde uno estime conveniente.

Él sabe bien dónde tiene que caer si es que ha de bajar, y también conoce al dedillo qué es lo que están haciendo abajo mientras tanto. Por lo tanto, ya pudiera ser a las cinco de la tarde o a las tres de la mañana que, descuida, en la plaza de la cibeles frente al banco de espanya, mientras los judíos bombardean el suministro a Gaza, o ahí en el huerto, no creo que le dé nunca por presentarse. Y eso que se ríe de todos los relojes, ni duerme ni descansa. Podría resucitar siete veces si quisiera pero por esos senderos no caminará.

Que no folle no significa más que un no follar y punto.

Todo junto hizo su representación de forma divina en el sueño que tuve la otra noche. En el sueño me tiraba a no se quién y en no sé dónde pero de cuerpo presente y el caso es que me gustaba y no poco. Bajaba y subía y volvía a bajar para subir alegremente según rezan las escrituras. Al paso, al trote y al galope y encantada de la vida.

Follar no follaremos, pero pasear y soñar de vez en cuando.








En la otra realidad, asistiré junto a Mario a una semana playera en la costa salá de Almería.