30 de noviembre de 2011

No se restar tu mitad a mi corazón

Conozco pocas cosas más estimulantes que visitar Barcelona ya que este hecho siempre abre la veda de las sorpresas continuas.

Antes de pisar el suelo de la estación de Sants desconocía que esta vez la ciudad me deparaba, además de otro gran partido de fútbol del mejor equipo en la historia de este deporte, una entrevista para el canal + japonés, el 75 homenaje a Buenaventura Durruti en el interior del cementerio de Montjuic y la devolución completa del importe del regreso en tren.

Me asombra el no mostrar el más leve síntoma de cansancio recorriendo calles que he transitado una y otra vez, en cualquier otra ciudad esto no ocurre. Sigue fascinándome el observar la casa Batlló, sobre todo su tejado, entender toda conversación en catalán que llega a mis oídos así como el desprenderme nuevamente de gramos y gramos de marihuana para entregárselos a un calvo y hacerlo con alegría.

JacK es un calvo inteligente, si no lo fuera tendría el blanco y el azul de sus ojos también en el carnet de socio. A media tarde llueve y JacK se moja, yo me mojo y todos nos mojamos pero poco importa teniendo diálogos en los que refugiarnos. JacK no quiere hablar ni fumar más de la cuenta, por lo que yo soy quien enciende y apura el último porro que me fumo dentro del estadio. Ambos llevamos media vida contabilizando pero ninguno de los dos menciona el balance 30-0 de la temporada de Liga en el Camp Nou, él se asemeja a los gatos que merodean la casa del pueblo y sabe cuándo relamerse. JacK, en definitiva, algún día será rico y desde la tribuna en platea los dos juntos veremos cómo Guardiola accede al palco mientras suena por megafonía Els Segadors.

Pero los acontecimientos gratamente sorprendentes no solo tuvieron lugar en Catalunya. Desde algún punto de la provincia de Jaén compartí vagón, besos y conversación con Jose quien continúa despertándome el instinto de aquí te pillo aquí te follo que todos llevamos dentro. Una vez reinstalada en Córdoba he sido capaz de estudiar más de tres días seguidos dentro de una biblioteca y, para colmo, hace dos noches Ángel me provocó el llanto y la risa por este orden y en tan solo unos minutos.

Supongamos que esta paz interior es la que me imposibilita narrar convenientemente cada uno de estos sucesos y no mi ansiedad ni mi egoísmo, por lo que concentrémonos en el último episodio que no es otro que la existencia de un ser capaz de matarme de amor y después resucitarme en cuestión de nueve minutos y medio.

Este ser no se inmuta si le digo que he estado en Barcelona, lo enfrenta comentándome que él ha vuelto de Sevilla y que está nuevamente en Madrid. Este ser no sabe que mataría al nuevo presidente de esta mierda de país si eso me asegurara el encontrarnos nuevamente allí donde tantas otras veces nos hemos visto, lo resiste manifestando brutalidades tales como

-ya estoy viejo para andar de fiesta 
-ya no apetece salir tanto y eso lo va haciendo la edad

No sabe el daño que hace ni que estoy llorando tragándome los mocos y su ausencia porque se ha desconectado sin más dejándome una pregunta sin responder en el aire y la pantalla. Este ser desconoce, no le importa o no se cree lo mucho que le quiero ni que podría ser mucho más si se dejara. No entiende mis prisas ni mis ganas de acercarlo, se conecta de nuevo y lo neutraliza hablándome pero tardando más aún que otras veces en contestar. Quizá ni siquiera sospecha que sus muchas huidas me hacen rendirme ni que le quiero más de lo que nunca pensé querer cuando después digo

-bueno, ya veo que tampoco te apetece hablar, no hay problema.

Ni este ser ni ningún otro es capaz de descifrar lo que verdaderamente encierra una frase mía de este calibre tan lejos del reproche, por lo que me seco las lágrimas viendo cómo se desconecta de nuevo ante mis ojos y mi última pregunta mientras me digo en silencio que jamás volveré a interrumpir sus conexiones. Un par de minutos después yo también salgo del chat, porque lo último que pretendo es que aparezca un feo en ese momento dándome conversación.

Pero este ser, siempre ajeno a la discusión y el agravio, continúa en su hipotético plan de no dejar nunca de sorprenderme por lo que, mientras me hallo escupiendo mi disgusto aún frente a la pantalla, me envía el siguiente mensaje post desconexión despejando todas y cada una de mis dudas

-estaba en sevilla de todas formas hace mucho que no voy al F. no es que no me apetezca hablar es que he tenido que ir al servicio

Puro, natural, verdadero, auténtico, propio, acreditado, legítimo, real, en una palabra: genuino.