27 de marzo de 2010

Tú elijes la charca donde quieres remar

El campo estos días está que da gusto verlo.

Esto me hace pensar que menos mal que la naturaleza no se dedica a ver gran hermano o sucedió en madrí. El campo está precioso, decía, de estampa primaveral, y se va a llenar de espárragos de un momento a otro para que vaya yo a cogerlos. Los espárragos que la naturaleza va a ofrecerme son espárragos trigueros, muy esquivos, largos y muy verdes.

Aunque a mi me gusta más el color azul.

Siempre me ha gustado mucho. Me gusta el color azul desde siempre y desde aquí, desde la terraza de mi casa. Me gusta desde antes de saber que el azul es justamente el color asociado a sagitario. Me gustaba el azul antes de conocer el mar, antes de aprender a nadar y después. Me gusta el color azul, sí, el azul me gusta mucho y me seguirá gustando, aunque sus ojos sean del color del puto otoño.

No quisiera hoy quejarme, me encuentro encantada, aquí, mirando el cielo. No todo el mundo tiene la posibilidad o la suerte de ver el cielo, tal y como yo lo estoy viendo, tan azul, tan inmenso. Algunos miran hacia arriba y ven caer misiles de diferentes tamaños. Otros miran hacia arriba pero enseguida vuelven a mirar hacia abajo, puede que la explosión se produzca ahora, puede que dentro de un rato. Yo miro, y vuelvo a mirar, y todo lo que veo me gusta.

He entrado en una fase inexplorada para mi en la que sólo tengo mis dos brazos y un inmenso cielo azul bajo el que, a partir de ahora, pretendo abrazarme a aquello que más me rente. Y me siento bien, en ambos verbos. El verde voy a dejármelo cualquier día de estos en el transcurrir de una de las acequias hurdanas de Aldehuela.

16 de marzo de 2010

Devuélveme la vida

Todo lo que hago es un fracaso.

Reconocerlo no me hace ni mejor ni peor, pero ya es hora de que lo escriba. Es éste un arranque desde cero que nunca llega, quizá por eso esta desgana.

Sigo hablando demasiado, yo misma me escucho y no aprendo. Tiene razón Julián, que todos somos ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. Yo también lo soy y sobre todo porque, como creo, sigo en el fondo esperando algo de este mundo, el cual no deja de confundirme.

Fracasaré un par de veces más, o tres, no creo disponer de más tiempo. Y tendré que levantarme de nuevo sabiendo que el mundo, mientras, seguirá girando sin que nada tenga que ver conmigo.

Sigo inmersa en conversaciones posibles imaginarias que no hacen sino agrandar la frustración posterior, me recreo una y otra vez en algo ya muerto, evadiéndome. El pardillismo personificado.

Las cosas, definitivamente, no son ni van a ser como a mi me gustaría que fueran por lo que más vale callarse e intentar vivir lo que llegue, que no es poco.





















Me he inscrito en Córdoba.