Con la de esta noche son siete las conversaciones, cuatro de ellas abiertas por él mismo que incluyen las dos acontecidas esta semana.
Me ha escrito expresamente preguntando por mi viaje del sábado a Barcelona. Después me ha enviado orgulloso la imagen del ciervo que ha matado. Al parecer acaba de llegar a casa, después irá a ducharse y quitarse la sangre no sin antes despedirse de mí con buenos deseos.
Las diversas preguntas que me ha hecho hoy, sumadas a las que me ha realizado en anteriores ocasiones, demuestran que de alguna forma y como poco de vez en cuando aparezco en sus pensamientos. Tengo mucha suerte, hasta ahora se trataba de un deseo inalcanzable. Se cayó del cielo para mí, todavía no me creo lo que estoy viviendo.
Llevo años arrastrando intentos y fracasos de entendimiento con él y ahora en tan sólo unos días postergo, del verbo postergar, nuestro encuentro un par de semanas. Quizá lo hago debido a esta necesidad de control, no estoy segura. Me resulta maravilloso lo cerquita que se ha colocado y lo mucho que me viene cuidando desde aquellos abrazos impetuosos que decidió darme en verano.
Y ahí estamos, hablando dos veces por semana. Se está bien ahí, yo creo que él también está a gusto.
2 comentarios:
Anclarse en una costumbre que no es "la hostia"... pues no se. No es lo que yo elegiría ahora mismo. Pero algo es algo.
La hostia, sí, la idea de Cristo, el burro enamorado, el día sin tarde, el Ángel falso y la caza del ciervo y el conejo. Que guarrada
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