26 de mayo de 2010

punto de inflexión IV

.













No tengo por qué estar triste, no, no tengo por qué estarlo.

Otras cosas, también muy importantes, sí que las tengo y pueden dejar de estar ahí si persisto del verbo persistir en no darlas su importancia, tan suya, tan importante. La posición que he elegido no es ya la que más me conviene sino la real, la que es. Creo que la forma, la puta forma, ya sí es la correcta. También creo que estos meses en el núcleo me han servido de no sé si bastante pero sí lo suficiente.

No lo he hecho todo mal, no, no lo he hecho.

A veces sí la he cagado, la cago, y la vuelvo a cagar, pero hace ya tiempo que no me equivoco tanto. Me he comprado unas gafas de sol cutres y ahora miro al mundo desde detrás del cristal de mis gafas de sol y el mundo también me mira y me acepta. No tiene mucho sentido el venir aquí a escribir un verdadero avance que no llega, pero estoy segura que estoy más cerca que antes.

Me he comprado unas gafas de sol cutres, me río con Mariangelines, qué me queda por hacer.