En el solsticio de invierno llamó por teléfono. Se llamaba Abdul y me daba besos en el gorro. Hacía casi ocho años que no había vuelto a saber de él y me sorprendió gratamente. Junto a Noelia y el francés, el Alberto y yo le conocimos en el primer viaje al Magreb. Al parecer el Alberto debió ocuparse, a nuestro regreso, de llevar las copias del carrete al chino y el sobre posterior a correos con supuestas fotos dentro.
Apareció el fin del mundo ante mí en nuestra primera conversación con el Alberto grabando el nombre de su pueblo sobre uno de los bancos de madera en popa, quien sabe si en proa, del ferry. Regresaron a mí recuerdos que ya tenía en el olvido y sensaciones que ya había dejado atrás. Dijo que me llamaba desde L'Hospitalet de Llobregat y a mí me daba la risa porque se llamaba Abdul y me daba besos en el gorro.
Me contó que hace un par de años, tras llamarme varias veces sin conseguir hablar conmigo, se presentó en el portal de mi antigua casa, la cual halló supuestamente escrita en el remite de esa carta que no recuerdo haber enviado. Como allí no estoy, dice que se entretuvo alegremente en charlar y definirme físicamente entre los convecinos que desconocían mi paradero. Me recordó también rápidamente su madridismo que preferí ignorar y todo fueron en él buenos deseos y promesas de seguir en contacto conmigo.
Lo que camino del pueblo parecía ser un reencuentro emotivo, con alguien absolutamente inesperado como pretendía puntualizar mi copilota hermana, se está convirtiendo en un desbarajuste tal que ahora incluso me ofrece invertir en Madrid aproximadamente 15.000 euros o la cantidad que yo estime conveniente para que después acuda de lunes a viernes y me coloque con faldita tras el mostrador de una supuesta empresa de muebles. Quiere una pasión turca o no sé qué le pasa.
Antes de fin de año hablamos lo menos diez o doce veces por teléfono, una noche llegué a pensar que se había vuelto loco si acaso no lo ha estado siempre. Pensé en brotes psicóticos y en la soledad del alma. No sé por qué me toca vivir semejante conglomerado de absurdos, uno detrás de otro. En todas esas llamadas, a pesar de preguntarle en concreto, solo supe que se llamaba Abdul y recordando sus besos en mi gorro me quedaba contenta y conforme. Nada supe de si le quedan aún todos los dientes, si está dispuesto a volver a pagar cervezas ni qué tal follaba con su expareja quien se largó supuestamente con un cubano.
Mientras yo me paseaba entre cañaverales intentando comprender, él no decía las cosas claras. A día de hoy continúa ignorando que estudio árabe y que tengo muchas ganas de follar, no sabe tampoco que tengo hambre de guapo ni que le cuelgo a propósito cuando no me apetece hablar. ¿Cómo puede ser que tras casi ocho años ahora, de la noche a la mañana, todo sea un llamarme como si fuese realmente a acabarse el mundo? Tampoco me responde a esto ni consigo saber su propósito.
-oye Chafan yo te he llamado pr saber si has llegao bien pero como n contsts n queria molestar bueno cuando acabs me das un toque pa saber si ests bien vale bona nit maja (3:07 - 22/12)
-hla chafita q tal guapa bien. ahh flz navidad prpct año nuevo bueno espero q t lo haya pasado bien ayer. bueno mona t djo y saludo a tu familia deu (18:32 - 25/12)
-porque m cuelgas sol quiero q hables cnmg me siento alegre cuando t oigo t voz si t no quiers n pasa na tq. y me enamore dt en la foto megustas y mx ers el sol dm vida dsd q t conoce ve en ts ojos algo especial ers 1chica como esa flor q no crece sin aGua t deseo l mejor. ah tienes a alguien aqui q si prucopa pr ti adios y ten cuidao mi niña te extraño pr ts momentos adeu (2:27 - 26/12)
-slo quiero ablar dm divorcio q me consejas d algunas cosas. perdname si t h muelestado gracias chafan eres 1belleza dsd d q t ve lo supe. vy enserio. ers m fvorita pr ser buena y agradable nena cuidat prfavr (2:54 - 26/12)
-chafan solo quiero q t cuides prfa n te vayas a tu rollo piensa q vales mas q nadie valorate q eres muy grand cuidate guapa (1:07 - 28/12)
El sms 2:54 - 26/12 es inmediatamente posterior a que yo flipe y le conteste al anterior diciendo que haga el favor de no decir esas cosas. Pues bien, el 28/12 por la tarde me cuenta que supuestamente el mensaje que me había hecho flipar lo había enviado un amigo suyo mientras él se afeitaba porque como él no dejaba de mencionarme el amigo optó por esa ocurrencia mientras esperaba que él apareciese afeitado. El muy imbécil después me pidió perdón por él y por todos sus compañeros y escogió el plan B si es que no transita ya por el F.
Quiere saber cuándo entro y cuándo salgo de casa, me lo ha dicho con todas las letras. Ya le he repetido que me deje tranquila y que esto no puede ser pero no sirve. No hemos hablado nunca de nada que merezca la pena pero, eso sí, me ha descrito al Alberto un par de veces como si yo no me le supiera. Entre unos sms y otros me he ido encontrando en el teléfono diferentes llamadas perdidas, un no tengo saldo de vodafone y un yamame si pueds (22:13 - 28/12)
-Q pasa chafan te llamo pa xarlar un plis cntgo pero aque t refieres d n podms hablar continuamente para que hablems en persona y si n quieres q te yame dimilo y ya esta. tampoco quiero molestar sabes bueno lo siento pr agobiarte vl perdn buenas nxes (23:14 - 29/12)
Desde que entramos en el nuevo año hemos vuelto a hablar varias veces y mi teléfono ha contabilizado más de media docena de llamadas perdidas. Como recordaba mis apellidos, al regresar a la capital me he encontrado también con su invitación de facebook. Ante mi sorpresa, se llama Abdul pero él no era quien me daba los besos en el gorro ni tampoco quien no se cansó de pagarnos botellines. Aquel era gordo e iba y volvía de Catalunya por motivos de trabajo y éste, sin embargo, era un buscavidas dentro del zoco de Tánger. Fue este Abdul quien nos consiguió una pensión de mala muerte en el primer viaje y a quien pagamos diversas cervezas y comidas en el segundo. El mismo que nos suministró a buen precio veinticinco gramos de hachís a cada uno jurando repetidas veces que no pasaría nada en nuestro trayecto de vuelta.
Físicamente es bastante más apetecible que el gordo, aquél cuyo nombre también puede ser Abdul y que sí me besaba en el gorro mientras charlaba conmigo acerca del por qué su mujer estaba durmiendo en casa y él mientras nos invitaba a sucesivas cervezas sin prisa por irse ni por obtener beneficio. Aquel gordo más tarde se empeñaría en llevarnos en su coche hasta nuestra pensión de mala muerte y, aunque ambos comparten el mismo acento catalanomarroquí y posiblemente el nombre, no tienen nada que ver. De aquél nada he vuelto a saber y a éste le he aceptado en facebook, principalmente porque conservo mis ganas de guapo intactas y porque me intriga.
Esta misma tarde hemos vuelto a hablar de nuevo. No me ha llamado desde su móvil, tampoco desde el móvil de su trabajo. Esta vez lo ha hecho desde una cabina, de ahí que yo haya atendido la llamada, y todo su empeño consiste en preguntarme si estoy bien, si en mi familia también están todos bien y en rezar a Alá para que pronto me encuentre de frente con una buena oferta laboral. Quien le entienda que le compre, yo no me entero de nada y la soledad del alma vuelve a hacerme cosquillas.
3 comentarios:
Menudo regalo de cumpleaños te ha caído, preciosa.
Yo tb conozco a un picolo q adora a extremoduro, ja.
Quien te entendiera...lo tuyo parece aquello de truco o trato.
Publicar un comentario