El sufrimiento es una opción. Inútil, pero una opción al fin y al cabo. La opción que casi siempre he escogido sin darme cuenta, a pesar de este sol, a pesar de las otras muchas opciones.
Me he cortado el pelo frente al espejo, los días ahora serán más largos y no quería seguirme viendo así. El corte no cambia nada y lo cambia todo, me hará recordar el párrafo anterior y me impedirá llorar. Ya he llorado bastante.
No sé cuántas veces más volveremos a vernos, he de procurar que sean las menos posibles. Ya nadie me cuenta su hacer ni su decir, parece sacado de otra época en la que ya no estoy. Todo es triste, incluido su recuerdo; debo olvidar.
Me río mucho, no quiero saber nada de las patas de gallo que Maricarmen dice encontrar reflejadas en su propia cara. Quiero oir alguna cancion que no hable de sandeces y que diga que nos sobra el amor y empezar a decírnoslo y dejar de lado la vereda de la puerta de atrás por donde te ví marchar.
Ya no me masturbo, parece algo sacado de otra época en la que ya no estoy. Tengo prisa y aún no apareció, me doy miedo. Sería capaz de hablarle de amor y de maltratarle, tengo un problema.
Hay dos clases de personas, las que se piensan que son la ostia y las que pensamos que no tendríamos que haber nacido. Debo juntarme con los otros y cuanto antes. Cuando me diagnostiquen cáncer será demasiado tarde.
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