10 de agosto de 2012

Pastillas de freno

Continúo sintiendo chispazos de magia cósmica que escapan a la lógica y al sentido de la realidad aparente. Esto del querer y del perdonar sigue estando muy bien, aunque ya ví asomar uno de los contras la otra noche cuando no se me ocurrió otra cosa que acercarme a saludar al Rufo y preguntarle por Ángel. Me dijo lo que yo ya sabía, que no estaba allí, y añadió que estaba en otro sitio.

Tanto querer y tanto cosmos no sirven para nada si me atengo a los hechos. De qué me vale que me invite a una fiesta si luego no concreta nada, yo quiero verle concretar entre mis piernas pero él sale por otro sitio. No voy a tener sistema solar en el que resguardarme como le encuentre con otra y se me cae el firmamento encima solo con pensarlo. Mi intuición y la parte trasera de mi coche me dicen que no está viéndose con nadie, pero los hechos se empeñan en convertir esto en polvo de estrellas.

Vamos a acabar viéndonos unos trescientos cincuenta días después, y será en el mismo sitio donde nos conocimos revolcándonos por el suelo la primera de las veces. Hace tanto tiempo que quizá ya nos tenga en el olvido y a mí no me sirve de nada tener todo tan presente.

La Sandra, a quien perdoné hace un par de semanas, sigue saliendo con uno de sus primos. Lleva más de un año diagnosticada con ansiedad y distintas fobias, entre ellas la del terror a la caravana de tráfico. Pues bien, es Ángel y no otro quien la sirve -al parecer, ignorando su problema- de acompañamiento en carretera y ella le sigue detrás con los ojos clavados en su matrícula y a veces le llama por teléfono para preguntarle si piensa tomar algún desvío. Ella me dice que él es bueno y que no tiene maldad, y como vive rodeada de miedos dice que posiblemente Ángel tiene miedo de enamorarse y vivir sufriendo.

Ya sabía yo que el miedo no tardaría en aparecer y lo que ella dice es una posibilidad que siempre he contemplado. Es muy difícil hacer que alguien salga de semejantes pensamientos, yo misma he pasado por eso: por el amor que duele y por la ansiedad, y tuve que salir sola como siempre. Ya no tengo miedo de nada más que mis pensamientos. No sé si será consciente que si le perdono mucho es porque le quiero más, probablemente no se habrá parado a pensarlo mientras sigue su camino a alguna parte.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=Kzb3Ne2QGvc

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=11MKrJTrY48

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=EUlpxC03_t0

Anónimo dijo...

me duele la cabeza

Anónimo dijo...

silencio