10 de marzo de 2017

Hay cosas en la vida que el dinero te quita leré leré

Me sonríe cómplice mientras hablamos con nuestro amigo común y con el Rufo. Al despedirnos me da un beso, cuatro, siete, muchos besos y me deja la sonrisa instalada en la cara hasta que me duermo.

La felicidad completa tarda pocas noches en llegar. Comienza cuando nos sirven banderillas de aperitivo junto a las cervezas y le indico que son la octava maravilla del mundo. La novena llega para colocarse sexta justo en el momento del milagroso gol de Sergi Roberto. Después seguimos bebiendo y con el ánimo rebosando acompaño su apoyo en las muletas hasta mi coche. Conduzco hasta su casa y al frenar le digo que me haría muy feliz que me acompañase el día de Extremadura al concierto del Robe en el teatro romano de Mérida.

-Sí, vale, cuenta conmigo!

No recuerdo mi reacción, se lo agradezco y creo que toco las palmas nerviosa y él entonces me besa tres, cinco, seis o siete veces. También me entrega su mechero porque no tengo. Le duele el tobillo y no tardo en marcharme. Tan sólo unos metros más adelante localizo esa canción del Puchero del Hortelano y a todo volumen llego a la carretera loca de contenta. Cuando me meto en la cama le escribo y vuelvo a darle las gracias.

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