Te jodes, haber estudiao

A mis brotes de ansiedad generalizada se les une ahora un trastorno psicológico de tipo afectivo bastante considerable y peculiar. Creo que no llega a grave enfermedad mental y seguirá perpetuándose como trastorno pero nunca se sabe. Considerable es por cuanto he sabido de él teniéndole ya encima y por todo lo alto. Y de peculiar tiene el que no sabe una nunca cuántos porros podrá llegar a fumarse en un solo día.

El tomo I de Auxiliar de psiquiatría me ha enseñado esto y otras cuántas cosas más. Estoy aprendiendo más con este curso que con el Maltrato familiar y esto teniendo en cuenta que mi relación directa con la psiquiatría sólo ha llegado a tres cuartos de hora escasos. Tengo obsesiones y compulsiones que se me agrupan con los otros distintos síntomas que marcan mi autodiagnóstico, tengo de todo. Y la hipocondria y yo seguimos sin llevarnos del todo bien, a no ser que éste -mi ego- sea el núcleo de todo así de pronto.

El ronroneo me lleva también por oscuros senderos, muchas veces no sé ni dónde estoy ni dónde he llegado a colocarme, casi siempre hace frío, y la pereza me dice que es mejor echarle aún más leña al fuego y quedarme al brasero hablando de messi, o darle al dos del aire del coche, antes que meterme aquí o allí a socializar. No voy a volver a un madrí en el que ahora nieva, he decidido realizar un curso a través del sexpe y mañana lunes mi hermana María va a decirle al inem madrileño que pueden meter su curso de gestor financiero por el culo a esperanza aguirre, que yo me quedo en mi casa.

Aquí cuando nieva, nieva bonito.

He vuelto a la casa de Maricarmen de visita y me arrimó un calefactor de aire a metro y medio enfocándome las piernas porque el halógeno debe mirarlo en un futuro próximo su ya marido cuando vuelva de echar horas extras que no cobrará y el restante, el radiador de aceite comprimido, yace al lado de la chimenea sin leña, también averiado. El niño, que está hecho un ovillo en un anorak cuatro tallas más grande, duerme la siesta en el sofá. Si estuviera despierto, y la leña que no tienen se prendiera de forma diaria en la chimenea, entonces no estaríamos pasando frío, incluso quizá alguno de nosotros saldría ardiendo.

A Maricarmen hay que darla la razón, como a los locos. Le ha dicho a Fran, a mí ni me lo ha dicho ni me lo va a decir, que un día ella y yo estuvimos hablando muy seriamente y que ella me aconsejó quedarme aquí y yo la he hecho caso. Yo estoy aquí porque no tengo dinero ni ganas de trabajar, tal y como la dije, pero en fin.