19 de abril de 2010

Ángel de la guarda

Son dos las veces que pasa por detrás de mi espalda, porque me lo dice Mario, y dos las que decido no inmutarme.

He mejorado bastante últimamente, aunque no me había dado cuenta hasta verme en situación. Ahora ya puede aparecérseme de golpe y porrazo o de perfil por mi lado que toda yo soy capaz de mantenerme mediana y positivamente indiferente. Ahora es verle y mi gusto no tarda ni medio segundo en irse con él, como siempre, muy rápidamente. En cambio la ansiedad, el nerviosismo, la vista, la atención y todo lo demás se está quietecito ahí conmigo no sé muy bien cómo. Parece que no, pero el cansancio hace mella. Es un gran logro, un paso adelante de mi propio cuerpo, aún no me lo creo.

Al poco rato, diez minutos después tal vez, viene hacia mi.

Y viene mega ultra radio sonriente y de cara, viene de frente. Me encanta; lleva puesta su camiseta de dos mil cinco de manga larga que dice dentro en inglés y yo llevo mi tanga rojo de dos mil siete. Nos damos dos besos mientras le estoy tocando en blando y de forma fortuita el estómago. No hemos intercambiado ni dos frases y ya sé que no voy a decirle nada de lo que he estado rumiando todos estos meses dentro de mi mega ultra fantasía. No sé decir por qué estamos en vivo y en directo ahí tan felices, por qué sonreímos tanto aunque no dejamos de hacerlo casi en ningún momento. Increíble pero cierto. Por mi parte sonrío porque me sigue encantando, desde el yo ya no salgo nunca, hasta cuando me dice hasta luego veinte intensos minutos de reloj después.

Es un pequeño hijo de puta, aparte de todo lo que ya es.

Pequeño, por cuanto a niño se refiere. Nombra a su madre para hacerme saber que sigue haciendo que la mujer abra, del verbo abrir, semanalmente bolsas de ropa sucia, lave, tiende, seque y planche toda su ropa. Sigue sin poner la lavadora el pequeño hijo de puta y me detalla los motivos, aunque yo ya sé que su madre se llama Consuelo, no se podía llamar de otra manera. Le encuentro de lo más entretenido hablándome de esto y de aquello y lo que le gusta gesticular. Ya le he visto dos veces en esta vida manejar la ruleta de esa lavadora que no se molesta en poner. Le digo que es un perro, cosa que ya sabe y no le molesta porque se ríe. Del por qué decide venir a hablar conmigo, del por qué todo le parece tan divertido o de qué coño se sonríe tantísimo que me lo pega, no decimos ni una sola palabra.

Se muestra tan participativo que yo le busco una y otra vez la borrachera en las chapas de sus mejillas dudando,en más de una ocasión, si se habría metido una raya un rato antes. Da la casualidad que, del corro que nos acoge, no conozco ni a la chica de la izquierda ni a la de la derecha tampoco. Ambas son amigas de otra conocida mía que está algo más allá pero poco importan por lo que no he retenido sus nombres. Angel insiste, varias veces, en entablar un intercambio ridículo con ellas mediante el cual él las ofrece la botella para que tengan que ser ellas las que depositen la misma un poco más allá, en la bandeja. Realiza esta operación un par de veces, y mientras lo hace se cree el colmo del divertimento, y en ambas me pregunta justamente los nombres de las chicas que no conozco. Como parece no haber tenido suficiente me dice que aquélla otra, Belén, sí es mi amiga. La señala dos veces descaradamente y eso que le pido que no lo haga. Me solicita su nombre. Se acerca a ella porque Belén sabe que me pone y le indaga con la cabeza y, tras un intercambio de frases con ella en la que la veo afirmar continuamente, Angel me viene hablando de Consuelo y de no sé qué menos mal que no le entendí.

Vuelven a transcurrir como antaño los hechos en los que viene alguien, esta vez su conocido primo, a traerle la siguiente copa porque él permanece ahí conmigo relatando. Vuelven a existir los silencios, antaño aprovechados para largarse, en los que no tiene intención ninguna de irse. También vuelve a decirme en cuanto se le presenta la ocasión, al igual que ya hiciera unos años atrás, que soy de tirarme a fumar. Yo lo que quisiera es fumarme su glande pero ni él creo que lo espere ni yo le digo nada al respecto. Poco después, y no sé por qué, le termino afirmando que tengo que llevar gafas pero que no me las pongo por vergüenza. Hijo de puta.

Mientras el corro se abre aún más yo hago hincapié en menear mi vaso de tubo, exvodka con sprite con dos minihielos en su fondo, a la vez que compruebo que él aún tiene media copa. Le hago saber que ahora estoy residiendo en el pueblo, detallando los motivos, y me dice con todas las letras que lo he hecho todo mal y, es más, en la misma conversación llega a pronunciar las palabras estás en el paro, como en su día ya hiciera con follar como conejos, todas las fiestas son iguales y un corto etcétera. Como aún me sigo preguntando el por qué se conforma con que le sobe la oreja siete u ocho veces pudiendo revolcarse conmigo cuando estime conveniente, me mantengo en la posición de no atacar a lo que dice y sigo sonriendo porque no suelo tener casi nunca tan cerca su nariz de la mía.

En resumen, no sé qué narices se trae entre manos este pequeño hijo de puta con la que esto escribe. No sé de dónde saca la confianza, que no me tiene, para llegar a hacer tantas tonterías. Viene, toca, ríe, sonríe, participa, habla, pregunta, contesta, se ríe otra vez, yo creo que se empalma, y cuando cree que ya hemos visto suficiente decide largarse cuando mejor le parece con un hasta luego a lo reina sofía diciéndome, a medio metro como me tiene, que se va a dar una vuelta mega ultra radio sonriente, tal y como llegó. Es probable, según lo que hemos hablado, que nos veamos el sábado que viene en la fiesta de Pablo y ojala le duelan los mofletes tanto como a mi.

2 comentarios:

Teseo dijo...

Que ese estado de ánimo te dure, al menos, tanto como la calidad de la prosa que te sale de dentro para el placer de los que te leemos.

Tienes una sonrisa preciosa. Puestos a rezar, pediría que tuvieras agujetas crónicas en los mofletes, si no fuera porque eso tiene que acabar siendo muy jodido.

PD: Hoy te perdono las faltas de ortografía.

patry dijo...

está cachondo el ángelito no?...pensé lo de la raya de coca antes de verlo escrito...

creo q el muchacho busca y olfatea, no sabe muy bien por donde danzar pero los pies por lo menos los esta moviendo...ojalá moviera el rabo!!

por dios q verde estoy hoy!!!

este finde en la fiesta de pablo, tú manténte en una alerta tranquila, visualiza y sigue riéndote...q no te borre nadie los coloretes de tus mofletes

besicos