31 de enero de 2012

En el muelle de San Blas

Tengo que encontrar la fórmula de cómo mentir a los demás sin levantar sospechas ya que morderme la lengua me está dejando secuelas.

Por otra parte, esto de ser invisible debe tener su lado bueno aunque todavía no lo encuentro.

Cada vez me parezco más a Juan Palomo y menos al pedazo de mujer que llevo dentro. Y es que vuelven a concretarse episodios en los que ambos estamos conectados pero yo no le hablo ni él a mí tampoco.

Ahora me dedico a inventar chistes tras los cuales mi risa hace eco. No entiendo nada y la estupidez se mueve demasiado rápido.

1 comentario:

Hugo dijo...

Deberías buscarte a un amiguete invisible tipo Buixó.