9 de noviembre de 2014

Se volvió gusano la mariposa...

... cansada de volar y no poder arrastrarse al fondo de las cosas...


Continúan ocurriendo cosas, no las cosas que yo quiero que ocurran sino otras muchas.

Lo que yo quiero que suceda tal vez no lo haga nunca. Ya no tengo veintidós años y la vida por delante, tengo treinta y tres y cierta prisa. Me pregunto a ratos en qué momento claudicaré conformándome con acabar siendo cualquier espectro de mí misma con otra persona al lado. Tal vez esta insistente esperanza mía de verme en una futura felicidad angelical me lleve a dormir sola el resto de mi vida, aún es pronto para constatarlo. Veo más probable perder antes la cabeza que esta esperanza. El dolor me curte, pero no se apacigua ni me aleja.

Yo misma le pedí que no volviese a hablarme de su amigo Rufo y está siendo obediente, ahora habla de estos asuntos con la Sandra. Y Bea, todavía sorprendida por lo simpático y agradable que estuvo Ángel con nosotras la última tarde que nos vimos, me lo ha contado. Me hallaba tranquila dando por hecho que su amabilidad y simpatía últimas eran positivas para mi propósito y ahora resulta que toda su intención parece concentrarse en buscar compañera a Rufo lo antes posible. Al parecer le dijo a la Sandra con todas las letras que a Rufo le gusta Bea, por lo que al ser un gusto recíproco no me sorprendería tener otra boda más en un futuro no lejano. He provocado yo misma este giro suyo sin intención de hacerlo, mi intención era avanzar y/o comprender y ahora comprendo lo que no quiero.

Por otra parte, raro es el día en el cual no tengo noticias de Abdul. Me llama y me escribe con más frecuencia de la que necesito, a veces me hace reír con tanta atención sobre mí y otras veces me agobia. No sabe absolutamente nada de Ángel porque no me ha preguntado acerca de mis sentimientos y porque desde siempre consideró a Alberto como el único obstáculo entre nosotros. Dice haber conseguido un catálogo con los hoteles y moteles de la zona próxima a su trabajo francés para que volvamos a vernos allí en un par de semanas, pero según explica son demasiado caros y estoy de acuerdo. Está dispuesto a volver aquí en blablacar otra vez y asegura tener cosas importantes que contarme, dice que lo hará mirándome a los ojos. También dice que tendremos tiempo en un futuro para viajar gastando dinero y que aún no ha llegado ese momento.

He vuelto, por tanto, a los llantos de otras épocas. Lloro al comprobar mi equivocación en cuanto a los posibles motivos de la agradable simpatía de Ángel y lloro comprobando mi facilidad de avance al relacionarme con cualquier otra persona que no sea él. A falta de ganas de gritar lloro desconsoladamente. Quisiera ordenar la química de mi cuerpo, pero he olvidado la fórmula. No consigo tampoco encontrar las capacidades de reacción y supervivencia que utilicé con veinte años, creo que las he perdido. Lo que no pierdo son mis ganas de acercarme a él, esas ganas de volver a sentirme estupenda como cada vez que estamos juntos. Nunca he aceptado bien perder, tenía solo cinco o seis años jugando con varios de mis herman@s sobre la misma mesa donde comíamos y lloraba con insistencia cuando perdía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mire usted, chafan, el amor es un experimento que se cumple en años pero la verdad es que después de correrse el cuerpo se rejuvenece y la vida se ensancha. Abola los sentidos romances y devuelva la primacía a su cuerpo, tu eres un angel con el coño en llamas.
Y revisa el cuentakilometros leches, que remas muy bien

Anónimo dijo...

Va siendo hora de que nos digamos las cosas, de no confundir los gusanos con las mariposas.