Creo que puedo llegar a entenderle. Es cuestión de tiempo. Todo siempre es cuestión de tiempo. Todo nunca es cuestión de suerte.
Creo que a veces es feliz, como la otra noche cuando se levantó de la cama enseñandome el culo para mostrarme, entusiasmado, varios retratos de su infancia repartidos en las estanterías del mueble contiguo. Cuando les explica a los demás lo roja que soy, también se muestra encantado. Y cuando me propuso esperarle allí junto a su padre, a mi derecha, lo dijo literal y ayudándose con los brazos abriendome al mundo que está por venir.
Pero a veces no sé lo que me pasa y le lleno de reclamaciones. Le hablo de este abandono en el que me tiene y entonces, para hacer algo diferente, me lleva a andar. Y andamos hasta que me arden las plantas de los pies sobre las chanclas y entonces le pido que nos sentemos. Y él va a procurar sentarse frente a mí, casi siempre lejos, nunca cerca.
2 comentarios:
Cuando queremos entender a alguien nos sentamos en frente. Cuando lo que queremos es vivirlo, amarlo, nos da igual entenderlo o no. Entonces nos sentamos al lado. Para vivir de frente, juntos, lo que venga.
Gracias por el aporte.
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