6 de marzo de 2012

Tiro una piedra al aire y al que le dé que me perdone

Acabo de tener una conversación con Ángel que ha durado escasamente treinta y nueve minutos. Una puta mierda que ha caído en el más profundo vacío de silencio diez minutos antes de la media noche. Desde el preciso momento de su despedida una tristeza hueca me inunda. Le he saludado yo, de lo contrario seguramente no habríamos hablado. Ya no me duele nada, pero me ha dejado una sensación de pérdida de tiempo que todavía no sé bien cómo enfocar.

Yo me pregunto si realmente es un enfermo mental o se trate tal vez de enajenación transitoria, intento de daño gratuito o quizá amnesia temporal. Sea lo que sea es una locura. Es posible que nos hayamos vuelto todos locos acaso no lo estemos desde siempre. Puede que quizás solo esté enamorada de un gilipollas del montón. También puede que esté hecho a imagen y semejanza de mí misma.

Él me pregunta y tu que tal por cordoba, también y tu como te va el curso y luego, desde una altura considerable de supuesta indiferencia, deja caer la bomba, reventando toda mi realidad con que es lo que haces enfermeria. Enajenación transitoria, intento de daño gratuito, amnesia temporal. No lo tengo claro puesto que ahora además aboga por salir de fiesta y alaba el que se haya terminado la temporada de caza. Yo he mantenido el silencio por respuesta laboral durante más de tres minutos y me he cagado en sus muelas después preguntándole y tú te quedaste pegao a un cable estas navidades o qué? Me dice haber estado muy ocupado haciendo una chapuza en el pueblo de Alberto y de su padre, se resigna él solito ante quienes no le pagan y diez minutos antes de la medianoche desaparece con un solo beso y sin guapa siquiera.


Me siento sumamente estúpida y lo de eres un gilipollas y aléjate de mí lo he pospuesto para mejor ocasión. Aunque es posible que a partir de ahora nos veamos poco, mal o nunca. Me da cierta lástima leer y reconocer sus mentiras, pero es más grande el cansancio. Quiere distancia y la tendrá toda. No puedo fiarme de alguien así. Es probable que no lleguemos a acercarnos nunca más, con lo lejos que me ha puesto quizá ni nos crucemos. No siento gran cosa y esto me resulta increíble. No tengo ganas de llorar y mucho menos de reírme, menos mal que tengo rica marihuana y ganas de fumar.  

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Barro somos, del montón seremos.

Anónimo dijo...

Rubiales, deberías contratar a alguien para que le partiese las piernas a ese tipo.

PARBA dijo...

Mejor queda con la mari, es mucho mejor compañera.