Es sábado y estoy con César escuchando gratis en directo a Medina Azahara. Sentir nuevamente cómo los diecisiete años te erizan la piel no tiene precio y esto me sucede un par de veces durante el concierto. César, por momentos, se sabe trozos de canciones y entonces me canta a los ojos y me gusta. Es bonito.
Cuando llevamos allí más de media hora necesito urgentemente o bien hacerme un canuto o salir corriendo y sin mirar atrás. El panorama visual invita a ello. Delante tenemos a una pareja de rubio con su rubia, a cual más teñido y a cuál melena más larga. A la derecha, una pareja de guacamayos formada por un aparente maltratador borracho y la señora del borracho sosteniendo en pie un carro de la compra. A la izquierda, dos heavys de aquí te espero armados con mochilas. Y una niñata de doce años tirando de papi, detrás de nosotros, empujándome cada veinte segundos. Decido fumar y acto seguido me absorto porque el vino de la caseta de Extremadura siempre está dulce y muy bueno. Es de pitarra.
En la siguiente pausa el cantante señala que acaba de darse cuenta de algo que ya había visto yo, mientras llegábamos a unos trescientos metros de distancia, y ya es difícil. Nos hace saber que el paseo central de la feria, la avenida ferial, representa y se asemeja -a base de bombillitas rojiblancas- a los arcos de la mezquita de Córdoba. Debería haber dicho que se tiraran todos a un pozo. Pretendo decirle esto en voz alta a César, y también recordarle que Córdoba compite con Cáceres por ser capital europea de la cultura en 2016, pero él no parece recordar mi comentario anterior acerca de la similitud con la mezquita porque le encuentro ahí embobado mirando los arcos, como uno más de tantos, y entonces me callo y sólo le digo que nos vayamos a beber más. Es lo más razonable.
Horas más tarde ya es domingo al mediodía. Entro al comedor y todo está demasiado oscuro. Accedo a la terraza y, tras levantar la primera de las persianas, me encuentro con la cara de tolerancia del López Aguilar, a unos tres metros de distancia, con el eslogan socialista "este partido se juega en europa, te han convocado". Hijos de la gran puta, hace más de quince días me hicieron saber por correo que debo ser presidenta de la mesa electoral. Me entran ganas de vomitar pero enseguida sonrío porque tendré la mañana posterior del lunes libre, 61,20 euros por los servicios prestados, y mucha suerte por no encontrarme en la terraza con Mayor Oreja. Es preferible.
Hoy, que ya es martes, voy recorriendo la estación de metro escuchando cumbias, que difícilmente llevaré a la práctica, cuando de pronto veo que una chica, muy mona ella, viene corriendo hacia mi tirando de un cable, con una cámara y su portador detrás. Observo que en el micrófono aparece el símbolo de telemadrí. Me pregunta, muy maja ella, si puede preguntarme. Yo me he fumado un porro no hace más de un cuarto de hora y asiento con la cabeza mientras me quito los auriculares. Dice que no quiere que pierda el siguiente metro, que será todo rápido. Yo en un principio me emociono porque sé, a través de mi hermana María, que este canal convoca una huelga de trabajadores detrás de otra. Imagino, entonces, que me va a preguntar por esperanza aguirre, por el güemes de los huevos o por federico trillo. Vuelvo a pensar en el porro que me he fumado y me mantengo seria porque quiero después salir en antena. Pero no, me hace una pregunta detrás de otra pero me pregunta que si el metro de madrí vuela y unas cuantas payasadas más que no le interesan a nadie. Mientras la explico, entre otras cosas, que la escasa frecuencia de trenes a partir de las ocho de la tarde es intolerable, oigo detrás de la chica que un chaval le dice al que le acompaña "mejor que la hagan preguntas a ésta y no a mi abuela" y entonces, ya que estamos rematando y no hay tiempo para más, caigo en la cuenta de que estoy siendo demasiado seria. Ni la pregunto que cuándo es el programa ni me paga un céntimo. Es lógico.
Ahora mismo no deja de retumbarme en la cabeza a qué hora decía que dejaba de trabajar Angel y en qué empleará el mando a distancia porque esa barriga no es de levantarse para ir al gimnasio. Me pregunto si verá algo en la tv aparte de escuchar las gilipolleces mañaneras de los cuarenta principales. Recuerdo ahora también que hace ya unos años de pura casualidad, haciendo zapping una tarde, vi sentada como invitada en un plató de tv a mi amiga Tamara, en un programa que conducía Jesús Vázquez, y fue allí a decir que a ella la gustaban mucho los negros. Es triste, pero cierto.
A mi también me gustan mucho los negros pero Ibrahim, aunque ha transcurrido un año entero, no ha mejorado ni un ápice en su castellano. Ahí sigue con su prinseza. Bah.
Está claro que lo que Es follar no follo, pero fumo y bebo y salgo por la tele.
2 comentarios:
jo tía, eres lo más. ahora sólo te falta sacar tu propia línea de perfumes, juju.
(y respondiendo al título) por qué no ha sido assssssíiiiiii (¿los módulos?)
has hecho un paseo por el pasado, el presente acojonante...de verdad Ángel escuchaba lo de los 40?
a mí no me gustan las negras, prefiero las asiáticas
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