4 de septiembre de 2015

Mañana estaremos llenos de energía

Cuando es el malagueño quien me ha escrito, la costumbre diaria de ver que lo ha hecho ya no me aporta nada. Tardo en leer y contesto con cierta desgana.

Cuando es Ángel quien me ha escrito, mi alma se remueve en su sitio y una porción de saliva me sube desde la tráquea. Tardo varios segundos en tragarmela y un par de minutos en leer y contestar. Quien antaño me dijera/me dijeran que no escribe nunca ahora me dedica largos párrafos que ojalá no terminasen. Sigue teniendo más faltas de ortografía que defectos y enreda conmigo a conciencia. Me ve con buenos ojos, restandome pesares. Le recrimino jugando y no parece importarle, parece disfrutarlo. Después me nombra para decir que si quiero seguiremos la conversación mañana pues sólo va a poder dormir cuatro horas. Se despide de mí dos veces, la última como hacía mi abuela

-bueno hasta mañana.que pases buena noche

Cuando Ángel me escribe no recuerdo si luego duermo feliz y contenta o quizá no pego ojo en toda la noche. En definitiva, tiene razón: pienso demasiado.

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