6 de abril de 2009

Levántate y anda

Hártate de dormir, sube la persiana y comprueba la hora en el móvil, ve y aprecia que son las tres y diez. Salta de la cama, ve hacia la cocina y comprueba que ahí siguen estando las lentejas en agua que dejaste ayer, lávalas, escúrrelas y viértelas en la cazuela. Guísalas, añade el agua y déjalas al fuego. Enciende la calefacción. Ve hacia la habitación, constata en el pasillo que tienes hambre, entra en el baño. Mírate la cara, esa es la tuya. Mira de nuevo el reloj, ese es el tiempo del que dispones. No te laves hoy, hazte una coleta, alta, como te dijo Mario ayer que te quedaba tan bien. Vuelve a la cocina, comprueba que ya no huele tanto el pan que quemaste ayer en el microondas pero, aún así, abre las ventanas, baja el fuego, remueve las lentejas. Regresa a la habitación, quita las sábanas y coge la ropa de color que tienes acumulada, mete todo en la lavadora, ponla. Vuelve a tu habitación y escoge la ropa que te pondrás hoy del interior de tu armario, cámbiate en el baño. Busca tu bolso y saca de él la horquilla para atajar ese pelo rebelde que no llega a la coleta. Saca el lápiz de ojos color negro y píntate antes de irte, no hagas como ayer que te pintaste entre las estaciones de Príncipe Pío y Argüelles. Saca del bolso el mp4, el moleskine, la cámara de fotos y el plano del parque de atracciones que utilizaste ayer. Saca todo eso y las llaves del trabajo. Mete las de casa y las del coche. Hazte un porro y no se te ocurra encendértelo. Coge la basura, con el pan quemado dentro, apaga las lentejas y échate a la calle. Acércate al bar más próximo y pregunta si tienen latas de cocacola. Cuando el chico que siempre corre a atenderte te conteste que no tiene, tú dale las gracias y cuando ya te alejes óyele atrás diciendo -que si tengo latas de cocacola ... yo te daba de todo menos la lata, morena-. No mires atrás, saca las llaves del coche y súbete a él, ponte el cinturón cuando se te cierre el semáforo correspondiente. Recuerda sólamente a Alberto cuando te encuentres parada frente al portal de su casa. Aparca el coche justamente donde pretendías hacerlo, saca dinero en ese cajero mismo, acepta los 2'40 euros de comisión y entra en el burguer. Pídete lo de siempre y que sea rápido porque van a dar las cuatro. Llévate la cocacola que te sobra y métete en el coche. Enciéndete el porro que te espera sobre la palanca de cambios y baja un poquito tu ventanilla. No dudes en ir a Alcorcón, para ir a Leganés no tienes suficiente tiempo, para ello deberías haberte orientado aunque sea un algo la vez anterior y no lo hiciste. Conduce a la velocidad requerida para así apagar el porro entrando ya por San José de Valderas. Adéntrate en el pueblo y callejea entre prohibidas, constata que es día de manga corta y que esa furgoneta va a dejarte un hueco libre. Déjalo ahí, aparcar mejor es imposible. Bájate del coche y, aunque te de vergüenza que te observen así, camina, sonríele a la tarde. Sin dudar, llega hasta el último bar que conociste, entra. Toma asiento y comprueba la pulcritud actual tanto dentro como fuera de la barra. Duda de la procedencia medio china de la camarera, sonríe, habla, conversa, entérate que estuvo cerrado dos meses, que ahí ya no puedes comprar, que ella no sabe nada, que es malo drogarse. Sigue sonriendo, da las buenas tardes, deja el pincho sin probar bocado, paga, sal de allí. ¿para qué la dices que vas a preguntar en los alrededores? Camina, saca tu móvil y haz con que vas a llamar a alguien o, aún mejor, simula que estás esperando una llamada como si fuese importante, en la esquina párate. Comprueba que te suena la cara de dos de los moritos que charlan tranquilamente en la otra acera, no tengas prisa, sólo tienes prisa porque alguien te llame, simula, sonríe, aguanta los piropos que están cayendo, simula ahora que no oyes nada. En la calle nadie debe ofrecerte nada, es mejor entrar. Entra en el bar, pasa dentro. Antes de sentarte en el taburete que queda libre, mira a tu alrededor, ni una sola mujer, busca directamente un camarero, sí, eso es. No parece haberlo, no desesperes, dejarán de mirar, seguirán hablando, alguien dirá algo. Pregúntale a ese, bien, has de ir al bar de la esquina. Sal y vuelve a simular que han de llamarte por teléfono cuanto antes. Llega a la esquina indicada y, mientras la policía retira ese vehículo del vado junto con la grúa, métete en el bar, comprueba que has provocado el más absoluto silencio en los dos únicos clientes, siéntate, en medio minuto tendrás tras la barra al camarero, el cual parece conocer al dueño del vehículo que ya retiran. Eructa en silencio los restos de cocacola que dejaste en la puerta del coche y dile al camarero, bajito, que lo que realmente quieres es saber si puedes comprar chocolate. Cuando te diga que sí, pero que has de esperarte que se vaya la policía, sonríele de nuevo a la tarde y mira qué dan por la tele. Deja caer tus ojos en el que entra, le conoces, le has visto muchas veces, dile cualquier cosa al camerero, habla, conversa, cheb khaled se pronuncia sefh jaleh y, por su parte, shajha significa que aproveche, de toda la vida, eso es, ríe, simula, intuye como el nuevo le dice al camarero que eres una buena chica, que te tiene muy vista. Cuando se te vuelva a acercar uno con pinta de pedir en el metro que no te tengan que volver a decir que no le ignores, ya sabes que puede llevar hachís caliente en el bolsillo, incluso darte veintinco cuando en Leganés te estaban dando veinte. No tienes que hablar tanto y tan bien, haces que te pregunten el nombre y te pongan tu música. Cuando el camerero pida en árabe a los presentes que se larguen de allí sin acabarse su café con leche, saca tu móvil y simula, es simple. Y cuando te acaricie el brazo mientras te pregunta si tienes frío, hazle saber que hace una tarde estupenda, recuerda que tienes las lentejas apagadas y págale porque tú lo que tienes es mucha prisa. Sal de nuevo a la calle, achínate por el sol y regresa a casa en coche. Apárcalo frente al portal, entra en casa, pasa a la cocina que sigue oliendo a pan quemado, abre las ventanas de nuevo y apaga la calefacción. Entra en tu habitación, cierra la ventana, desvístete, métete en la cama, enciende el ordenador y hazte un porro. Contesta un par de correos, búscale ese poema a la patry, pídele permiso a Mario mediante un privado de tuenti para subir las fotos de ayer, mírale la cara a Teseo, acepta el viaje que te propone correcaminos en plan coyote y después pide que te acompañe a la primera persona que te salude en el msn, Yema, a quien no ves desde septiembre. Te está hablando que la gente está en pareja o casándose y no sale, te cuenta que todo es una puta mierda, hazle saber que hay cosas de lo más interesantes, que las haga y no te caliente la cabeza, sonríe, sí, eso es. Concreta un viaje a la feria de Cáceres, describe a Fran, también a tu estado sentimental, una vez, dos veces, tres veces. No mientas, sí, así. No vas a tender la lavadora, vas a liarte porros, un par de ellos. Vas a decir a diestro y siniestro que has de ir a hacer cosas importantes, recoger a tu hermana Barna de la estación de Príncipe Pío. En efecto, Barna te llama desde el segundo móvil de María, quedó en llamarte cuando viniera por Navalcarnero pero lo hace a 7 km de Alcorcón, sabes que llegarás tarde pero no importa, dale a f5 en tuenti y en yahoo, sal de la cama, vístete de nuevo y repásate la coleta, huele a algo, coge las llaves del coche cuando las encuentres y sal a buscarla. Llega tarde, vete por el Pº de Extremadura al desconocer si la m-30 tiene salida en Príncipe Pío, admira las obras paradas de Madrid Río, la gente tirada en el césped en el Campo del Moro fumando porros. Cuando tu hermana Barna, a la que ves sin bajarte del coche, te revise las piernas tú mírala a los ojos, eso es, sonríe, ayúdala a subir 70 kg de maleta en el maletero de tu coche. Da con ella un rodeo por la m-30 dirección burgos para luego enlazar dirección zaragoza sólo porque te apetece mirar las 4 torres de la castellana de cerca. Explícala que tienes muchas cosas en las que pensar y que, por ello, se te han olvidado las gafas de ver encima de la mesilla, no la digas que da pereza usarlas y las tienes abandonadas en la mesilla. Cuando te cuente que se ha encontrado con César en un entierro y que es muy guapo y muy simpático, sonríe, dale la razón, gira la conversación, eso es, la mezquita de la m-30 es una de las más grandes de espanya. Repítela por el camino que no te importa acercarla a la estación de Avda de América para dejar los 70 kg de maleta en una taquilla. Hazla saber que madrid está lleno de retrasados, sí, pero que las señales de tráfico son las mismas que en Barcelona, las dicta la dgt y no esperanza aguirre, por suerte. Dile que por supuesto que volverás a Barcelona, sí, pero díselo de pasada, eso es, no es seguro que vayas a verla. Conduce muy adecuadamente hasta rodear por completo la estación de metro de Avda. de América. Deja el coche en doble fila en Francisco Silvela, enciende la luz de emergencia y mira después por el espejo retrovisor cómo Barna rodea la esquina para entrar en la estación a preguntar si puede dejar allí su maleta. En dos minutos comprueba con vista y olfato que la correa de servicios ha vuelto a hacerse pedazos y que, esta vez, incluso ha parado el vehículo. Levanta el capó y constata que la correa aún no se soltó, que son necesarias unas tijeras. Acepta de buen grado el qué te pasa de dos chicos de buen ver con bufandas colchoneras al cuello. Cuando te miren las piernas sonríe, así, bien, después hazles creer que entiendes de mecánica, no les sigas el rollo, están repetidos. No sigas intentando arrancar, basta. Horas después comprueba estupefacta que son las 3:50 de la mañana, que sigues haciendo la digestión, sí, pero que estás aquí escribiendo esto así que da las gracias y acuéstate, anda.

6 comentarios:

dijo...

Sublime.

patry dijo...

Me encanta viajar contigo, es un placer ir callejeando montada en tu coche, recordando el poema que ayer me dejaste en el blog y que me hizo buscar el oxígeno q perdí al leerlo abriendo la ventanilla de tu coche.
Tu hermana sigue en pie con lo de la invitación, mejor en otro mes, más adelante, ahora vamos a hacernos otro canuto, sí, en silencio, como siempre, mañana dónde me llevarás, recuerda que necesito algo de comida, las lentejas no son tu fuerte y a mí los mcdonals como que no...préstame algo de ropa, la mía huele a humo del pan que se quemó, sí en la siguiente calle estaba el estanco que me explicaste, ¿quieres que te suba una coca cola?, vale, ahora dejame el ordenador, tengo que escribir un rato, el mono de las palabras...

W. Somerset dijo...

bravísima! Me ha hecho pensar en una peli que se llama Factotum, que es sobre la vida de Bukowski... Está contada muy así... ¿La has visto?

Teseo dijo...

Hace un rato, antes de almorzar, te leí echado en la cama con la PSP. Después de tomarme un plato de lentejas (sisi), entre otras cosas (pocas), lo he vuelto a hacer (leerte) en el PC, para dejarte un comentario.

Si algo puedo decir es: ¡Niña, tú no te aburres!

Me ha gustado encontrarme (y sin una letra más ni menos) en tu narrarte el día de ayer. Y si no, también: la cama está para dormir (por lo menos); entre el saltar de ella y volver a acostarse en la misma, para seguir tus pasos.

Chafan dijo...

Factotum no lo he visto pero capaz que sale un día un texto tipo Memento, no mextrañaría...

ruidoperro dijo...

El chico del interrogante me pisó el adjetivo (desventaja de llegar siemrpe tarde a los sitios).