(...)
¿por qué será tan triste?
El piano cantaba
los valses de Berger
Ella me dijo buena
-no me viste ayer,
al pasar por tu lado
estabas distraído,
así como encantado
no me quisiste saludar-
Y yo con la nostalgia
de la música triste
y porque yo la quiero
le dije: no te vi.
Federico García Lorca
Esta mañana he recorrido, como otras tantas veces, la línea cinco de metro.
Primeramente he ido sentadita en uno de los asientos con los auriculares puestos, las piernas cruzadas y los ojos cerrados en el imposible de pretender dormir mientras iba pensando en que si anteayer descarriló un tren en línea seis por qué no pudiera ocurrirnos lo mismo hoy.
Después, me he dormido.
Y en un momento dado, cuando pasábamos por Ventas o así, he abierto los ojos no sé por qué pero sin haber aún concluído el sueño que me ocupaba y me he quedado mirando por pura inercia a la persona que estaba sentada frente a mi. No le volveré a ver en mi vida pero me ha dejado aquí, sin pretenderlo, la absoluta nitidez de mi historia angelical representada en fernando torres desde el andén vistiendo de emidio tucci.
He logrado ver esta historia mía, entre sueño y despertar, con una claridad tal que la persona que tenía sentada enfrente ha reparado en mi sonrisa, un instante, acompañándola con la suya en lo que ha tardado la nitidez en desvanecerse. Entonces lo he comprendido todo y no le he plantado un beso en la frente a esa persona porque me ha dado vergüenza pero qué alegría más grande y qué simple y qué clarito he llegado a verlo.
Al llegar a la estación que me correspondía me he levantado enérgica del asiento (predisposición del todo inusual) y he bajado corriendo las escaleras mecánicas. He abierto la puerta a un ciego dejándole paso y a la vieja que le seguía también la he sonreído. He comprobado que el sol seguía ahí en lo más alto y me he echado a la calle con ganas de abrazar al kioskero.
Ahora sólo espero que esto que me ha llegado de forma tan nítida sea tan cierto como yo lo llego a sentir por dentro, que se acurruque donde acierte pero aquí, conmigo, y que no trasponga al igual que el sueño.
¡Larga vida a San Isidro Labrador y al Rei de Copes!
4 comentarios:
¡Birra! Digo... ¡Viva!
Vaya, estás exultante. Cuánto me alegro
Una mañana muy especial, no?
Un abrazo muy grande, desde el otro lado (del charco)
Me voy, ahí viene la del mono blanco :)
Muy bueno chafan.
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