Sucede todo tan rápido que no me da tiempo a escribir y tampoco me apetece hacerlo. Supongo que esto es bueno. Tengo a gente extraña al otro lado del teléfono, Luis Alfredo, Pocholo, el Sergi. Me hablan de cosas que no me interesan lo más mínimo, pero les intento escuchar. Me hablan con más o menos gracia y yo empleo el tiempo con ellos. Al primero el burro delante para que no se espante, tras rechazarle ya dos veces, le veré el domingo en la mañana de rastro. Al parecer todo le parece estupendo y pretende pagarme luego un tapeo y qué sabemos. Me dice que ha vuelto de Andalucía y según Ana lo más lejano ha sido Burgos. Yo por mi cuenta ahora también estoy valorando Córdoba y Tarragona, no me decido. Del segundo todavía dudo con qué maestría me pidió el teléfono y la conversación que mantengo con él gira desde pretender mi asesoramiento para realizar una transferencia en internet a Muro, Saratoga y Medina Azahara la semana que viene en Alcorcón, entre otros. Inexplicable, sí, es posible que me acerque. Al niño le tiene abajo, en el parque, y según mi hermana María él debe estar en el salón de su casa sin nadie con quien salir. Y allí estoy yo, justo dónde no hay nadie, al otro lado. Al tercero de ellos ni le entiendo ni le comprendo pero ya va siendo hora y alguna vez he de llevar mi móvil encima, es lo lógico. Quedo y desquedo con ellos según decido inventarme actividades que no me procuro y de la necesidad de crearme necesidades me he ido creando necesidades absurdas para acabar siendo la misma contrariedad que he sido siempre. Y pasan los días como el agua por la fuente, sin pausa. El pensar en que quizá he de marcharme del trabajo firmando una baja voluntaria me hace no trabajar más que lo imprescindible, aunque siga caminando necesitada. Tengo el pensamiento en una conversación que no existe, perfeccionándola, incluso la pinto los ojos brillantes, muy brillantes y la hago moverse. A veces no estoy pensando en nada y la descubro ahí, inquieta. Transcurren las horas en el monitor y no sé qué pasa pero me pensaba acompañada y no es así. No paro de pensar y no me sirve y, aunque realmente sorprendente no hay nada, está ya aquí el hecho de pretender el cambio. No sé para qué escribo así si no hay dios que lo comprenda pero ahora voy a hablarte a ti aunque no sepa el qué decir.
Supongo que no sé querer. No sé querer y tú tampoco, casi nadie sabe realmente hacerlo. Acostumbramos a querer en silencio, a altas horas o en lo oscuro y por todo esto en las calles se suele querer poco y mal. Hay quien dice que quiere muchísimo pero es mentira, nunca se quiere lo bastante. Yo cuando quiero lo hago casi siempre en la sombra, desconfío. Alguna que otra vez me he dicho a mi misma que si te dejaras iba yo a quererte tanto o más, cuando por otra parte sé de sobra que si no te quiero otro poco es porque no me da la gana. He decidido marcharme y me hallo en una cuenta atrás de noches que no sirven para nada mientras me emborracho yo misma de amor en cada movimiento tuyo que me llega. Supongo que como no sé querer te acabaré echando la culpa, tengo cierta noción de cómo se ha de querer pero me desentiendo cuando me conviene, ya sabes. No pretendo follarme a nadie para sentirme mejor, aunque es posible que pueda llegar a parecer justamente lo contrario.
4 comentarios:
Quién sabe querer?
En el fondo hay quien sólo se quiere así mismo, y hay quien no se quiere nada, en el fondo quien no se quiere nada no sabe querer al otro y quien se quiere demasiado tampoco.
Existe un equilibrio en el amor?
Se puede amar siempre con la misma intensidad?
Yo tampoco lo sé, tampoco sé si quiero bien, porque no siempre se quiere a la misma persona y tendemos a tener la misma forma de amar cuando amamos y no todos se merecen ése amor, algunos ni lo entienden...en realidad nadie entiende al amor .
¿Qué puedo decir a tus palabras, tanto a las que entiendo como a las que no, desde mi teléfono móvil?
Estoy desde el miércoles en la misma ciudad que la niña a la que en dos ocasiones dejé colgada con un simple "no voy a ir". Ahora es ella la que me ha dejado colgado con un "no me apetece verte". Y es que he venido sabiendo de tal posibilidad.
(...) En mi caso diría que no sé actuar correctamente; el amar es sólo una parte.
Un beso de los que no puntuan.
Chunga
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