El fin de semana en Cáceres ha estado lleno de sensaciones y no muy buenas.
Con Fran todo bien aunque me he rayado bastante, le ha llamado aquella de los besos en Granada lo menos tres veces y Belén otras tantas, parece la telefónica. A las nueve de la mañana ya le están llamando o a las tres de la madrugada, que también. Las mataría a golpes. Él cuando cuelga comienza a despotricar de la conversación pero siempre lo coge y siempre las sonríe por teléfono, yo no puedo hacer otra cosa que joderme y callarme, no son amigas mías.
Al womad le pueden dar por culo, ya lo tengo muy visto, pasábamos entre la gente sin importarme una mierda nadie, estuvimos el viernes en la plaza de las veletas como ya estuviéramos una vez, allí en un rincón bebiendo y hablando. El sábado tras cenar por ahí le hacía ilusión ver a unas amigas con las que había quedado en verse, a mi me daba pereza pero quedamos en pasar a saludar. El saludo se acompañó de miradas (de las tres) de arriba abajo, me miré no llevase algo mal puesto pero no.
A la sota de bastos le vi el sábado ya de madrugada, pasó por la habitación a saludar. Está más delgado y creo que más guapo, me mira a los ojos, yo veo que folla y me quedo en blanco, la conversación insustancial, al rato se va a dormir, dice. La novia o lo que sea eso estaba abajo esperándolo. Ni me dice que la tiene ni me va a decir nunca lo que le dijo a Fran a mi me suda la polla, me la follo y punto, mientras no me moleste ahí estamos. El domingo le vi otro rato de mierda que estuvo de nuevo en la habitación, a la novia o lo que sea eso ni la mencionó siquiera, yo la oía de vez en cuando hablar pero ni me molesté en salir a verla, no quiero comprobar que tiene más tetas que yo o algo que luego me obsesiono.
Conocí el museo Vostell, un paranoico y/o un puto genio, cosas muy extrañas, algún guiño a Dalí y una escultura también de la Yoko Ono, una rayada pero muy interesante todo. Antes de irnos de allí comenzó a llover sin parar, me fumé un porro en el coche mientras Fran hablaba por teléfono de nuevo.
.
Hablar hemos hablado mucho pero muy poquito de mi, a veces tengo la sensación que interesa lo que yo piense, lo que yo diga, pero no cómo me siento, y esto es lo más importante. Le considero amigo, sí, creo que lo es, pero está a ocho mil cosas y no va a estar ahí para mi, ni él ni nadie.
A ratos me pregunto si no tendré que ser igual de gilipollas que los demás y de esa forma al menos tendría la atención de los demás en mis cosas. A mi no se me ocurre llamar por teléfono y varias veces para no contar nada a sabiendas que esa persona pasa el fin de semana con otra y en medio de un festival de música, hay que ser imbécil o egoista a muerte.
Y luego como hay que hablar de lo gilipollas y lo egoistas que son lo que acaba ocurriendo es que se nos va el tiempo en eso, la sensación es malísima. Fran me dice que están todos locos y que todo es una puta locura, que no haga caso, pero yo lo que constato continuamente es que todo pasa por socializar con gente así -tal y como hace él- porque de lo contrario te quedas a un lado.
Con Fran todo bien aunque me he rayado bastante, le ha llamado aquella de los besos en Granada lo menos tres veces y Belén otras tantas, parece la telefónica. A las nueve de la mañana ya le están llamando o a las tres de la madrugada, que también. Las mataría a golpes. Él cuando cuelga comienza a despotricar de la conversación pero siempre lo coge y siempre las sonríe por teléfono, yo no puedo hacer otra cosa que joderme y callarme, no son amigas mías.
Al womad le pueden dar por culo, ya lo tengo muy visto, pasábamos entre la gente sin importarme una mierda nadie, estuvimos el viernes en la plaza de las veletas como ya estuviéramos una vez, allí en un rincón bebiendo y hablando. El sábado tras cenar por ahí le hacía ilusión ver a unas amigas con las que había quedado en verse, a mi me daba pereza pero quedamos en pasar a saludar. El saludo se acompañó de miradas (de las tres) de arriba abajo, me miré no llevase algo mal puesto pero no.
A la sota de bastos le vi el sábado ya de madrugada, pasó por la habitación a saludar. Está más delgado y creo que más guapo, me mira a los ojos, yo veo que folla y me quedo en blanco, la conversación insustancial, al rato se va a dormir, dice. La novia o lo que sea eso estaba abajo esperándolo. Ni me dice que la tiene ni me va a decir nunca lo que le dijo a Fran a mi me suda la polla, me la follo y punto, mientras no me moleste ahí estamos. El domingo le vi otro rato de mierda que estuvo de nuevo en la habitación, a la novia o lo que sea eso ni la mencionó siquiera, yo la oía de vez en cuando hablar pero ni me molesté en salir a verla, no quiero comprobar que tiene más tetas que yo o algo que luego me obsesiono.
Conocí el museo Vostell, un paranoico y/o un puto genio, cosas muy extrañas, algún guiño a Dalí y una escultura también de la Yoko Ono, una rayada pero muy interesante todo. Antes de irnos de allí comenzó a llover sin parar, me fumé un porro en el coche mientras Fran hablaba por teléfono de nuevo.
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Hablar hemos hablado mucho pero muy poquito de mi, a veces tengo la sensación que interesa lo que yo piense, lo que yo diga, pero no cómo me siento, y esto es lo más importante. Le considero amigo, sí, creo que lo es, pero está a ocho mil cosas y no va a estar ahí para mi, ni él ni nadie.
A ratos me pregunto si no tendré que ser igual de gilipollas que los demás y de esa forma al menos tendría la atención de los demás en mis cosas. A mi no se me ocurre llamar por teléfono y varias veces para no contar nada a sabiendas que esa persona pasa el fin de semana con otra y en medio de un festival de música, hay que ser imbécil o egoista a muerte.
Y luego como hay que hablar de lo gilipollas y lo egoistas que son lo que acaba ocurriendo es que se nos va el tiempo en eso, la sensación es malísima. Fran me dice que están todos locos y que todo es una puta locura, que no haga caso, pero yo lo que constato continuamente es que todo pasa por socializar con gente así -tal y como hace él- porque de lo contrario te quedas a un lado.
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