17 de noviembre de 2008

sacapuntas

Las amigas de mis amigos son mis amigas.
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Belén es la persona con la actitud y el comportamiento más surrealista que conozco y aunque no puedo razonarlo el surrealismo a mi siempre me ha interesado mucho, o quizá mi interés sea por esto mismo, da igual. El caso es que Belén y yo nos encontramos a años luz de distancia la una de la otra pero es posible llegar a compartir un fin de semana.

Ella está allí conmigo -dentro de mi coche o también tomándose un café- porque no puede estar en esos momentos con el banderillero con el que ahora sale (antes salió con un torero) y porque Mario -que es su amigo- está con Bea y con Susana a cincuenta km y no hay nadie más con el que poder estar.

Belén también tiene a Fran y a César como a sus dos mejores amigos, siendo esto lo único que ella y yo tenemos en común y cuyo hecho en sí conlleva muchas cosas.

Ella habla mucho, creo que demasiado, de su relación con el ahora banderillero, y también habla de la crisis y de su trabajo porque al fin y al cabo trabajamos en una mierda parecida solo que ella trabaja sin responsabilidad ninguna, ella traslada documentación al inss, al inem, al ayto, a la agencia tributaria y a notarías varias y por la calle va paseando los zapatos de tacón que la empresa para la que trabaja la obliga a ponerse. Habla en plural, con sentimiento de empresa y dice que está muy contenta y la gusta mucho trabajar y me habla de números de impuestos cuyo significado ha aprendido de memorieta.
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Yo por mi cuenta, mientras la escucho, pienso en lo que ya sé, y pienso en que, casi siempre, desde la cola de la seguridad social o bien desde la de hacienda, coge el móvil y llama a Fran, que esto ocurre muy a menudo y a distintas horas y que a veces le llama llorando porque la vida es una mierda y ella es una desgraciada y otras veces le llama diciendo que se aburre y que la diga cosas bonitas porque está triste o porque no se quién no la quiere y entonces también termina llorando y tragedias de este tipo que después me cuenta Fran. Pero claro, de todo esto ella no me cuenta a mi nada.

Belén y yo no mantenemos ningún tipo de conversación y mucho menos hablamos de mi, cuando se supone que me llega el turno todo consiste en una batería de preguntas una detrás de otra, a las cuales voy contestando como buenamente puedo aunque a veces, antes que responda ya me ha preguntado de nuevo. Son preguntas que yo jamás le haría a nadie en mi puta vida y entonces me hace gracia y a la vez me jode encontrármelas así de frente, es muy curioso.

Belén me pregunta desde su mundo y yo contesto desde el mío y todo lo más que hacemos es hablar de ella o de sus cosas y esto sucede así tanto este fin de semana como siempre que nos vemos. Me pregunto continuamente si acaso escuchará algo de lo que la digo.

Belén lleva en el bolso más de diez papeletas que la faltan por vender, se trata de lotería de navidaz de una peña madridista y aun habiéndola dicho ya tres veces que no la pienso comprar, ella, me ofrece de nuevo. No es extraño que gire drásticamente el tema sobre el que se está hablando o que recuerde algo de mucha risa ahi de pronto y la apetezca contarlo.

Belén el sábado por la noche nada más verme llegar me pregunta si le quedan bien esas zapatillas con los tejanos y me pregunta también si está guapa. Yo a todo la digo que sí, que sí, porque esa sería la respuesta que le daría Fran y porque estoy segura que de encontrarse él entre nosotros le dirigiría a él esas preguntas. Yo por mi parte ni me he duchado pero ella se toma la molestia de decirme que la gusto mucho así, con el pelo suelto y tan negro.

Se están sucediendo una y otra vez en el televisor del bar las imágenes del madrí perdiendo en zorrilla, ella misma me lo indica para que preste atención y yo intento que rabie pero ella me habla de que tiene entradas para ir a ver el partido madrí sevilla al bernabéu, dentro de poco, y me lo cuenta como si tal cosa.

Como la conversación que se está teniendo en la mesa la importa lo mismo que a mi me indica mientras tomo asiento que como estamos en crisis no estaban hablando de nada, que la cuente yo algo, y yo la repito lo que la acabo de decir, lo del chino, que mucha crisis no hay cuando uno de ellos se ha gastado cuatromil euros por las botas que utilizó lionel messi al marcarle aquel gol al getafe. Se lo repito porque antes no me estaba escuchando y esta vez, por una vez, me sigue la conversación y me dice,

-el chino de la tienda de abajo de mi casa, ahora vive en la entreplanta de mi edificio pero sigue teniendo el local abajo y antes vendía a cien pesetas y ahora vende a cerosesenta y ahi no hay crisis ninguna, no han subido los precios, no entienden de crisis los chinos, yo voy a por un sacapuntas y me vale cerosesenta, vamos que no es que yo vaya a ir a por un sacapuntas al chino, no, no, para que me entiendas, es el mismo precio y punto, ni crisis ni nada-

Las dos reimos porque el punto es muy bueno y antes que se marche a dormir me cuenta que madruga para ir a ver al banderillero y yo en ese momento soy consciente que desde ahora Belén y yo compartiremos algo más puesto que Bea se muestra inquieta y hasta desagradable al comprobar que con frecuencia Belén se inclina hacia mi para decirme esto o lo otro.

Si a mi me hubieran dicho un tiempo atrás que llegaría el día en que yo estaría más próxima a Belén que a Bea no lo hubiera creido, es más, hubiera incluso apostado por lo contrario pero así son las cosas. Bea que todo lo más que la he hecho en esta vida han sido favores me tiene enfilada desde hace un tiempo siendo yo la diana de sus muchos desprecios y Belén, que no puede estar más alejada de mi en cuanto a forma de vida, me tiene incluso cierto aprecio y todo por prestarle un poco de atención y reirla sus tonterías.

Definitivamente es mejor no decirle a otra persona a la cara lo que realmente se piensa, aunque esta persona venga expresamente a preguntarte.

4 comentarios:

la suertuda dijo...

Pues yo no es que no considere mis amigos a los amigos de mis (verdaderos) amigos o algo asíN, sino que no considero amigos a muchos que creen (erróneamente) que lo son sin más.
La gente tiene una facilidad acojonante para soltar la frase esa de "Mi amiga tal" y se quedan tan anchos, sin sentirse mal ni nada.
Yo es que a veces, muchas, no entiendo un carajo del funcionamiento de según qué especies.
A mí me gustaría soltar seguidamente aquella otra frase de "Oye, no te sepa mal y tal pero tú y yo NO somos amigos, quiero decir, que si me llamas a las tres de la madrugada para explicarme un problema lejos de ayudarte te madaré a tomar por culo y eso".
Pero no lo digo, me quedo ahí con esa cara de gilipollas que me hicieron mis pares al nacer y me limito a silenciar el móvil a eso de medianoche.
Cap problema.

La gente está muy sola y muy necesitada y muy de todo a mi (humilde) parecer.

Me ha hecho gracia el rollo ese que se lleva tu (nueva no) amiga de hablar en plural con referencia a "su" empresa y eso.
Odio a ese tipo de gente.
De hecho odio a muchos tipos de gente pero como no me afectan a mí personalmente pues me limito a asentir con la cabeza cuando me llaman "amiga" y a descojonarme si me cuentan algo de lo que haya que descojonarse y a guardar silencio si me cuentan algo donde no haya que decir ni pío.
Bueno, y a silenciar el móvil por las noches, que se me olvidaba.


MO.

P.D.: Te me vas acostumbrando a decirme todas las cositas al tiempo y no por fases en mi Nivelazo que luego la peña ve eso de 3.726 comentarios y se cree que escribo de puta madre y (peor todavía) de cosas interesantes.
P.D.2: Pues ya lo sabes, reina.

CMQ dijo...

"Definitivamente es mejor no decirle a otra persona a la cara lo que realmente se piensa, aunque esta persona venga expresamente a preguntarte"
Cierto, siempre y cuando esa persona te importe poco. Si te importa, la verdad siempre es mejor. Aunque duela. ¿No?

Y no, los amigos de mis amigos no son mis amigos. O al menos casi nunca. Ni mis compañeros de trabajo son mis amigos. Los amigos son otra cosa.

Anonymous dijo...

Es un flipe ver cómo van mutando las relaciones longevas. Las personas que te acompañan mucho tiempo en tu vida por una razón u otra. Se forjan alianzas, se destruyen cooperativismos, nacen odios y nacen respetos. Y un día todo cambia y vuelve a ser como al principio.

Lo que nunca cambia es que cuando se quiere a alguien, se le quiere para siempre. Aunque uno aprenda a pasar sin esa persona y llegue a querer a otra nueva. E incluso cuando se deja de querer, se sigue queriendo de alguna extraña forma.

Todo está en perpetuo estado de cambio y movimiento.

w.s.

ruidoperro dijo...

Yo no creo que la verdad sea siempre lo mejor. Hay gente que viene expresamente a que la mientas, gente que te importa, y a veces también uno necesita que le digan lo que quiere oír, aunque no sea cierto, o al menos que no le digan nada.

No puedo estar más de acuerdo con la última frase de tu entrada, y lo surrealista de verdad es salir con un banderillero. q fuerte.