El sábado día dos, a las seis y media de la tarde, mientras me encontraba en un más que visible relax, un dolor de ovarios y un ataque de ansiedad intentaron acabar conmigo, de forma conjunta.
-si ya no puedo fiarme de mi propio cuerpo ¿qué es lo que me queda?
Me preguntaba esto interiormente, una y otra vez, mientras César me juntaba las dos manos debajo del pecho y me las apretaba ayudándose de una de las suyas. Yo yacía en el suelo, tendida, entre el sol y sombra que dibujaban los barrotes de la puerta que da entrada al recinto, yacía en el suelo entre espasmos de frío y ráfagas de calor continuas, azules y granas, sí, pero agarrotada en pies y manos y deseando morir. Me preguntaba también por qué a mi, con lo agustito que yo estaba minutos antes.
Evidentemente nadie muere por un ataque de ansiedad con dolor de ovarios y entonces yo, que allí yacía, al rato pensaba en morirme pero en morirme de la vergüenza ante todos los presentes y sin poder desaparecer o explicar un algo.
El sábado día dos, cerca de las ocho de la tarde y en las horas posteriores, me encontraba encantada de haber nacido tan culé y tan así.
Hay cosas que no se pueden explicar, hay que vivirlas.
4 comentarios:
Y sentirlas, jejeje.
J.
que regalos nos está dando el Barca!!! una merengada así: no tiene precio
En cuanto al 2-6 de culo...es horrible y se pasa fatal viviendo esa sensación pero se pasa, porque como bien dices nadie muere de un ataque de ansiedad ni de un dolor de ovarios, así que a remontar el vuelo, que puedes comerte el mundo, un abrazo enorme
Ansiedad y dolor de ovarios... Joder, qué pedazo de putada. Me solidarizo contigo.
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