A veces soy muy puta y cuando no, solo lo soy un poco.
A quien realmente quiero es a Angel, nos habremos enrollado quince o veinte veces, no sé, antes, hace años, y tras terminar lo mío con Alberto [casi seis años] nos hemos vuelto a enrollar también, un par de veces, sin sexo, pero a mi me encanta. Todo lo que hace es mirarme, me mira, me remira y me vuelve a mirar, y, o bien tengo pecas intermitentes o algo le pasa conmigo. No me lo va a decir, nunca dice nada, qué me va a decir si ya lo sé todo.
Lo que pasa -y lo que no me pasa- con él se me queda pegado al cuerpo y yo intento desquitarme desnudando por ahí a cualquiera.
Empecé a ser más puta de lo que lo soy por naturaleza hace aproximadamente un año. Me gustó y mucho un amigo de Fran, allí estaba en pijama, cortándose un san jacobo, hablando en sintonía a mis oídos. Le bauticé como la sota de bastos, clavadito, le brillaban los ojos por todo el salón, me despidió al rato diciendo que nos veríamos aquí o allí. Y así fue.
Pero nada, mierda, estuvimos viendo las estrellas, y el firmamento, contándome yo no sé por qué media infancia, haciéndome reir toda la puta noche pero pasé más frío que en todo el invierno junto, nos bebimos la botella, vimos amanecer, sí, qué bonito: me fui a casa igual que estaba, cuatro o cinco horas dudando en si tirarme a su cuello o irme acostar, una noche tirada a la basura.
Esto fue un punto de inflexión para lo que vendría después.
Comencé a sentirme extraña, meses atrás de esto, en verano, un gatillazo arruinó la última noche con Angel, la posible primera noche de sexo con él, y ahora vivía esto. Me entró una ansiedad que se me salía del cuerpo, me remató Fran diciéndome que nunca había visto a su amigo con una piba, me sentí como los niños de Fátima.
Un mes después, el que me gustaba en mi infancia, el Dañino, me estuvo colgando los ojos durante toda la noche, otras noches atrás también me había percatado de ello y esta vez despachó a la novia que se fue a dormir y me estuvo mostrando las habilidades de su coche. Le tengo muy estudiado, creo bien que tenía pensado follar conmigo pero yo lo que necesitaba era sentirme apetecible. Y me apeteció putearle un poco y me pasé, un par de horas y allí estábamos todavía fumándonos un porro. Luego también amanecía, nos enrollamos, pero ese coche es minúsculo y no puedes apenas moverte cuanto menos rodearte por lo que me sugirió aparcarlo para otro día y hasta hoy.
Comencé a preocuparme un poco, me empecé a ver por encima de las circunstancias, sobrada, todavía no lo entiendo el por qué de todo esto.
Entonces apareció Ben a quien conozco desde hace solo unos meses y me vino hablando del querer y del no molestar y que me quería y tenía que verme como sea. Y sí, nos vimos, pero ni querer ni nada, solo son tonterías pero y que me quiere. Estuvimos toda la tarde bebiendo sangría y diciendo gilipolleces y se me fue pegando y yo me dejé hacer. Y me hizo de todo, sí, pero allí se quedó sin erección, lo dejamos por imposible y a los tres ronquidos me largué de allí.
No hemos vuelto a vernos ni he vuelto a verme con nadie porque esto ya clama al cielo, esto ya no puede ser por casualidad de la vida, no, esto va a ser que yo voy por ahí acojonando sin darme cuenta o no sé qué pasa y de esto me tengo que desquitar yo como sea. Lo de matapollas es que es muy fuerte.
Algo de mal rollo tras todo esto pues sí arrastro, no me apetece ya probar con nadie al menos por el momento y como la ley de murcy existe ahora resulta que ligo más que nunca. Sé o me parece que esta ansiedad se va a quedar un tiempo más conmigo, quisiera manejarla pero a veces no es posible.
A quien realmente quiero es a Angel, nos habremos enrollado quince o veinte veces, no sé, antes, hace años, y tras terminar lo mío con Alberto [casi seis años] nos hemos vuelto a enrollar también, un par de veces, sin sexo, pero a mi me encanta. Todo lo que hace es mirarme, me mira, me remira y me vuelve a mirar, y, o bien tengo pecas intermitentes o algo le pasa conmigo. No me lo va a decir, nunca dice nada, qué me va a decir si ya lo sé todo.
Lo que pasa -y lo que no me pasa- con él se me queda pegado al cuerpo y yo intento desquitarme desnudando por ahí a cualquiera.
Empecé a ser más puta de lo que lo soy por naturaleza hace aproximadamente un año. Me gustó y mucho un amigo de Fran, allí estaba en pijama, cortándose un san jacobo, hablando en sintonía a mis oídos. Le bauticé como la sota de bastos, clavadito, le brillaban los ojos por todo el salón, me despidió al rato diciendo que nos veríamos aquí o allí. Y así fue.
Pero nada, mierda, estuvimos viendo las estrellas, y el firmamento, contándome yo no sé por qué media infancia, haciéndome reir toda la puta noche pero pasé más frío que en todo el invierno junto, nos bebimos la botella, vimos amanecer, sí, qué bonito: me fui a casa igual que estaba, cuatro o cinco horas dudando en si tirarme a su cuello o irme acostar, una noche tirada a la basura.
Esto fue un punto de inflexión para lo que vendría después.
Comencé a sentirme extraña, meses atrás de esto, en verano, un gatillazo arruinó la última noche con Angel, la posible primera noche de sexo con él, y ahora vivía esto. Me entró una ansiedad que se me salía del cuerpo, me remató Fran diciéndome que nunca había visto a su amigo con una piba, me sentí como los niños de Fátima.
Un mes después, el que me gustaba en mi infancia, el Dañino, me estuvo colgando los ojos durante toda la noche, otras noches atrás también me había percatado de ello y esta vez despachó a la novia que se fue a dormir y me estuvo mostrando las habilidades de su coche. Le tengo muy estudiado, creo bien que tenía pensado follar conmigo pero yo lo que necesitaba era sentirme apetecible. Y me apeteció putearle un poco y me pasé, un par de horas y allí estábamos todavía fumándonos un porro. Luego también amanecía, nos enrollamos, pero ese coche es minúsculo y no puedes apenas moverte cuanto menos rodearte por lo que me sugirió aparcarlo para otro día y hasta hoy.
Comencé a preocuparme un poco, me empecé a ver por encima de las circunstancias, sobrada, todavía no lo entiendo el por qué de todo esto.
Entonces apareció Ben a quien conozco desde hace solo unos meses y me vino hablando del querer y del no molestar y que me quería y tenía que verme como sea. Y sí, nos vimos, pero ni querer ni nada, solo son tonterías pero y que me quiere. Estuvimos toda la tarde bebiendo sangría y diciendo gilipolleces y se me fue pegando y yo me dejé hacer. Y me hizo de todo, sí, pero allí se quedó sin erección, lo dejamos por imposible y a los tres ronquidos me largué de allí.
No hemos vuelto a vernos ni he vuelto a verme con nadie porque esto ya clama al cielo, esto ya no puede ser por casualidad de la vida, no, esto va a ser que yo voy por ahí acojonando sin darme cuenta o no sé qué pasa y de esto me tengo que desquitar yo como sea. Lo de matapollas es que es muy fuerte.
Algo de mal rollo tras todo esto pues sí arrastro, no me apetece ya probar con nadie al menos por el momento y como la ley de murcy existe ahora resulta que ligo más que nunca. Sé o me parece que esta ansiedad se va a quedar un tiempo más conmigo, quisiera manejarla pero a veces no es posible.
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