30 de octubre de 2008

Desde que tú no me quieres

Ya he escuchado completamente la ley innata.

Tenía un miedo sobrenatural a decepcionarme pero no ha sido así.

Lo he venido escuchando poquito a poco, guardando protocolo de esencia y creo que ya, una vez llegada de nuevo la calma, estoy lo suficientemente preparada para asistir a un concierto y tirar el sujetador al escenario.

No sé desde qué preciso momento las letras del robe y mi alma conexionaron de forma que me duelen y me gustan, a partes iguales. Quizá esto venga siendo así desde siempre, así lo quisiera creer y así lo creo pero recordarlo no lo recuerdo.

Sí recuerdo que en aquella época en la que Julián escuchaba a los inhumanos le mostré por primera vez la hoguera en un cassete de doble pletina y que le gustó, le gustó mucho, pero no recuerdo cuál fue la mía en caso que esta no fuera la toma primera, que bien pudiera. También recuerdo que a Fran no hace mucho le estuve explicando el significado de la letra de esta para con Extremadura, la cual él había entendido erróneamente.

Tampoco olvido que a mi regreso de un concierto de la gira Yo, minoría absoluta en dosmildos Angel me saludó llamándome la atención sonriente acerca de mis pantalones de mil colores, siendo esta reacción mucho mejor a que hubiese sentido vergüenza ajena. Recuerdo que yo le conté con los ojos aún relampagueantes que venía del concierto y él me estuvo diciendo que antes extremoduro sí le gustaba pero que YA NO, como si se hubiera detenido a escucharlo alguna vez en su vida o ello fuese cuestión de moda. Recuerdo que su apunte me descolocó de tal manera que me dio la risa y en ese instante apareció mi entonces novio que se tiró a mi boca y Angel allí se quedó de cuerpo presente, retirándome yo dejándome llevar sin más explicaciones.

Y ahora que me detengo a pensarlo así y desde siempre que yo recuerde todo con él me remueve el alma, todo, por fugaz o nimio que sea el episodio, y creo posible que exista en mi también una ley innata que me ate por unanimidad o por estrecha minoría a sus idas y venidas porque todo con él me duele y me gusta también, a partes iguales.

Otra cosa no, pero obsesiones...

5 comentarios:

ruidoperro dijo...

A mí, que hasta entonces sólo escuchaba música en inglés, el Ágila poco menos que me salvó la vida. Y yo no fui consciente de ello en ese momento, me doy cuenta ahora, años después. El día que nos peleemos por un arroz en Gran Vía te cuento la historia.

Qué buena la advertencia de contenido que me sale cada vez que quiero entrar en tu blog. Quiero una igual.

Pedro Escudero dijo...

Extremoduro me encanta. Y los que digan que ya no les gusta o qeu se han vuelto comerciales, que se miren primero a si mismo,a ver si los que han cambiado han sido ellos.

lo breve si breve resulta ser una mierda dijo...

Pues yo no había escuchado Extremoduro en mi puta vida (como otros muchos tantos grupos) pero una vez, en casa de mi primo el porrero de mierda él lo tenía de fondo en el PC mientras buscaba no sé qué.
La canción (la misma) sonaba una y otra vez. Se acababa y volvía a empezar. Le pregunté quiénes eran y cuando me dijo que era Extremoduro me quedé flipada. Supongo que me los imaginaba gritando y no cantando aquella melodía exquisita que a mí me encanciló desde el minuto uno.

Hay pocas cositas que te gusten desde el minuto, ¿verdad?
(obviando a Eduardo Noriega y eso, digo).


MO.

P.D.: Me he prometido a mí misma no pronunciarme con respecto a Ángel hagoelamorperonofollo.
P.D.2: No lo cumpliré, CLARO, pero de momento vamos a intentarlo.

Andrés Schmucke dijo...

Me perturbo un poco este blog, pero me perturbo de buena manera. Me gusto mucho el estilo y lo que cuentas, pasare por aquí más a menudo, eso es seguro.

Nuel dijo...

Me encanta el cuarto movimiento, como yo, sin ser se vuelve duro como una roca